Como consecuencia de las estrictas políticas fronterizas puestas en marcha en Europa tras la crisis migratoria y de desplazamiento en 2015, la localidad italiana de Ventimiglia se ha convertido en el principal punto de tránsito de los migrantes y refugiados llegados a Italia y que tratan de continuar su ruta hacia otros países de la UE.
Desde finales de 2016, Médicos Sin Fronteras (MSF) brinda atención materna y apoyo mental a los migrantes que se dirigen a Francia y que han quedado atrapados en la frontera sin acceso a cuidados básicos. En verano, más y más personas alcanzan los límites de la ciudad y no encuentran refugio en las instalaciones existentes.
Como sucede con otras rutas migratorias hacia la Unión Europea (como la de los Balcanes), la frontera interna entre Italia y Francia representa un obstáculo más en el camino europeo, una nueva barrera que para algunos resulta insuperable. Los migrantes acuden a Ventimiglia con el objetivo de poder entrar en Francia, pero la única alternativa que tienen es cruzar la frontera ilegalmente y a través de rutas peligrosas. Entre los llegados hay numerosas mujeres embarazadas, familias enteras y menores no acompañados.
Cargas adicionales
El cierre de las fronteras, la escasez de lugares que ofrecen una acogida adecuada y la falta de acceso a las instalaciones básicas y a la atención sanitaria son cargas adicionales al ya agotador periplo que los migrantes en tránsito han experimentado durante meses o incluso años.
Su larga estancia en las fronteras italianas afecta profundamente a su salud física y mental. Muchos tratan de cruzarlas a pie –emprendiendo rutas arriesgadas a través de las montañas o a lo largo de los túneles y las autopistas que conectan Italia y Francia– solo para acabar siendo expulsados de vuelta a Italia. Desde septiembre del año pasado, han muerto 12 migrantes en el intento de llegar a Francia.
Limbo permamente
Esta situación de limbo permanente implica, a menudo, la repetición de síntomas de salud mental como depresión, sensación de abandono, síntomas post-traumáticos, apatía, trastornos de adaptación, ansiedad y, en algunos casos, problemas psicosomáticos. Para muchos de ellos, las duras condiciones de vida se ven agravadas porque re-experimentan acontecimientos traumáticos vividos durante el viaje como sucesos de violencia física, humillación, encarcelamiento forzoso y privación de las necesidades básicas.
«Las terribles condiciones de vida hacen a los migrantes más vulnerables. Muchos de ellos están huyendo de situaciones horribles vividas en sus países de origen y han sufrido un profundo trauma a lo largo de la ruta migratoria», explica Federico Saracini, coordinador de MSF en Ventimiglia.
«Lo que vemos en Ventimiglia son los efectos directos de las políticas europeas de disuasión: las personas se ven forzadas a poner sus vidas en peligro y a vivir en condiciones indignas durante meses».
Enfrentado a un flujo constante de recién llegados desde 2014, el sistema de recepción de Italia sigue funcionando en un modo de emergencia y no satisface las necesidades de los migrantes más vulnerables. A falta de una respuesta institucional, desde el verano pasado la sociedad civil local de Ventimiglia ha establecido un refugio temporal en la parroquia de Sant’Antonio alle Gianchette, donde familias, niños y mujeres son hospedados y reciben comida.
El mes pasado, 444 personas (198 mujeres y 246 hombres) procedentes principalmente de Sudán, Eritrea, Guinea Bissau, Etiopía, Costa de Marfil y Chad fueron acogidas en la iglesia. Entre ellos hay niños muy pequeños, como Raheek, de apenas dos meses. Originario de Sudán, cruzó el Sahara y el Mediterráneo central con sus padres. La familia de Raheek, que llegó a la parroquia tras un largo viaje por Italia, tiene miedo del futuro incierto que tiene por delante.
Los equipos de MSF brindan servicios de salud materna, apoyo en salud mental y consultas médicas. Además, facilitan donaciones de alimentos y de productos de primera necesidad. En lo que llevamos de 2017, los equipos han proporcionado 1.860 consultas médicas. MSF también apoya con acciones de mediación cultural a médicos voluntarios locales.
En agosto de 2016, la prefectura abrió un campamento temporal en las afueras de la ciudad donde, en un primer momento, solo se permitía la estancia de hombres solteros. Desde el mes pasado, los menores no acompañados también están autorizados a permanecer en el mismo. Sin embargo, entre 150 y 300 personas siguen durmiendo en la ribera del río Roya, sin acceso a servicio básico alguno.