Kate White es coordinadora médica de emergencias en MSF: «Algunos casos de violencia son tan extremos que estas personas ahora tienen problemas complejos de salud mental»
Por Kate White, coordinadora médica de emergencias en Médicos Sin Fronteras (MSF).
Más de 500,000 rohingya han llegado a Bangladesh desde el 25 de agosto y se enfrentan a enormes desafíos para acceder a la asistencia sanitaria, la alimentación, el refugio y el agua. Kate White, coordinadora médica de emergencia de Médicos sin Fronteras en Bangladesh, describe la situación actual:
En este momento, hay cientos de miles de personas hacinadas a lo largo de una península estrecha, tratando de encontrar el refugio que puedan. Es esencialmente un barrio rural masivo y uno de los peores barrios imaginables.
Casi no hay letrinas, por lo que la gente ha intentado armar algunas utilizando lonas de plástico alrededor de cuatro postes de bambú, pero no hay un depósito para sus desechos, más que el arroyo de abajo. Esa es el mismo arroyo que a solo 10 metros de distancia otros están usando para recolectar agua para beber. Esto tiene todos los ingredientes de una emergencia de salud pública.
Algunas personas están usando ropa que han recolectado para protegerse de los elementos. Pero después de dos días de lluvias torrenciales y tormentas tropicales, los refugios de algunas comunidades y sus pocas pertenencias se han perdido por completo. Es una situación horrible y ves la devastación y la absoluta falta de recursos.
Solo puedo imaginar lo increíblemente terrible que debe haber sido la situación en sus pueblos de origen, si esto es lo que eligieron. Si esta es la mejor opción, la otra debe haber sido un infierno.
«Están tan traumatizados que no pueden comunicarse»
He escuchado las historias más horribles de mujeres que han perdido a sus maridos intentando llegar hasta aquí. Pasan días caminando con sus hijos pequeños, a lo largo de caminos abarrotados de autos que circulan en cualquier dirección. Algunos niños han resultado atropellados y muertos por autos. Y en un instante, ese futuro seguro que intentaban construir para su familia se ha desvanecido. Esa esa una tragedia individual. Multipliquen historias así por 500,000 y comenzarán a comprender lo angustiosa que es esta situación.
En este momento, tenemos una bebé en nuestra sala que está deshidratado y tan severamente desnutrido que no estamos muy seguros de cuántos años tiene. Nos la trajo una mujer que la encontró abandonada en uno de los puntos fronterizos. Hasta donde sabemos, esta niña no tiene familia. Y sí, está recibiendo tratamiento médico y, afortunadamente, está mejorando todos los días, pero, ¿qué será de ella después?
También he escuchado casos realmente horribles de personas que han sufrido violencia en el camino. Algunos casos de violencia son tan extremos que estas personas ahora tienen problemas complejos de salud mental. Estoy hablando de pacientes que no pueden verbalizar; están tan traumatizados que no pueden comunicarse con el mundo exterior. Se han retraído para hacer frente a lo que vivieron. Y permítanme ser clara, estos son jóvenes que tienen toda una vida por delante y no deberían tener que soportar esto.
«Los pacientes no quieren irse»
A nivel médico, las dos principales enfermedades en este momento son enfermedades diarréicas de diferentes tipos y con eso viene la deshidratación severa. Sabemos cuando hay muchas personas con diarrea y deshidratación por que existe una significativa correlación con las condiciones de higiene, agua y saneamiento.
También estamos viendo a más de 100 pacientes ambulatorios al día que necesitan atención por sus heridas, y no todas están relacionadas con la violencia. Las personas se lesionan viviendo en este entorno precario, y la falta de higiene significa que sus heridas se infectan.
La gente ha estado huyendo gradualmente hacia Bangladesh durante mucho tiempo. El último gran grupo llegó apenas en octubre del año pasado y la comunidad de Cox’s Bazar todavía se estaba enfrentando a eso. Y esa resultó ser una fracción del tamaño de lo que estamos viendo hoy. Pensamos que estábamos al límite en aquel entonces, pero ahora, habitualmente tenemos alrededor de 115 pacientes en una instalación de 70 camas.
La mayoría de los pacientes no quieren irse una vez que han sido dados de alta. El hospital superpoblado ofrece un ambiente de vida mucho mejor que lo que hay afuera.
Como profesional médico, es muy difícil enviar a pacientes vulnerables a lo que sabe que es una situación precaria.
La gente sabe lo que debe hacer pero no tienen los medios para hacerlo; no pueden lavarse las manos porque no hay agua limpia … No pueden usar el inodoro en un lugar apropiado, porque no hay baños. Y agreguen a eso la increíble pérdida de dignidad que deben sentir al tener que hacer todo en público. Literalmente todo lo que hacen, lo tienen que hacer frente a enormes cantidades de otras personas.
«Tenemos que actuar rápido»
Necesitamos trabajar en la gestión de todos los elementos básicos a la vez, en un esfuerzo coordinado con todas las otras agencias en el terreno. De lo contrario, no tenemos ninguna esperanza de evitar que esto se convierta en una emergencia de salud pública.
Hay gente de buen corazón de Bangladesh que quiere hacer algo para ayudar, pero lamentablemente el camino hacia el infierno está pavimentado de buenas intenciones. Distribuyen comida y ropa en la parte trasera de un camión en un área abarrotada y esto solo causa que las personas acudan corriendo. No hay control de multitudes, lo que causa caos y lesiones debilitantes para algunos. Es ahí donde realmente debe de darse la coordinación. Debemos asegurarnos de que la distribución se realice correctamente y teniendo en cuenta la seguridad de todos.
Para tener una cobertura decente, necesitamos actuar con rapidez. Durante esta fase de emergencia, solo para lograr un saneamiento relativamente decente, necesitamos construir 8,000 letrinas: esa es la proporción de una letrina para cada 50 personas. Cuanto más demoremos eso, mayor será el riesgo de un brote de una enfermedad transmitida por el agua. Necesitamos suministrar dos millones de litros de agua por día solo para proporcionar 5 litros de agua por persona, por día en solo un campamento. Necesitamos enormes cantidades de alimentos y suministros de emergencia para evitar un número significativo de desnutrición. Necesitamos que todos los actores incrementen sus esfuerzos en términos de personas experimentadas en el terreno, que puedan moverse rápidamente.
Los números son masivos y, por encima de todo, hay enormes desafíos logísticos porque no hay caminos de acceso, lo que significa que todo debe llevarse a pie. Llevas todo lo que puedes sobre la espalda a través de caminos estrechos y terreno accidentado, subiendo y bajando colinas resbaladizas y barrosas para llegar a tu destino. Es sumamente difícil
A la optimista que hay en mí le gusta pensar que es humanamente posible, por lo menos, poner en práctica medidas muy básicas para tratar de controlar la situación. Los refugiados rohingya que se han asentado en estas áreas en el último mes probablemente nunca tendrán la sensación de comodidad que ustedes y yo conocemos, y puede que nunca tengan un techo sólido sobre sus cabezas. Pero podemos hacerlo mejor y más seguro de lo que se encuentra ahora.
MSF en Bangladesh
Médicos Sin Fronteras trabajó por primera vez en Bangladesh en 1985. Cerca del asentamiento improvisado de Kutupalong en el distrito de Cox’s Bazar, MSF administra una instalación médica y una clínica que ofrece asistencia médica básica y de emergencia integral, así como servicios de hospitalización y laboratorio a los refugiados rohingya y a la comunidad local . En respuesta a la afluencia de refugiados, MSF ha aumentado significativamente sus actividades de agua y saneamiento, así como sus actividades médicas para la población refugiada.
En otras partes de Bangladesh, MSF trabaja en el barrio marginal de Kamrangirchar, en la capital, Dhaka, que brinda servicios de salud mental, salud reproductiva, planificación familiar y consultas prenatales, así como un programa de salud ocupacional para trabajadores de fábricas.
Tras una ola de violencia dirigida contra los rohingya en el estado de Rakhine, en Myanmar, más de medio millón de personas huyeron a Bangladesh desde el pasado 25 de agosto. La afluencia más reciente de refugiados rohingya se suma a los cientos de miles de rohingyas que han huido a través de la frontera durante episodios de violencia en años anteriores.