«Lo único que sabía sobre la República Democrática del Congo era que sería un desafío. No había estado en un país francófono con MSF antes, pero había conocido a muchas personas que hablaban con entusiasmo sobre la misión y que las necesidades allí eran muy grandes. Escuché que el contexto era muy volátil y muy complicado, así que pensé que sería un desafío.
Efectivamente, lo primero que confirmas al llegar a la República Democrática del Congo es que el contexto es extremadamente complicado. Operan una gran cantidad de grupos armados cuyas lealtades y dinámicas cambian constantemente. Puede ser difícil de entender.
En segundo lugar, se comprueba que el acceso a nuestros proyectos es tremendamente difícil. Hacemos todo lo posible para llegar a nuestros pacientes. Tomamos cada modo de transporte imaginable, ya sea que eso signifique ir en automóvil, en motos o a pie. A veces, se establece una ruta que crees que será regular y de repente todo cambia y ya no se puede usar la ruta. En República Democrática del Congo nada es constante.
Durante la temporada de lluvias, la lluvia puede mover montañas. Deslizamientos de rocas, barro y más barro, y el único camino que existe para llegar al proyecto se bloquea de repente, por lo que debes adaptarte y buscar soluciones y rápido. En algunos casos, esto significa tomar medios de transporte alternativos. En el peor de los casos, te quedas bloqueado, sin poder llegar a los pacientes.
Y al revés, los pacientes también encuentran dificultades, claro para llegar a ti, para acceder a la atención médica. A veces, debido a la lluvia o al conflicto, se quedan bloqueados e incapaces de moverse. Por eso es importante que estemos allí. Existen clínicas u hospitales, pero por lo general se tiene que pagar y la calidad puede ser baja, o la medicación no estar disponible. Es entonces cuando MSF es realmente necesaria y somos bien recibidos.
Nuestros equipos están compuestos principalmente por personal local. Puede ser complicado trabajar en diferentes culturas, pero lo que me impresionó fue la forma en que los equipos trabajan juntos, la enorme voluntad de nuestros compañeros para mejorar la situación. Cada vez que hay un desafío, los equipos averiguan cómo llegar al lugar en cuestión, cómo resolver los problemas. Y en República Democrática del Congo siempre hay problemas. Y también, siempre hay personas que intentan resolverlos.
Por supuesto, hay algo de frustración. Puede ser frustrante sentir que el cambio no está sucediendo rápido o con la profundidad deseada. A veces se puede perder algo de motivación porque toda la situación puede llegar a ser demasiado enorme, complicado, trágico. Pero cuando tienes un día difícil, cuando encuentras obstáculos, exactamente como los que encuentras en las carreteras bloqueadas, comienzas con tus prioridades, resuelves las cosas una detrás de otra y lo haces en equipo, todos trabajando por un objetivo. Te recuerdas a ti mismo que MSF va a donde nadie más irá de la manera que sea humanamente posible, y cuando llegamos allí realmente hacemos la diferencia”.