Unos 10.000 migrantes, refugiados y solicitantes de asilo viven en condiciones inhumanas en Italia a causa de las inadecuadas políticas de acogida, según subrayamos en un nuevo informe que publicamos hoy bajo el título ‘En el ángulo muerto: refugiados y migrantes en Italia’.
Estas personas viven atrapadas en las fronteras, en edificios ocupados en las ciudades y en guetos en zonas rurales. Carecen, además, de acceso a bienes de primera necesidad y a la atención médica básica.
Son miles de solicitantes de asilo y refugiados en Italia que, a pesar de residir en este país, algunos desde hace meses otros desde hace años, están fuera de su sistema de recepción. Esta es la segunda edición de un informe de MSF con datos recabados durante 2016 y 2017 en casi medio centenar de asentamientos informales en diversas regiones de Italia.
Presentes en varios asentamientos informales mediante proyectos de asistencia socio-sanitaria, solicitamos a las instituciones competentes, nacionales y locales, que promuevan políticas específicas de recepción e inclusión social dirigidas a solicitantes de asilo y refugiados.
Así mismo, reclamamos que garanticen el acceso a los bienes básicos y a la atención primaria para todos los migrantes presentes en Italia, independientemente de su situación legal.
«Dos años después de la publicación de la primera edición de este estudio, el informe sigue mostrando un triste mapa de vulnerabilidad y marginación. La investigación describe una situación en la que miles de personas que tienen derecho a refugio y protección ni siquiera cuentan con un refugio digno donde dormir, suficiente comida o acceso a un médico», explica Giuseppe De Mola, coordinador del informe y nuestro asesor de Incidencia Política.
«Estos refugiados y migrantes viven al margen de la sociedad debido a un sistema de recepción inadecuado y de políticas fronterizas nocivas. Así mismo, las políticas diseñadas para fomentar la inclusión social de los migrantes y los refugiados a nivel nacional, regional y local están mal implementadas», añade De Mola.
El informe muestra que refugiados y migrantes viven en grupos más pequeños respecto a 2016 porque los desalojos han fragmentado los asentamientos informales en los que se alojaban. Dado que no se les ofrece vivienda alternativa tras ser desahuciados, refugiados y migrantes se ven obligados a buscar abrigo en lugares ocultos del resto de la sociedad como edificios abandonados.
La población de refugiados y migrantes está más diseminada. Esto, sumado a las barreras administrativas y del idioma, les dificulta hasta el extremo el acceso tanto a los servicios sociales y la atención sanitaria como a bienes básicos como agua potable, comida y electricidad.
En muchos casos, la asistencia a migrantes y refugiados excluidos del sistema de recepción está garantizada por grupos de voluntarios locales. Estos voluntarios son sometidos, a menudo, a una gran presión por parte de las autoridades nacionales y locales, presiones que en algunos casos culminan en procedimientos judiciales en su contra.
Fronteras nocivas
Como parte de nuestro análisis de la situación de migrantes y refugiados en Italia, dedicamos un estudio específico al caso de Ventimiglia, localidad fronteriza con Francia. El informe ‘Fronteras nocivas’ muestra que, a pesar de que el acuerdo de Schengen sigue en vigor, las devoluciones desde Francia continúan. Además, de las 287 personas entrevistadas, 1 de cada 4 afirmó haber sufrido episodios de violencia en la frontera a manos de las autoridades fronterizas italianas y francesas.
Debido al cierre de fronteras por parte de Francia, Austria y Suiza, más de 20 personas han muerto en los últimos dos años tratando de cruzarlas y el número de migrantes, incluidos menores no acompañados, atrapados en las zonas fronterizas y que residen en asentamientos informales, ha aumentado.
«En lugar de adoptar políticas a largo plazo que respondan a las necesidades básicas de un número relativamente manejable de personas que viven en condiciones inhumanas, somos testigos cada vez más de la criminalización de migrantes y refugiados y de quienes los ayudan a cubrir sus necesidades básicas», denuncia Tommaso Fabbri, nuestro director de proyectos en Italia. «Las políticas europeas e italianas deberían ayudar a estos hombres, mujeres y niños, sin dañarlos. Es hora de cambiar el rumbo”.
Durante 2016 y 2017, intensificamos nuestros proyectos de asistencia de migrantes y refugiados en asentamientos informales en Italia. En Como (cerca con Suiza) y Ventimiglia (frontera con Francia), pusimos en marcha un programa de primeros auxilios psicológicos para personas en tránsito. En Ventimiglia, también abrimos un programa de salud dirigido a las mujeres.
También hemos comenzado a brindar atención primaria de salud y apoyo psicológico en edificios abandonados en Roma, donde hombres, mujeres y niños viven en condiciones indignas. En Bari y Turín, visitamos edificios donde viven migrantes y refugiados para ayudarlos a acceder al sistema de salud italiano. En las ciudades fronterizas y en cooperación con voluntarios y activistas, distribuimos artículos de primera necesidad como mantas, bolsas de dormir y kits de higiene.