A fines de 2018, nuestros equipos y las autoridades sanitarias de Malí comenzaron a trabajar en conjunto en un proyecto de oncología para mejorar el diagnóstico y el tratamiento del cáncer de mama y de cuello uterino.
Una carrera contrarreloj
Como médica en el centro de salud de referencia de la comuna VI de Bamako, una de las más densamente pobladas de la capital, la doctora Mama Sy Konaté y su equipo de parteras están en una carrera contrarreloj para vencer los tipos de cáncer que en los últimos años afectan a más y más pacientes. En Mali, así como en otros países, las posibilidades de remisión aumentan si la enfermedad se diagnostica en sus primeras etapas. “Mi esperanza”, dice, “es descubrir que las mujeres tienen cáncer lo suficientemente temprano como para poder tratarlas a tiempo y ayudarlas a recuperarse. Mi esperanza es evitar muertes y dar una oportunidad a todas las mujeres que deseen tener hijos”.
Todavía queda un largo camino por recorrer, ya que la mayoría de las mujeres en Mali diagnosticadas con cáncer se encuentran en las etapas avanzadas de la enfermedad. Este fue el caso de Mariam Dicko de Mopti, quien murió de cáncer de mama en enero.
Mariam había descubierto que tenía cáncer hace poco más de tres años, cuando el tumor ya era bastante grande. Después de una primera cirugía en Mopti, decidió ir a Bamako con el poco dinero que había recolectado gracias a la ayuda de amigos y familiares, pero que se agotó rápidamente después de pagar consultas con especialistas, exámenes médicos y un segundo procedimiento quirúrgico. Ya sin poder costear su tratamiento y separada de su esposo, Mariam terminó sola. Nos dijo que sentía que se había “convertido en un problema para muchos, una carga que todos estaban tratando de evitar”. Entonces, decidió “tocar todas las puertas con la esperanza de poder llegar a personas de buena voluntad”. Sus mensajes en la radio la pusieron en contacto con MSF y, en 2021, se convirtió en una de las pacientes de nuestro proyecto.
«Cuando les pedíamos que se hicieran pruebas de laboratorio, algunas mujeres se fueron y no regresaron al hospital porque el costo era prohibitivo. Pero gracias al apoyo de MSF, todo eso está cambiando», Nene Sow, partera.
El diagnóstico temprano es clave para revertir la situación y evitar que muchas mujeres mueran de cáncer de cuello uterino y de mama. Nene Sow, que lleva muchos años como partera en el hospital Gabriel Touré, es una firme defensora de la causa.
“Informar a las mujeres para que conozcan qué es el cáncer y alentar a tantas como sea posible a que vengan a hacerse las pruebas de detección es una parte importante de mi trabajo. No esperamos a que comenzara la campaña Octubre Rosa”, afirma, “pero la de octubre pasado nos ayudó a llegar a muchas más mujeres. No hace demasiado tiempo, veía pacientes que no podían completar su tratamiento porque no podían pagar los diagnósticos por imágenes, las consultas, los gastos de hospital, la cirugía y algunos de los medicamentos. Cuando les pedíamos que se hicieran pruebas de laboratorio, algunas mujeres se fueron y no regresaron al hospital porque el costo era prohibitivo. Pero gracias al apoyo de MSF, todo eso está cambiando”.
Mejorar el diagnóstico temprano requiere que las comunidades estén informadas, los trabajadores de la salud capacitados, que haya equipos y pruebas que los pacientes puedan costear.
En un país donde más del 40% de la población vive en la pobreza extrema con menos de 1,70 euros al día, un examen puede costar la exorbitante suma de más de 100.000 francos CFA, es decir, aproximadamente 152 euros. Es por eso que nuestro proyecto también costea exámenes para pacientes con sospecha de cáncer.
El Hospital Universitario Point G tiene el único laboratorio en Malí con capacidad para analizar biopsias y diagnosticar cánceres. El profesor Cheick Boukadary Traoré está a cargo del laboratorio, que fue remodelado el año pasado con nuestro apoyo: “Mi trabajo consiste en analizar muestras para asegurar diagnósticos precisos en casos de sospecha de cáncer. Nuestras pruebas postoperatorias también examinan la apariencia de órganos, tejidos y células, lo que ayuda a evaluar el tratamiento”, explica el profesor.
La enfermedad no tiene por qué significar una “sentencia de muerte”. Añade: “Con los esfuerzos conjuntos del Ministerio de Salud y Médicos Sin Fronteras, ahora tenemos los recursos para salvar a algunas mujeres, siempre que el cáncer se trate durante las primeras etapas”.
“No es una enfermedad para esconderse”
Recibir un diagnóstico de cáncer es una experiencia difícil: “Pensé que me iba a morir. Me escondí a llorar para que mis hijos no me vieran”, recuerda Faye Koudiata Kanté, presidenta de la asociación de pacientes Les Combattantes du Cancer y de la Liga Nacional contra el Cáncer.
Modibo Cissé trabaja como psicólogo para nuestro proyecto. Atiende tres o cuatro pacientes al día en su oficina en el Hospital Universitario Point G, organiza sesiones grupales y hace visitas a domicilio. Los médicos lo llaman regularmente cuando dan sus diagnósticos o cuando un paciente y sus familiares reciben malas noticias.
Él cree que “la familia del paciente tiene un papel esencial. Está pasando por una experiencia que le cambiará la vida y necesita su apoyo. Uno de mis objetivos es contribuir a que ese apoyo sea de calidad, que el paciente se integre socialmente, porque todavía hay creencias negativas sobre el cáncer, como por ejemplo que es el resultado de una maldición. Hay que explicar que es como cualquier otra enfermedad, que no es contagiosa. También a menudo aconsejo a los pacientes que estén abiertos a expresar sus sentimientos -aunque puede ser difícil-, y que compartan sus emociones para que puedan recibir apoyo”.
Testimonio de Faye Koudiata Kanté
“Me extirparon un seno debido al cáncer. Primero pensé que me había picado una hormiga. Cuando me di cuenta que parte de mi seno estaba hinchado, fui al hospital y me dijeron que era cáncer. Eso fue difícil. Durante la consulta no podía dejar de mirar la cantidad de archivos que había en el escritorio del oncólogo. Él dijo ‘Oh, sí, y eso no es nada comparado con todos los casos que no se diagnostican’.
Ese día me prometí que si me recuperaba de la enfermedad crearía una asociación para informar a las mujeres acerca del cáncer. Fue porque no sabía lo suficiente que terminé extirpando mi seno. No quería que les pasara lo mismo a otras mujeres, a nuestras hijas o a nuestras bisnietas. La asociación fue creada el 4 de febrero de 2016 y desde entonces hemos estado compartiendo información sobre la enfermedad y los exámenes. No tenemos los recursos para hacer más pero, si los tuviéramos, ayudaríamos a las mujeres a pagar su tratamiento. Creamos conciencia a través de la televisión y la radio, durante bodas, bautismos y funerales, y vamos de puerta en puerta. No es una enfermedad para esconderse”.
Un tratamiento integral
«Las mujeres con cáncer no deben desanimarse y rendirse. Todo lo contrario. También es importante que lo comenten con familiares, hablen con sus madres, hermanas y amigas y anímelas a que vengan a hacerse exámenes regulares”, Zeinebou Tapa Danyoko, enfermera de MSF en Bamako.
Nuestro proyecto incluye acompañar a las pacientes a lo largo de sus trayectos terapéuticos para garantizar que reciban un tratamiento completo que no necesiten pagar. Junto al personal del Ministerio de Salud, realizamos quimioterapia y cubrimos el costo de la cirugía y la radioterapia. Los cuidados paliativos, la supervisión de enfermería para heridas causadas por tumores, los servicios de salud mental y el apoyo social forman parte integral de nuestra asistencia.
Zeinebou Tapa Danyoko trabaja con nosotros en el departamento de oncología y hematología del hospital Point G. Alrededor de 15 pacientes con cáncer de cuello uterino o de mama asisten para recibir quimioterapia todos los días.
“La primera vez, a menudo, tienen mucho pánico y miedo”, dice la enfermera. “Hago todo lo posible para explicarles lo que está sucediendo y tranquilizarlas. Cuando es necesario, hago que participe el psicólogo. Me encanta ayudar a las mujeres que son como yo, apoyándolas en un momento difícil, cuidándolas. Las mujeres con cáncer no deben desanimarse y rendirse. Todo lo contrario. También es importante que lo comenten con familiares, hablen con sus madres, hermanas y amigas y anímelas a que vengan a hacerse exámenes regulares”.
En 2021, 645 mujeres fueron diagnosticadas con cáncer de mama y de cuello uterino y recibieron nuestra ayuda con exámenes y tratamiento. Nuestro proyecto administró y costeó 1.910 sesiones de quimioterapia, 105 de radioterapia y 119 procedimientos quirúrgicos.
La Agencia internacional para la Investigación de Cáncer utiliza datos del registro nacional de cáncer del distrito de Bamako y modelos epidemiológicos para generar estimaciones para la población en su conjunto. Según la Agencia, 4.400 de alrededor de 14.000 nuevos casos de cáncer en 2020 fueron cánceres de mama o de cuello uterino. Hay realidades trágicas detrás de lo que aún son estadísticas subestimadas, pero la movilización de los trabajadores de la salud y los pacientes en la lucha contra el cáncer es muy real, una lucha que debe intensificarse y que no se logrará sin apoyo adicional.