Desde finales de 2017, funcionarios europeos, africanos y libios han hecho cada vez más declaraciones sobre poner fin a las difíciles experiencias que sufren los migrantes y refugiados en Libia. ¿Han propiciado algo?
La medida principal, facilitada por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), ha consistido en intensificar los llamados “retornos voluntarios» de las personas de Libia a sus países de origen.
Se debe hacer una distinción entre dos situaciones diferentes en el contexto actual. Hay migrantes detenidos en centros «oficiales» y migrantes que son secuestrados y recluidos en cárceles clandestinas.
En noviembre, había cerca de 17,000 detenidos en los centros oficiales. Su llamada «evacuación de emergencia» comenzó hace varios meses y, desde noviembre de 2017, alrededor de 15,000 de ellos han sido repatriados. Es un avance positivo, cuando permite que las personas que realmente quieran regresar a sus hogares y se encuentren atrapadas en Libia puedan hacerlo.
De cualquier manera, debemos cuestionar la naturaleza voluntaria de estas repatriaciones dadas las detenciones arbitrarias que no dejan otra alternativa a las personas.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha evacuado a más de 1,000 de las personas más vulnerables entre la población de refugiados; la mayoría han sido llevadas a Níger, donde esperan que otro país les proporcione asilo.
La mayoría de las más de 50,000 personas registradas con el ACNUR en Libia provienen Siria y han estado en el país desde hace un tiempo, pero hay muchos más refugiados y solicitantes de asilo que pasan por Libia y permanecen bajo el radar. Ellos se encuentran entre los que son secuestrados, encerrados y, en ocasiones, asesinados. Es difícil estimar cuántos son, pero de acuerdo con algunos observadores hay 700.000 migrantes, refugiados y solicitantes de asilo en el país.
¿Qué ha cambiado en el terreno?
El principal cambio que hemos visto es una disminución en el número de personas detenidas en centros de detención oficiales, hablamos de entre 4,000 y 5,000. Esto ha hecho que las condiciones de detención sean un poco menos insoportables de lo que eran hace seis meses, especialmente en lo que refiere a los problemas causados por la sobrepoblación.
Pero todavía hay que abordar muchos problemas, y las pocas organizaciones internacionales desplegadas en el país están basadas casi exclusivamente en Trípoli y son ciegas ante ellos. Nuestros equipos, que brindan atención médica y apoyo en varios centros de detención de Libia, conocen a detenidos que les dicen que siguen esperando asistencia y no saben qué pasará con ellos. Los graffitis en las paredes de sus celdas reflejan perfectamente su incertidumbre.
Pero sobre todo, no se está haciendo nada para poner fin al calvario que sufren los migrantes y los refugiados, especialmente fuera de los centros de detención oficiales. Además, las personas que arriesgan sus vidas cruzando el Mediterráneo en su intento por abandonar Libia siguen siendo llevadas de vuelta, con la ayuda de los Estados europeos, a un país donde se encuentran expuestos a todo tipo de violencia.
Tomemos como ejemplo a un hombre o una mujer que cruza el Mediterráneo intentando llegar a Europa y su barco es interceptado por la guardia costera libia. ¿Qué sucede en esta situación?
Las personas interceptadas en el mar por los guardacostas libios son desembarcadas en las costas de Libia y llevadas a centros de detención. Los equipos del ACNUR y la OIM se han dividido entre ellos los 12 sitios de desembarque a los que tienen acceso y realizan evaluaciones médicas.
En teoría, después de eso los sobrevivientes son llevados a los centros de detención. No hay un tratamiento específico para los más vulnerables que, en este punto, deberían recibir un tratamiento especial y no ser sometidos a una detención arbitraria que ponga aún más en peligro su salud.
Todavía estamos viendo llegar a los centros de detención a niños pequeños que viajaban en barcos que fueron interceptados en el mar. También debo decir que la distinción entre las redes oficiales y clandestinas no siempre es tan clara. Todo es posible. Alguien que es regresado desde el mar y llevado a Libia puede terminar rápidamente en las garras de los traficantes de personas y la tortura puede comenzar de nuevo.
Para muchas personas, ser enviadas de regreso al país de donde vinieron no es una opción y las redes criminales son su única opción para poder encontrar refugio y una vida mejor en Europa. Estas redes, que Europa dice estar desmantelando, tienen el monopolio sobre la organización de movimientos de personas muy vulnerables que no tienen otra alternativa.
El 90% de las solicitudes de asilo de los eritreos son aceptadas en Europa, ¿por qué están obligados a embarcarse en viajes tan peligrosos y arduos? Hacer todo lo posible para retener o devolver a Libia a las personas que intentan huir solo conduce a un sufrimiento aún mayor.
¿Qué tan generalizado está el tráfico de personas? Se ha hablado de una industria de secuestro y tortura en Libia. ¿Sigue siendo el caso?
No tenemos forma de decir cuántas personas están recluidas en cárceles clandestinas, pero el secuestro de migrantes y refugiados, además del uso de la tortura para obtener rescates, no solo es una práctica muy generalizada, probablemente está en aumento. Reemplaza los ingresos de las economías locales impactadas por la falta de efectivo en los bancos libios.
Quienes sobreviven a las cárceles clandestinas terminan arruinados financiera, física y mentalmente y necesitan tiempo y apoyo para recuperarse, en caso de que sea posible para ellos.
MSF no tiene acceso a las cárceles clandestinas, pero ayuda a las personas que logran escapar. Por ejemplo, trabajamos con una ONG local para proporcionar atención primaria en un refugio para migrantes en Bani Walid. Algunos de ellos tienen sus piernas rotas en diversos puntos, quemaduras y golpes severos en la espalda.
Los actores libios con los que colaboramos están igual de horrorizados que nosotros. Aunque es imposible decir cuántos inmigrantes y refugiados llegan a Libia, pasan por Bani Walid y soportan esta pesadilla, durante nuestras consultas estamos tratando a la misma cantidad de sobrevivientes que tuvimos el año pasado.
La semana pasada un sobreviviente que había llegado al albergue nos dijo: «He soportado 2 meses, 3 semanas, 1 día y 12 horas de infierno».
Aunque debido a su estado de salud a menudo requieren hospitalización, la admisión frecuentemente se retrasa porque los hospitales públicos nos obligan a examinar a los pacientes de antemano para detectar enfermedades infecciosas. Todos los meses entregamos 50 bolsas para cadáveres a una ONG local que busca dar un entierro digno a los migrantes y refugiados encontrados en la zona de Bani Walid. Dicen que han enterrado más de 730 personas desde el año pasado. Pero no podemos concluir que esta cifra corresponda a la cantidad de personas que murieron a causa de las atrocidades y los peligros que soportan al pasar por esta región. La cifra de muertos es definitivamente mucho mayor.
Médicos Sin Fronteras ha trabajado en Libia desde 2011 para apoyar el sistema de salud, que ha sido afectado por la guerra renovada y la consiguiente recesión económica. Las estructuras de salud luchan con la escasez de medicamentos y personal. MSF responde con donaciones a las estructuras de salud pública, incluso en los departamentos de control de infecciones y salas de emergencias. MSF sigue comprometido a responder a las consecuencias del conflicto cuando sea necesario, por ejemplo, ayudando a las poblaciones desplazadas por los combates en Benghazi, donde también brindamos atención pediátrica, ginecológica y obstétrica, así como servicios de salud mental a las familias afectadas por el conflicto.