«Comencé a trabajar con MSF en 2011, mucho antes de la epidemia de 2014, en un hospital de maternidad y pediatría en Conakry. Cuando se declaró oficialmente el brote a mediados de marzo de 2014, comencé a trabajar en un proyecto de Ébola en Conakry, Macenta. Fue justo en el comienzo de la epidemia, y aproveché la oportunidad para aprender los protocolos y medidas de protección que deben seguirse al trabajar en un centro de tratamiento de Ébola.
Soy un especialista en “agua y saneamiento”
Las actividades de agua y saneamiento son muy importantes durante una epidemia de Ébola. Apoyamos mucho a los equipos médicos, no puedes separar estas actividades entre sí. Estamos a cargo de la prevención y el control de infecciones y, por lo tanto, debemos asegurarnos de que todo lo que entra, pero especialmente lo que sale del centro de tratamiento, no está contaminado.
Si esto no se hace de manera adecuada y meticulosa, un centro de tratamiento de Ébola puede convertirse fácilmente en una nueva fuente de propagación de la epidemia. Mi trabajo es cortar las cadenas de transmisión. Me aseguro de que nadie esté infectado, pero desafortunadamente, a menudo también tenemos que descontaminar a las personas fallecidas que perdieron su batalla contra el Ébola.
El «PPE» se siente como una segunda piel
Recuerdo la primera vez que entré a la zona de alto riesgo de un centro de tratamiento de Ébola. Estaba aterrado. Llevaba un tiempo trabajando en el centro de tratamiento, pero había intentado retrasar un poco mi primera vez en el área de alto riesgo. Después de un largo día, un especialista en logística notó que estaba nervioso de ir con él al área de alto riesgo para cambiar una lámpara. Él dijo: «Si no cambiamos esta lámpara, las personas no pueden ser tratadas por la noche y podrían morir». Fue entonces cuando me di cuenta de que tenía que dejar de lado mis miedos. Entré y perdí el miedo instantáneamente. Hoy, el PPE (equipo de protección personal, generalmente amarillo y blanco) casi se siente como una segunda piel.
Diariamente realizo capacitaciones con mis colegas en Mangina y me aseguro de que todos los procedimientos se adapten y cumplan con los estándares actuales. Mi trabajo se hace aquí si todos están alerta, atentos y todo es 100% seguro.
Con el Ébola no querés cometer ningún error
Aquí, no podemos darnos el lujo de enviar una carta de excusa después de cometer un error, no funciona así con el Ébola. Soy severo y directo, y algunas veces puede ser un shock para algunas personas.
Pero con el Ébola no querés cometer ningún error. Si no sigues los procedimientos, si no eres cuidadoso, podrías ser responsable del próximo epicentro de la epidemia.
Esta epidemia está lejos de terminar. En este momento, las personas se encuentran reacias a apoyar la respuesta ante el Ébola. Creo que es normal. Esta reticencia y desconfianza todavía estaba presente en Guinea al final de la epidemia, pero había puntos de lavado de manos en todos los lugares públicos y transportistas privados. Todos los taxis estaban equipados con soluciones hidroalcohólicas para lavarse las manos.
Las personas se han dado cuenta de la necesidad de estas medidas preventivas y este cambio de comportamiento es una clara indicación de la comprensión del peligro de la enfermedad. En cuanto a mí, siempre estoy listo para ayudar donde me necesitan. Por eso estoy aquí. Donde sea que esté, ayudaré a otros a salvar vidas.»