El modelo actual de investigación y desarrollo de medicamentos ha fracasado y no responde a las necesidades de la salud pública mundial, por lo que urge un nuevo sistema en el que los Gobiernos tomen las riendas y se impliquen en el desarrollo de nuevos medicamentos, vacunas y diagnósticos a precios asequibles. Así lo afirma Médicos Sin Fronteras (MSF) en un informe publicado con motivo de la Asamblea General de la ONU en Nueva York, en el que insta a los 193 Estados miembros a tomar medidas urgentes frente a crisis como la de los antibióticos.
El informe Lives on the Edge: Time to Align Medical Research and Development with People’s Health Needs (Vidas en el filo: ya es hora de que las necesidades de las personas guíen la Investigación y Desarrollo de medicamentos) analiza el fracaso del sistema actual de Investigación y Desarrollo (I+D) y propone nuevos modelos que ayuden a desarrollar herramientas farmacéuticas a precios asequibles y mejor adaptadas a las necesidades médicas reales.
Para empezar, los Gobiernos deben aprovechar la oportunidad que brindan tanto la Asamblea General como el informe sobre la cuestión preparado por el Secretario General de la ONU, y empezar por acordar una acción conjunta en la crisis de la resistencia a los antimicrobianos (o antibióticos).
“Personas que viven tanto en países pobres como en países ricos se están encontrando con que los medicamentos que necesitan no existen, o son tan caros que no pueden permitírselos”, apunta Katy Athersuch, asesora para Políticas de Acceso Médico e Innovación de la Campaña de Acceso a medicamentos vitales de MSF. “Son los Gobiernos quienes tienen que resolver estos problemas –añade–. Deben aprovechar la Asamblea General de este año y apoyar medidas que garanticen el desarrollo de nuevos medicamentos asequibles que satisfagan las necesidades sanitarias más urgentes; no pueden seguir aplicando viejas políticas que han fracasado”.
La industria farmacéutica no invierte lo suficiente en enfermedades que no son lucrativas y los Estados no velan por que el dinero de los contribuyentes se destine a investigaciones que aborden las necesidades prioritarias de salud. Ejemplos de este fracaso son la falta de herramientas de diagnóstico, vacunas y medicamentos para el Ébola y la propagación de infecciones resistentes a los medicamentos: ambos casos demuestran que el sector está más centrado en los resultados financieros y en los dividendos para sus accionistas que en resolver los problemas médicos más acuciantes.
Además, algunos países han empezado a fijarse en la cuestión de los medicamentos vitales a precios desorbitados, después de que los nuevos fármacos para la hepatitis C llegaran a costar hasta 1.000 dólares por pastilla (unos 900 euros) en algunos países.
“Las empresas farmacéuticas ignoran las necesidades de las personas de los países más pobres. En el último medio siglo, solo se han desarrollado dos nuevos fármacos para la tuberculosis, que cada año mata a 1,5 millones de personas”, recuerda la doctora Jennifer Hughes, especialista en tuberculosis de MSF en Sudáfrica. Los enfermos de tuberculosis resistente a los medicamentos son tratados con fármacos que pueden dejarles sordos de por vida o provocarles trastornos mentales que les lleven al suicidio, y en todo caso solo uno de cada dos consigue curarse. “La realidad demuestra que a las multinacionales farmacéuticas no les interesa fabricar mejores tratamientos para la tuberculosis porque no son suficientemente rentables”.
MSF considera que los Gobiernos deben implementar nuevas estrategias de tuberculosis que conduzcan al desarrollo de nuevos métodos de diagnóstico y tratamientos que estén mejor adaptados a los problemas sanitarios de todas las personas en cualquier país y que se vendan a precios asequibles. Debe romperse el vínculo entre la investigación médica y las protecciones basadas en los monopolios de mercado, que conduce a los elevados precios de los productos farmacéuticos.
Un ejemplo de este nuevo enfoque de I+D es el Proyecto 3P, una iniciativa de MSF y otras organizaciones, que apunta a llevar a cabo una investigación colaborativa para desarrollar nuevos tratamientos contra la tuberculosis, compartiendo información y propiedad intelectual, con financiación procedente de una innovadora combinación de becas y premios.
“Es evidente que el sistema actual de I+D en nuevos medicamentos no funciona, ni en los países más pobres ni en cada vez más países ricos”, apunta Athersuch. “Urge una reescritura completa de los protocolos de la I+D médica: ha llegado el momento de probar algo nuevo. El Secretario General de la ONU está liderando los esfuerzos para mejorar la innovación y el acceso, y la Asamblea General va a acoger una cumbre de alto nivel sobre la resistencia a los antibióticos. Los Estados reunidos en Nueva York tienen la oportunidad única de adoptar una nueva hoja de ruta para la I+D farmacéutica”.