La epidemia de sarampión declarada en la República Democrática del Congo (RDC) el 10 de junio es la más mortal que ha experimentado el país desde 2011-2012. Entre enero y principios de agosto de 2019, más de 145.000 personas se infectaron y 2.758 murieron a causa de la enfermedad.
A pesar de la escala de la epidemia, hay una alarmante escasez de actores y financiamiento para responder a esta crisis. Solo se recaudaron $2.5 millones de dólares estadounidenses de los $8.9 millones requeridos para el plan de respuesta del Clúster de Salud, en marcado contraste con la epidemia de Ébola en el este del país, que atrae a múltiples organizaciones y cientos de millones de dólares en fondos.
«Una respuesta rápida y adaptada es crítica para limitar el impacto del sarampión en las comunidades, pero en el terreno notamos la ausencia de actores y una flagrante falta de asistencia muy necesaria», advierte Karel Janssens, Jefe de Misión de Médicos Sin Fronteras (MSF) en la República Democrática del Congo.
Médicos Sin Fronteras (MSF) ha estado luchando contra el brote junto con los equipos locales del Ministerio de Salud, a través de sus proyectos regulares e intervenciones de emergencia que llegan a un total de 13 provincias en todo el país. Desde que comenzó el año, MSF ha vacunado a 474.860 niños de entre seis meses y cinco años de edad, y ha brindando atención médica a 27.440 pacientes.
Recientemente, MSF ha estado enviando equipos a nuevas áreas, como a la provincia de Mai-Ndombe, en el oeste del país, donde un equipo de emergencia está trabajando para limitar la propagación de la epidemia en las zonas de salud de Kwamouth, Bolobo y Nioki, que se encuentran a lo largo del río Kasai. Fue configurado para ser móvil y ágil, así que el equipo mueve su base continuamente. Esto les permite adaptarse a las necesidades identificadas en el terreno y llegar a personas en áreas remotas donde el acceso a la atención médica sigue siendo extremadamente difícil.
“Tan solo el hecho de llevar vacunas a lugares donde los niños necesitan ser vacunados es una labor enorme. Debemos mantener las vacunas dentro de límites de temperatura estrictos, y esto implica establecer una ‘cadena de frío’, que requiere refrigeradores, generadores, combustible y transporte rápido, además de un sistema de mantenimiento. Muchas zonas sanitarias no reciben ningún apoyo de otras organizaciones, a pesar de las necesidades evidentes», explica Pierre Van Heddegem, coordinador de terreno del equipo de emergencia para el sarampión de MSF.
A menos que haya una movilización masiva de fondos y organizaciones de respuesta, este brote podría empeorar aún más.
“Dos meses después de la declaración oficial, y pocas semanas antes del comienzo del año escolar, la epidemia de sarampión no muestra señales de desaceleración. De hecho, desde julio la epidemia ha empeorado, y se ha presentado un aumento de nuevos casos reportados en varias provincias. Si queremos contener el brote, es imperativo fortalecer la respuesta y hacerlo de inmediato «, concluye Karel Janssens.
El sarampión es una enfermedad viral altamente contagiosa para la que no existe tratamiento. La única forma de combatirlo es mediante la vacunación y el tratamiento de los síntomas, con la esperanza de que el paciente pueda combatir la infección de forma natural.