Bruselas, 6 de mayo de 2021
“El oxígeno es el medicamento más importante para los pacientes graves y críticos con COVID-19, pero el suministro, por lo general, en los países de ingresos bajos y medios, es insuficiente porque la infraestructura se descuidó por décadas”, dijo el Dr. Marc Biot, nuestro director de Operaciones. “Antes de la pandemia, vimos pacientes que padecían neumonía, malaria, septicemia y una variedad de otras afecciones, y a muchísimos bebés prematuros morir debido a la falta de oxígeno médico, pero el COVID-19 dejó muy en evidencia este problema. Los suministros de oxígeno inestables matan”.
En los países de escasos recursos donde trabajan nuestros equipos, en general, los hospitales y centros médicos dependen de cadenas de suministro de oxígeno inestables y costosas. Mientras que los hospitales de los países ricos tienen sus propias plantas de oxígeno y lo transportan muy concentrado hasta las cabeceras de las camas, los pacientes de los países de ingresos bajos y medianos deben depender de tubos de oxígeno voluminosos, costosos y que se agotan fácilmente, o de pequeños concentradores de oxígeno que no son suficientes para un paciente en estado crítico.
“A las personas se les está fallando dos veces”, opina el Dr. Biot. “No solo están al final de la fila no equitativa en el mundo para recibir las vacunas, sino que tampoco pueden recibir atención cuando se enferman porque no tienen acceso al oxígeno que necesitan”.
Más allá de la catástrofe actual en India, la ciudad de Adén, en Yemen, es otro excelente ejemplo de la escasez mundial de oxígeno. El hospital al que apoyamos tuvo una ocupación de más del 100% en los últimos días y ha estado utilizando 600 tubos de oxígeno por día, mientras se tenía que rechazar a pacientes en la puerta.
“Los números se están estabilizando ahora, pero sabemos que habrá otro aumento y que habrá pacientes muy enfermos que necesitarán más oxígeno del que podamos darles. Como médico, es muy angustioso ver que ola tras ola de COVID-19, los países siguen sin estar preparados y los equipos médicos se quedan sin los medicamentos esenciales que necesitan para salvar vidas a la escala masiva necesaria”, afirmó el Dr. Biot.
Nuestros equipos que trabajan en esos lugares están implementando soluciones creativas para que sus pacientes reciban el oxígeno que tanto necesitan. En Sudáfrica, se conectaron concentradores de oxígeno, que son pequeñas máquinas que toman el oxígeno del aire pero que no son lo suficientemente potentes para un paciente con COVID-19 en estado crítico, a fin de aumentar la capacidad. En la República Democrática del Congo, se conectaron tubos de oxígeno entre sí para crear un banco central de oxígeno. Se está capacitando a los trabajadores sanitarios en el uso apropiado de la oxigenoterapia. En algunos contextos, los precios del oxígeno se han regulado para garantizar que el costo no se convierta en un obstáculo innecesario a medida que aumenta la demanda.
“Hoy, no tenemos el lujo del tiempo. Este tipo de soluciones prácticas salvan vidas y necesitamos tener más de ellas. Es necesario tener más concentradores, especialmente en áreas rurales donde no hay plantas de oxígeno, se debe regular el precio del oxígeno, se deben crear y mantener existencias de repuesto y cadenas de suministro confiables para las instalaciones que dependen de los tubos de las plantas de oxígeno existentes”, opinó Biot. “Estos pasos son necesarios para salvar vidas mientras esperamos que los gobiernos aborden la subinversión estructural en la infraestructura del oxígeno que provoca que algunos pacientes se queden sin aire”.