Al este de Chad, en los campamentos de Adré, el acceso al agua potable sigue estando muy por debajo de los niveles aceptables, lo que supone una grave amenaza para la salud y el bienestar de unos 200.000 personas refugiadas sudaneses.
Según estimaciones del ACNUR, la disponibilidad media de agua en todos los campos del este de Chad es inferior a seis litros por persona y día, muy por debajo del estándar de emergencia recomendado de 20 litros por persona y día.
Hemos instalado 15 puntos de recogida de agua y hemos excavado cinco pozos en los campos de personas refugiadas, pero proporcionan menos agua de la necesaria.
¿Cómo es la calidad de vida al este de Chad?
La situación sanitaria de quienes huyeron a Chad desde Sudán es precaria, con elevadas tasas de malaria y diarrea acuosa aguda. Los brotes de enfermedades a gran escala en un entorno tan densamente poblado y falto de apoyo tendrían consecuencias catastróficas.
Nuestras instalaciones médicas y las de otras organizaciones ya funcionan al máximo de su capacidad y las opciones de derivación hospitalaria son muy limitadas.
¿Cuál es la situación actual del este de Chad?
Es probable que la escasez de agua en los campos de Adré se vea agravada por la afluencia de nuevas personas refugiadas a medida que se acerca el final de la estación de lluvias.
Para finales de este año, se espera la llegada de otros 600.000 refugiados procedentes de Sudán, lo que ejercerá una presión aún mayor sobre los recursos hídricos existentes en los campos.
«En los campos de refugiados de Adré, unas 200.000 personas reciben sólo entre cinco y seis litros de agua al día, muy por debajo de la norma de emergencia recomendada de 20 litros diarios.
Somos el principal proveedor de agua en los campos, distribuyendo unos 600.000 litros diarios y cubriendo más del 80% del suministro disponible para los refugiado”, aclara Christophe Chauliac, nuestro coordinador de proyectos en la región.
“A pesar de estos esfuerzos, esta cantidad es insuficiente, especialmente cuando hace un tiempo abrasador. Un suministro insuficiente de agua dificulta necesidades básicas como lavarse y cocinar, obligando a la gente a recurrir a fuentes inseguras y aumentando el riesgo de enfermedades transmitidas por el agua, como la diarrea y el cólera.
Las organizaciones no gubernamentales internacionales y los donantes deben actuar con prontitud para hacer frente a esta acuciante crisis humanitaria, garantizando a la población de los campos un acceso sostenible al agua potable.», añade.