Tras el brote de fiebre amarilla en República Democrática del Congo, relacionado con el que afectó a la vecina Angola en diciembre, Médicos Sin Fronteras (MSF) llevó a cabo distintas actividades en el suroeste del país para detener la propagación de la enfermedad. El entomólogo Andre Yebakima formó parte del equipo de MSF que llevó a cabo la evaluación inicial.
¿Cuál es el papel del entomólogo en la respuesta a la fiebre amarilla?
En una enfermedad transmitida por vectores como la fiebre amarilla, hay tres componentes: el virus, los seres humanos y el vector, en este caso el mosquito, que transmite el virus. Para combatir la enfermedad, deben tenerse en cuenta los tres componentes. El entomólogo, como especialista en insectos, se centrará, por lo tanto, en el mosquito. Nuestro objetivo es localizar los hábitats larvarios, dicho de otro modo, las zonas de reproducción de los mosquitos. Estos hábitats larvarios pueden ser de todo tipo; por ejemplo, puede tratarse de pequeños montones de basura en un patio o jardín donde se ha estancado un poco de agua, neumáticos viejos abandonados, depósitos de agua, desagües bloqueados, etc.
En el caso de la fiebre amarilla, la especie de mosquito responsable es el Aedes. Cuando contrae el virus de una persona infectada, este se desarrolla en el cuerpo del mosquito durante unos 12 días y tras este período el mosquito puede transmitirlo a una persona sana. Cuando un mosquito hembra se infecta, sigue portando el virus y, por lo tanto, puede transmitirlo a lo largo de su vida, de uno a dos meses. También puede transmitir el virus a su descendencia, aunque no de forma sistemática.
Sin mosquitos no hay transmisión. Así, además de la vacunación, la erradicación del mosquito es otra manera de romper la cadena de transmisión.
¿Qué métodos se utilizan para combatir los mosquitos?
Hay varios métodos complementarios. En primer lugar, las personas deben protegerse de las picaduras mediante el uso de repelentes, mosquiteras, ropa de manga larga, etc. También deben evitar tener cualquier cosa en casa o cerca de casa que pueda contener agua estancada, lo cual fomenta la reproducción del mosquito. Por último, podemos utilizar biocidas, productos químicos o plaguicidas biológicos. Estos pueden usarse ya sea en los hábitats, donde un larvicida puede evitar el desarrollo de larvas, o mediante la pulverización o fumigación de las casas con biocidas que atacan a los mosquitos adultos. Recientemente se ha desarrollado también un proceso que implica el envenenamiento del agua de un hábitat larvario. Tras tocar el agua envenenada, el mosquito arrastra el pesticida en sus patas a otros hábitats larvarios donde, a su vez, se envenenarán otros mosquitos.
En términos generales, la acción comunitaria y la promoción de la salud son esenciales para explicar la enfermedad, el papel que desempeñan los mosquitos y los métodos de prevención.
Usted llevó a cabo una evaluación en Kinshasa, donde se han confirmado varios casos provenientes de Angola y un caso local. En una ciudad tan grande, ¿cómo identifica dónde debe enfocarse la respuesta?
En general, tenemos marcadores: un barrio donde hay casos sospechosos, donde la población es más densa. Estos indicadores nos ayudan a guiarnos en el terreno. Una vez allí, como sabemos que se trata de un mosquito doméstico que vive cerca de la gente, visitamos las casas y sus alrededores para identificar las áreas donde puede acumularse agua estancada.
En Kinshasa, el objetivo principal fue evaluar el vector, el mosquito, mediante muestreo: cuáles eran las especies responsables y dónde estaban sus lugares de cría. También incluyó la identificación de los socios locales con los que MSF podría trabajar, y la evaluación de las necesidades con el fin de preparar los esfuerzos de MSF en materia de respuesta: recursos humanos, productos, equipos, etc.
El principal hallazgo fue el papel predominante de la gente en la creación del hábitat de las larvas. Desde un punto de vista entomológico, los indicadores muestran que existe riesgo de brote tan pronto como se producen casos importados o casos locales. Con la epidemia en la vecina Angola, el principio de precaución es llevar a cabo acciones enfocadas en los casos sospechosos o lugares vulnerables, como los hospitales y las escuelas. Siempre habrá áreas de aguas estancadas. El objetivo no es erradicar, sino más bien reducir la población de mosquitos en una proporción tal que se reduzca en gran medida la velocidad de transmisión.