Minos Hubert, coordinador de proyecto de migrantes en Colombia, ha pasado los últimos meses coordinando las tareas que Médicos Sin Fronteras desempeña en Norte de Santander y Arauca, y que, sumados a los que también se brindan en La Guajira, se han traducido en más de 33.000 consultas médicas y de salud mental a migrantes y peticionarios de asilo venezolanos, así como a población local. Hubert alerta en esta entrevista de que la población venezolana que está llegando en estos últimos tiempos, a diferencia de las primeras oleadas de “caminantes” que salieron de Venezuela, “son más pobres, mucho más vulnerables, madres solas con niños pequeños y lactantes, gente mayor. Los recursos que se destinan deben corresponderse no solo a una entrada mayor de gente, si no de gente que está más necesitada de lo que lo estaba antes”.
PREGUNTA: ¿Cuál es el perfil de pacientes que se atiende en los proyectos en la frontera?
RESPUESTA: El perfil es muy variado, desde migrantes que se denominan “pendulares”, que van y vienen de un país a otro, hasta los que nos llegan desde centenares de kilómetros en Venezuela. Por supuesto, la población que se ha asentado en ciudades y poblaciones fronterizas (Tibú, Tame, La Gabarra, La Guajira), que viven en condiciones lamentables, en asentamientos muy pobres. Y también, gente en tránsito, los que se conocen como “caminantes”, cuyos números hemos visto aumentar en los últimos tiempos: en nuestro punto de atención en Tame, han llegado a 2.000 personas en este mes pasado.
P: ¿Cómo ha sido la evolución de este perfil?
R: Estamos detectando que la población que llega ahora es mucho más vulnerable que en previas oleadas masivas de gente que salió de Venezuela: los que salen ahora son más pobres, se han resistido más, -tal vez por la propia situación de escasez-, a ponerse en el camino, han aguantado más la situación en Venezuela y llegan con menos recursos. Es algo a tener en cuenta, dado que es una población con mayores necesidades que deben ser cubiertas.
P: ¿Cuál es la lectura que haces de un número como el de más de 33.000 consultas realizadas?
R: Es un reflejo de una situación de necesidades masivas y perentorias, de una situación muy complicada en Venezuela y un recordatorio de que cualquier cambio en Venezuela puede volver a generar un movimiento masivo de población.
P: ¿Qué es lo que más se necesita?
R: Hay situaciones de urgencia, por supuesto, que son atendidas por el sistema colombiano de salud, cuyos hospitales están haciendo un esfuerzo grande por lo que deberían recibir refuerzo y apoyo. En este sentido, nosotros ponemos de nuestra parte en la atención a mujeres, que sigue siendo una de las prioridades, las consultas pre y postnatales, de planificación familiar, de interrupción del embarazo. Atendemos a mujeres que para sobrevivir se prostituyen y nos llegan mujeres que vienen de muy lejos para poder acceder a métodos de prevención del embarazo.
P: ¿Venezolanas y colombianas?
R: En esto tenemos que ser muy claros. No podemos ni debemos suplantar los servicios que debe ofrecer el sistema colombiano. En algunos casos sí acomodamos a la población colombiana, pero tampoco podemos abrir nuestros servicios a todo el mundo porque nuestros servicios son limitados. En este sentido, aligeramos en gran parte la carga que la población recién llegada ejercería en el sistema público, pero que se encuentra sobrepasado: hay que tener en cuenta que vemos asimismo patologías que son ocasionadas por la precariedad y las difíciles condiciones en las que los migrantes están viviendo y que provocan enfermedades cutáneas, gastrointestinales o del tracto respiratorio. Y no podemos olvidar el impacto que tanto la decisión de salir de Venezuela, como el viaje y las condiciones de la llegada tiene en la población migrante y/o peticionaria de asilo. En los menores, este impacto es terrible, los asentamientos en los que viven son muy duras, las vidas de los llamados “caminantes” es también muy difícil para los niños, que también sufren bullying y xenofobia allá donde llegan.
P: ¿Qué debería hacer el gobierno colombiano?
R. Hay que reconocer la respuesta, con todos sus limitaciones, del gobierno colombiano. Pero la situación dista mucho de ser perfecta. Los hospitales están cubriendo los mínimos, las urgencias, pero es que los hospitales necesitan también más ayuda, bajo riesgo de colapso. La comunidad internacional debería hacer algo también para garantizar un mayor acceso de colombianos y venezolanos a especialistas, al sistema de salud en general y mejorar y garantizar una mayor integración social. En zonas rurales, fronterizas y/o violentas como la que estamos nosotros, reforzar el sistema de salud para que beneficiara tanto a los locales como a los venezolanos se hace necesario.