Primero me uní a Médicos Sin Fronteras con un contrato a corto plazo. El equipo necesitaba apoyo para atender a los pacientes durante la temporada alta de fiebre de Lassa, que es una enfermedad hemorrágica viral.
El año anterior, en 2018, hubo aquí un gran brote de fiebre de Lassa. Muchos trabajadores de atención médica no tenían acceso a equipos de protección personal adecuados y terminaron arriesgando sus vidas para cuidar a los pacientes. Algunos murieron mientras prestaban servicios. MSF puso en marcha un proyecto para responder a la crisis.
Tomé la decisión de que este era el único tipo de trabajo de enfermería que quería: donde mis pacientes no tuvieran que sufrir porque no tenían dinero. La pasión simplemente se despertó en mí.
Sabía lo que había pasado con la fiebre de Lassa en 2018, así que cuando me ofrecieron un trabajo temporal aquí me sentí escéptica sobre trabajar en el centro de tratamiento. Sin embargo, en mi primer día vi que tenía todo lo que necesitaba para mantenerme a salvo: la ropa de hospital, las botas, las batas quirúrgicas, los overoles, las mascarillas, los respiradores, las gafas protectoras.
Me dije a mí misma: “Ya que voy a estar protegida, entonces nada me impedirá brindar atención a estas personas que están enfermas”.
Pasión
En mis trabajos anteriores, siempre sentía que no tenía opciones. Nunca había trabajado en ningún lugar donde la atención médica fuera gratis. En cambio, los pacientes y sus familiares tenían que pagar y comprar cosas. Cuando no tenían dinero, no los tratabas. Esto significa que, como enfermera, tenías dos opciones: gastar tu dinero, tu propio dinero, para atenderlos o verlos sufrir.
«Mis pacientes tenían básicamente todo lo que necesitaban. Eso me hacía inmensamente feliz».
Pero durante esos cuatro meses en el proyecto de fiebre de Lassa de MSF, pude hacer todo lo que quería por mis pacientes. Tenía equipo de protección personal (EPP). Tenía acceso a medicamentos. Si veía que mi paciente tenía mala cara, podía hablar con los consejeros de salud mental y ellos les daban apoyo.
Pero en abril de 2019, cuando finalizó la temporada alta, también finalizaron nuestros contratos a corto plazo. En ese momento, tomé la decisión de que este era el único tipo de trabajo de enfermería que quería: donde mis pacientes no tuvieran que sufrir porque no tenían dinero. La pasión simplemente se despertó en mí.
Un nuevo desafío
Comencé a buscar trabajos en MSF. Me postulaba a cualquier anuncio que veía. Incluso me postulé para ser personal de limpieza, eso era lo mucho quería ser parte de MSF. Por fin conseguí un trabajo de enfermería en el norte de Nigeria, en un hospital de MSF para personas desplazadas por el conflicto. Un tipo diferente de campo de batalla. Pero mi experiencia con la fiebre de Lassa había desarrollado en mí una profunda conciencia del control de infecciones, había visto cómo podía salvar vidas y quería aprender más.
No hay suficiente investigación sobre la fiebre de Lassa, lo que significa que el diagnóstico aún es difícil y los tratamientos que tenemos se adaptaron de los de otros virus.
Empecé a hacer cursos en línea. Me anotaba en cualquier organización que brindara capacitaciones sobre prevención y control de infecciones. Me encantaba esta rama de la medicina. En febrero de 2020, me postulé al puesto de supervisora de control y prevención de infecciones en el proyecto Fiebre de Lassa, donde había comenzado mi viaje en MSF.
Obtuve el empleo.
Qué hago
En nuestro proyecto, los equipos de promoción de la salud están en la comunidad compartiendo información sobre cómo las personas pueden evitar la fiebre de Lassa. Mientras tanto, trabajo para garantizar que el virus no se propague dentro del hospital.
Cuando hay otros brotes en la región (como cólera, fiebre amarilla, diarrea acuosa aguda) nuestros equipos están allí.
Hago todo lo posible para evitar la exposición accidental entre el personal y, si alguna persona se expone, también me aseguro de que se la controle y se aplique una profilaxis posterior a la exposición, de ser necesario. Desde la intervención de MSF en la crisis de 2019, ningún miembro del personal murió aquí por fiebre de Lassa.
Nos aseguramos de que todas las personas que trabajan en el centro estén todo el tiempo capacitándose. Me aseguro de que la limpieza y la descontaminación sean óptimas y de que los equipos de protección personal estén disponibles.
A veces me siento como un oficial de policía, tratando de evitar el mal uso de los EPP, pero es mi responsabilidad asegurarme de que no falten, incluso cuando hubiera escasez. La disponibilidad, el costo de comprarlos, el tiempo que lleva recibirlos, el despacho de aduanas: todo esto hace que no podamos permitirnos desperdiciar nada.
El año pasado, tan pronto como terminó la temporada alta de fiebre de Lassa, apareció el COVID-19. Cambiamos de inmediato el enfoque y comenzamos a dar apoyo a los centros de tratamiento de COVID-19. Y cuando hay otros brotes en la región (como cólera, fiebre amarilla, diarrea acuosa aguda) nuestros equipos están allí.
El asunto de todos
Amo mi trabajo. Tengo laboratorio. Tengo lavandería. Tengo la unidad central de esterilización. Estoy en los asuntos de todos. Trabajo con el equipo médico, con el equipo de promoción de la salud, con el equipo de salud medioambiental, con el equipo de construcción.
Una cosa es tratar la infección, pero otra cosa es prevenirla. Si se puede prevenir, entonces eso es lo que tratamos de hacer.
