El uso indebido del derecho marítimo es una cortina de humo para la decisión política de evitar que los barcos de rescate salven vidas en el Mediterráneo.
Queda aún más claro después de que el Sea Watch 4 se haya convertido en el quinto barco de una ONG en ser inmovilizado por las autoridades portuarias italianas en menos de cinco meses. El buque se encuentra en el puerto de Palermo (Sicilia).
Durante su primer viaje de rescate, el Sea Watch 4 rescató a 354 personas. Entre ellos se encontraban 227 hombres, así como 98 adolescentes no acompañados, familias, mujeres que viajaban solas, personas con discapacidad, madres embarazadas y niños, los más jóvenes menores de 2 años.
Nuestro equipo médico a bordo realizó 551 consultas, tratando a muchas personas por intoxicación por combustible, causadas por los vapores de la gasolina utilizada para alimentar los motores y el cóctel corrosivo de agua salada mezclada con el combustible. Un adolescente sufrió quemaduras químicas tan graves que tuvo que ser evacuado médicamente.
“La realidad violenta de la que escapan estas personas y los peligros del viaje que se ven obligados a emprender para buscar seguridad se evidencian en las heridas que tratamos”, dice Barbara Deck, nuestra coordinadora médica de MSF en el buque.
“Sin embargo, la resistencia que vemos en estas personas es una lección de humildad. Desde el niño que se ha quedado sordo debido al puñetazo en la cabeza que le propinaron unos hombres armados, hasta el padre que lleva las cicatrices provocadas por el plástico derretido que echaron sobre su piel en Libia. Mientras tratamos a nuestros pacientes a bordo, es devastador saber que los gobiernos europeos están haciendo todo lo posible para evitar que estas personas vulnerables reciban esta atención vital”.
La decisión de las autoridades italianas de detener al Sea Watch 4 es aún más reprobable dado que las autoridades maltesas ordenaron al barco que embarcara a más personas procedentes del buque de búsqueda y rescate Louise Michel después de que se viera obligado a pedir ayuda. Al mismo tiempo, los barcos de la guardia costera italiana estaban en el lugar y evacuaron a 50 personas vulnerables de las más de 200 que había a bordo.
El Sea Watch 4 solo está en el mar debido a la ausencia de un mecanismo de búsqueda y rescate estatal en la frontera marítima más mortal del mundo. MSF y otras ONG simplemente estamos tratando de llenar el vacío mortal dejado por los Estados europeos.
Agosto registró el mayor número de víctimas mortales en el Mediterráneo central en lo que va de año, con 111 personas muertas o desaparecidas. En el naufragio más reciente frente a las costas de Libia el 15 de septiembre, se informó de la desaparición de más de 20 personas, presuntamente muertas, y en otro naufragio el 17 de agosto, murieron 45 migrantes y refugiados, lo que eleva el total de este año a 379.
«Las autoridades italianas manipulan y abusan de procedimientos marítimos legítimos», señala Ellen van der Velden, responsable de nuestras operaciones de búsqueda y rescate.
“Las inspecciones a los barcos de las ONG se han convertido en una forma de bloquear las tareas de búsqueda y rescate. Una vez que un barco de rescate entra en un puerto italiano, se somete a una inspección prolongada y exagerada hasta que se encuentran algunas irregularidades insignificantes. Ayer se necesitaron 11 horas de inspección en el Sea Watch 4 para encontrar las infracciones suficientes para evitar que el barco zarpara del puerto de Palermo”.
“Se nos acusa de salvar personas ‘sistemáticamente’, se nos critica por llevar demasiados chalecos salvavidas a bordo y se nos escudriña el sistema de tratamiento de aguas residuales. Mientras tanto, se ignora por completo la obligación de todo barco de prestar asistencia a embarcaciones en peligro. Estas son las autoridades italianas jugando sucio, intentando incriminar y detener a las organizaciones humanitarias que no hacen nada más que tratar de salvar vidas en el mar según el derecho marítimo internacional, mientras rompen el libro de reglas sobre sus propias obligaciones, principalmente la de brindar asistencia a barcos en peligro. Y esto con el asentimiento, si no el respaldo total, de los Estados europeos”, agrega van der Velden.
Los Estados europeos no solo están fallando en proporcionar un sistema de búsqueda y rescate, sino que han echado mano de la guardia costera libia para vigilar el Mediterráneo central. Desde principios de 2020, casi 8.000 refugiados y migrantes han sido interceptados en el mar y obligados a regresar a Libia, un aumento del 32% en comparación con el mismo período del año pasado, a medida que continúa creciendo el número de personas recluidas en centros oficiales de detención en el país a pesar de que es sabido que Libia no es un lugar seguro.
El enfoque actual de la UE sobre la migración va desde evitar los rescates en el mar hasta retener deliberadamente a las personas en el campo de refugiados de Moria. Se basa en atrapar, hacer retroceder y abandonar sistemáticamente a las personas; ya sea dejándolas morir en el mar o atrapando a miles de hombres, mujeres y niños en condiciones espantosas en campamentos en las islas griegas.
Mientras la UE anuncia su nuevo pacto sobre migración que se lanzará el 23 de septiembre, organizaciones como MSF estamos lidiando con el coste humano de tales políticas inhumanas. Este último movimiento de las autoridades italianas sugiere que este pacto será más de lo mismo, proyectando una sombra sobre el compromiso ante la migración incluso antes de que se haga público.
Los estados miembros de la UE están haciendo caso omiso de su deber legal y moral de salvar vidas, optando en cambio por imponer medidas burocráticas y administrativas abusivas en otro barco de búsqueda y rescate. La decisión de diezmar aún más la ya limitada capacidad de búsqueda y salvamento en el Mediterráneo central tendrá consecuencias devastadoras para quienes necesitan ayuda desesperadamente e inevitablemente provocará la pérdida de más vidas.
El Sea Watch 4 debe ser liberado con urgencia para que pueda reanudar las operaciones de búsqueda y el rescate para salvar vidas en el Mediterráneo central y deben cesar los ataques en curso contra las ONG que intentan brindar asistencia a personas desesperadas.