Se cumplen 20 años de nuestro discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz en Oslo. 20 años y seguimos defendiendo que el acto del humanitarismo se resume en una única cosa: personas ayudando a personas que se encuentran en las circunstancias más adversas.
¿Qué dijimos al recibir el Premio Nobel de la Paz?
«No estamos seguros de que la palabra siempre salve vidas, pero sí sabemos con certeza que el silencio mata.
La acción humanitaria consiste en ayudar a las personas en situaciones de crisis. Nuestro trabajo diario es una lucha.
Una lucha profundamente médica, profundamente personal.
Buscamos construir espacios de normalidad en medio de lo que es profundamente anormal.
Nuestra acción y nuestra voz son un acto de indignación, un rechazo a aceptar ataques pasivos o activos sobre los demás.
Déjenme decir esto muy claramente: el acto humanitario es el más apolítico de todos los actos, pero si sus acciones y su moralidad se toman en serio, puede tener las implicaciones políticas más profundas.
No actuamos en el vacío ni le hablamos al viento. Trabajamos con una clara intención de asistir, de provocar cambios, de revelar injusticias.
El acto del humanitarismo se resume en una única cosa: seres humanos individuales ayudando a otros que se encuentran en las circunstancias más adversas.
Vendaje a vendaje, sutura a sutura, vacuna a vacuna.
La acción humanitaria es, por definición, universal.
La responsabilidad humanitaria no tiene fronteras.»