Del 18 al 22 de julio, cerca de 18.000 científicos, políticos, líderes mundiales y personas viviendo con VIH se reunen en Durban, Sudáfrica, para la 21° Conferencia Internacional sobre VIH/Sida para discutir el estado actual de la epidemia y cómo alcanzar los objetivos de “90 90 90” para el tratamiento de VIH. Según estos ambiciosos objetivos se estima que la pandemia del Sida podría darse por terminada en 2030.
«Son las recomendaciones que ya están implementadas en los países más desarrollados, quiere decir que el 90% de la gente infectada por VIH/sida sepa que es VIH/sida positiva, que de esos el 90% estén en tratamiento antirretroviral y que el 90% de esos tenga su carga viral indetectable en sangre», explica Lucas Molfino, médico santafesino que trabaja desde 2008 en temáticas relacionadas con VIH/sida para Médicos Sin Fronteras.
«Ese es uno de los desafíos lanzados por las Naciones Unidas, por el UNAIDS. Nosotros pensamos que para que realmente sea posible hay que garantizar diagnóstico, tratamiento inmediato, monitoreo de carga viral e indetectabilidad a todos los que están infectados por el VIH/sida, donde quiera que estén».
Lucas Molfino es especialista en medicina interna y trabaja con la organización humanitaria de emergencia desde 2006. Su primera misión fue en el norte de Uganda, en la frontera con Sudán del Sur, luego estuvo en el post-conflicto en Liberia y en emergencias nutricionales en Etiopía. Trabajó en temáticas relacionadas con VIH/sida y tuberculosis en Zambia, Camboya y desde 2011 hasta la actualidad trabaja en Mozambique como jefe de misión.
El trabajo de MSF en Mozambique en el año 2000 se enfocó hacia el tema de VIH/sida y tuberculosis. En conjunto con el Ministerio de Salud se incorporó el Voluntary Counselling Testing, los tratamientos anti-retrovirales y los primeros programas de VIH/sida, los primeros protocolos de tratamiento para iniciar tratamiento anti-retroviral a las personas por VIH/sida, la descentralización de esos cuidados y su consolidación. «Actualmente nos estamos focalizando en áreas un poco más específicas donde consideramos que la organización tiene un valor agregado, como es el VIH/sida pediátrico, las co-infecciones VIH/sida con infecciones oportunistas como la TB, las hepatitis virales, la TB resistente y estamos también orientados a los grupos de riesgo como usuarios de drogas endovenosas, trabajadoras del sexo y hombres que tienen sexo con hombres.»
Para Lucas las nuevas recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud van a ser difíciles de implementar porque requieren de una preparación previa tanto de los equipos de salud, de los centros de salud y de la cadena de abastecimiento de medicamentos. Al comenzar a tratar a las personas desde el momento del diagnóstico, la demanda de medicamentos va a ser mucho más grande y el costo también. «Para dar este paso gigantesco que es muy innovador, que es revolucionario y que va a tener muchísimos beneficios hay que hacer las cosas paulatinamente porque requieren de una preparación muy grande y no se puede improvisar en esto» y concluye, «todo apunta a que los nuevos desafíos en el VIH/sida son diagnosticar y tratar».
Médicos Sin Fronteras ve una desconexión entre los ambiciosos objetivos y la realidad en el terreno. Para lograr «90-90-90» es necesaria una radical y generalizada adopción de estrategias efectivas y centradas en el paciente, que penetren en las comunidades afectadas por VIH como nunca antes. Ampliar las estrategias de diagnóstico en particular requerirá de planes basados en la comunidad, adaptados al tamaño de la población, locación y capacidad del sistema de salud. En general, sin mayor financiamiento, organización y apoyo técnico enfocado a estas estrategias efectivas, no será posible alcanzar el 90-90-90.