Cuando el ciclón Idai golpeó a la ciudad portuaria de Beira, en Mozambique, el pasado 15 de marzo, dañó y destruyó edificios e infraestructura. También arrancó los techos de la mayoría de los centros de salud, por lo que muchos de ellos son completamente inutilizables.
Dejar a un sinnúmero de pacientes sin lugar a dónde ir sería una gran preocupación para la salud pública en cualquier parte del mundo, pero las arboladas calles de Beira ocultan una vulnerabilidad adicional; esta ciudad de más de medio millón de habitantes es la capital de una provincia donde uno de cada seis adultos vive con VIH.
Las comunidades estigmatizadas, como las trabajadoras y trabajadores sexuales, que pueden ser relativamente pequeñas pero estadísticamente tienen un riesgo extremadamente alto de infectarse con VIH, son particularmente vulnerables.
Médico Sin Fronteras (MSF) estaba gestionando un proyecto de VIH en Beira antes de que golpeara el ciclón. Teodora Tongouche es una trabajadora sexual que entiende muy bien los desafíos. También es una de las educadoras de acompañamiento entre en pares de MSF.
“Algunas de estas personas [quienes perdieron sus casas] están avergonzadas,” explica. “Ahora están viviendo con 10 personas en el mismo espacio, y no quieren que los otros sepan sobre su condición. Pero ha sido difícil contactarlos porque el teléfono y el internet no han estado funcionando bien.”
A medida que se va reduciendo la respuesta humanitaria posterior al ciclón, su papel en MSF para educar a otras trabajadoras sexuales sobre el VIH es más importante que nunca.
Filipe Francisco Luis es un trabajador sexual e integrante del equipo de educadores de acompañamiento entre pares de MSF. Como vive con VIH, sabe lo importante que es garantizar que las personas puedan continuar con su tratamiento contra esta enfermedad tras la devastación causada por el ciclón Idai.
“Es muy importante encontrar a estas personas sin demora para recordarles la importancia de tomar sus pastillas. Sabemos que tomar sus medicamentos no es su mayor preocupación, lo que realmente les preocupa ahora es encontrar refugio, un lugar donde dormir y comida», explica Filipe. «No podemos abandonarlos, porque si no se tratan, su carga viral aumentará«.
Al igual que cientos de miles más, Filipe también perdió casi todo durante el ciclón y las posteriores inundaciones masivas.
«Prácticamente solo tengo mi ropa y una colchoneta», dice Felipe. «El ciclón Idai no dejó bien a nadie».
Paula es trabajadora sexual y una de las pacientes con VIH de MSF. Habló con nosotros para explicar otros impactos que el ciclón ha causado, tanto en sus ingresos como en su seguridad profesional como trabajadora sexual.
«Mi trabajo es más arriesgado ahora», dice ella. “Muchos de los lugares que usaba para encontrarme con los clientes han sido destruidos por el ciclón Idai. Termino acudiendo a lugares mas peligrosos. Recientemente, al salir de uno de esos lugares, tres hombres armados se me acercaron. Tuve que darles todo. Además, tengo menos clientes desde el ciclón. Creo que no pueden pagar la misma cantidad que pagaban antes. Todos fueron afectados por la tormenta».
Desde 2014, el proyecto de MSF para atender el VIH en Beira se ha enfocado en asistir a comunidades particularmente de alto riesgo: trabajadores sexuales y hombres que tienen sexo con hombres. Además, en el hospital principal de Beira se brinda atención de emergencia a pacientes con VIH avanzado e infecciones asociadas que llegan a ser mortales, como la tuberculosis.
La respuesta de MSF ante el ciclón en Beira se centró inicialmente en las consecuencias más visibles del daño causado por la tormenta, incluyendo la escasez de agua potable y el brote de cólera.
Desde los primeros días, las necesidades de VIH menos visibles se convirtieron en parte de la respuesta. Sin embargo, pasó casi un mes antes de que el programa completo de MSF para atender el VIH, que incluye clínicas nocturnas en burdeles y otros centros donde laboran las trabajadoras sexuales atención sexual, volvieran a funcionar.
«En una de nuestras clínicas de atención al VIH en Beira, veíamos a un promedio de 125 pacientes con VIH diariamente antes del ciclón», comenta el doctor Antonio Flores, especialista en enfermedades infecciosas de MSF. «El ciclón se llevó el techo del centro y las actividades ambulatorias se cerraron durante unos diez días«.
«Nuestro equipo de educadores de acompañamiento entre pares comenzó a enterarse sobre el estado de nuestros pacientes, entre quienes había algunas trabajadoras sexuales, que no habían podido volver al centro para surtir sus recetas médicas«, continúa Flores. «Esa era una gran preocupación, pues algunas trabajadoras sexuales tomaban el medicamento como una forma de evitar que contrajeran el VIH, otras para mantener el nivel de su virus lo suficientemente bajo como para no ser un riesgo para su salud y asegurarse de no transmitir el virus a sus parejas sexuales «.
El impacto financiero del ciclón también puede estar exacerbando la propagación del VIH. «Después de los desastres naturales, las dificultades extremas frecuentemente obligan a las personas a buscar alternativas que son un último recurso, que les permitan ganar dinero para sobrevivir», explica el doctor Flores. «Hemos escuchado varios informes que sugieren que el sexo transaccional, o de sobrevivencia, puede haber aumentado, incluso entre personas que nunca antes habían participado en el trabajo sexual».
El nombre de Paula ha sido cambiado.