República Centroafricana: inestabilidad, desplazamientos y violencia

Diane y sus 5 hijos posan orgullosos delante de su casa, hecha por ellos mismos con ladrillos de barro, dentro del campo para personas desplazadas internamente de Pk3, en Bria, República Centroafricana. 
La familia huyó de la violencia en 2016.Laora Vigourt/MSF.

Las olas sucesivas de violencia han obligado a miles de personas a abandonar sus hogares y sus pertenencias. En Bria, en donde se encuentra el campo de personas desplazadas internamente más grande del país, muchas tienen dificultades para regresar a su hogar y reconstruir la vida que dejaron.

Más de un millón de personas de República Centroafricana (casi el 20% de la población) están desplazadas internamente o son refugiadas. La inseguridad, la falta de dinero y las disputas por las tierras son algunos de los muchos obstáculos que enfrentan para regresar a sus hogares de manera segura y permanente. Mientras que las fuerzas armadas centroafricanas, apoyadas por las fuerzas aliadas, han recobrado el control en las ciudades principales, hay enfrentamientos frecuentes en pueblos remotos. Las condiciones de vida son precarias tanto para las personas locales como para las desplazadas.   

Incluso actualmente, hay más de 36.000 personas en el campo de personas desplazadas PK3, situado a tres kilómetros de Bria. Casi todas ellas lo han perdido todo. Sus casas y campos fueron destruidos y sus pertenencias fueron saqueadas. Es un desafío regresar a sus hogares después de tantos años. 

“Huí con mi esposo y nuestros tres hijos en 2016. Los otros dos nacieron en el campo. Cuidarlos es difícil porque la vida aquí es difícil, y mi esposo, que es conductor de mototaxi, no gana lo suficiente como para sobrevivir. No podemos volver a Bria. Ya no tenemos un hogar, y no tenemos suficiente dinero como para comenzar de cero”, expresó Diane.

La gran mayoría de las personas de la región trabaja la tierra o trabaja en las minas, que suelen estar controladas por hombres armados y son inaccesibles. Devastadas por años de vivir una existencia de desamparo y desarraigo, y con pocas posibilidades de obtener un empleo regular y adecuadamente remunerado, es difícil para las familias juntar entre todos el dinero suficiente para reconstruir una casa.

Una generación afectada

“En 2017, mi hermana y yo vinimos al campo con nuestros esposos por la violencia en la comunidad. Tenemos que ocuparnos de 11 hijos, y no podemos darles un porvenir. Mi esposo falleció hace poco, por lo que vivo con mi hermana y su esposo e hijos. La vida en el campo es realmente difícil”, dijo Priscille, que estaba acompañada por su hermana y dos de sus hijos. 

Madres e hijos en un campo para personas desplazadas internamente en Bría, República Centroafricana

Las personas desplazadas todavía sufren condiciones de vida extremadamente difíciles en el campo, en el que hay acceso insuficiente a agua potable, instalaciones sanitarias, comida, educación y atención médica. Además, algunas personas sufren trastornos psicosomáticos o de estrés postraumático.

Muchos de los niños y niñas han nacido y crecido en el campo. Todo lo que conocen es un espacio cerrado y superpoblado, donde están expuestos al maltrato e incluso al abuso sexual. Algunas personas afortunadas asisten a la escuela del campo, pero la capacidad de la escuela es limitada, mientras que otras deben recorrer tres kilómetros para ir a Bria. 

Nuestra respuesta médica

“El conflicto, que ha afectado mucho particularmente a esta región, ha dejado comunidades que no pueden cubrir ni siquiera las necesidades más básicas, y los servicios de salud siguen siendo inadecuados y de difícil acceso”, expresó Ange Francelin Ble,nuestro coordinador de proyecto en Bria. 

Nuestros equipos montaron una clínica médica en 2017 para brindar tratamiento pediátrico. Los equipos también visitan los distintos bloques para asegurarse de que las personas tengan acceso a la atención médica. 

Instalada en una carpa en 2017, la clínica ahora tiene su propio edificio permanente, en el que se brinda atención médica a cientos de niños y niñas todos los días. Hemos atendido más de 250.000 consultas pediátricas de menores de 15 años. Los casos más graves se derivan de inmediato al hospital de Bria, donde trabajamos con el Ministerio de Salud. 

Ya hemos brindado 27.500 consultas en el campo este año. Más del 70% de las consultas fueron por malaria, una enfermedad a la que los equipos le prestan mucha atención, ya que es el motivo principal de consulta a servicios de salud en el país y la causa principal de muerte en niños menores de cinco años. 

Un regreso incierto

A pesar de todo, algunas personas desplazadas han comenzado a regresar a sus hogares. Desde mayo de 2022, unas pocas familias pudieron regresar a sus barrios gracias a un proyecto piloto dirigido por ACNUR y sus múltiples colaboradores. La familia de Chancela fue una de ellas.

Madre e hijo desplazados en Bría, República Centroafricana

“Nuestras vidas no son muy distintas a lo que eran en el campo. Pero estamos más cómodos y seguros en nuestra casa. Los niños tienen un espacio grande para jugar, y podemos ocuparnos de su educación. Esto no fue siempre así en el campo, porque no teníamos privacidad”, comentó Chancela.

El hogar de Chancela está a 500 metros del campo. “Sin la atención médica gratuita de Médicos Sin Fronteras, habríamos perdido a muchos de nuestros niños en los años que pasamos en el campo. Todavía los llevamos a la clínica de esta organización cuando necesitan tratamiento médico”, agregó. Su segundo hijo, Ezéchiel, fue dado de alta recientemente del hospital de Bria. Nuestro equipo lo derivó al hospital debido a que se lastimó la frente jugando cerca de su casa. 

“Algunas personas están comenzando a irse de los campos, pero esta es una zona que ha sufrido años de inseguridad crónica y desplazamientos de la población. Las condiciones de vida en Bria y alrededores todavía son desafiantes e impredecibles”, advirtió Ricardo Fernandez Sanchez, de nuestro equipo en República Centroafricana. 

La situación en Bria es un triste reflejo de lo que sucede en el país. La inestabilidad, las tensiones y la violencia crónica siguen fomentando una de las peores crisis mundiales lejos del foco de atención de los medios. 
 

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