El 3 de octubre de 2015, el hospital de trauma de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Kunduz, Afganistán, fue destruido por ataques aéreos, precisos y repetidos, de Estados Unidos. El bombardeo mató a 42 personas, de los cuales 24 eran pacientes, 14 trabajadores humanitarios de MSF y 4 cuidadores, e hirió a decenas más. La instalación, un hospital en pleno funcionamiento en el momento del ataque, estaba, como tal, protegida por el Derecho Internacional Humanitario.
El ataque tuvo consecuencias devastadoras para las víctimas, sus familias, los equipos de MSF y toda la comunidad de Kunduz. Seis meses después, el hospital permanece cerrado y miles de personas carecen de acceso a servicios médicos vitales.
Desde 2011, el hospital había venido proporcionando atención quirúrgica gratuita y de calidad a pacientes con heridas de guerra y a víctimas de traumatismos en general como consecuencia, por ejemplo, de accidentes de tráfico. Era la única instalación de este tipo en toda la región noreste de Afganistán y facilitaba servicios tanto a los residentes de Kunduz como de las provincias limítrofes.
MSF aún no ha tomado una decisión sobre la reapertura del hospital de Kunduz. Primero tenemos que obtener garantías claras de todas las partes en el conflicto de que nuestros pacientes, el personal y las instalaciones médicas estarán a salvo de ataques. Necesitamos saber que el trabajo de nuestros médicos, enfermeras y el resto del personal del centro será plenamente respetado tanto en Kunduz como en el resto de lugares en los que trabajamos en Afganistán. Exigimos garantías de que podemos trabajar de acuerdo a nuestros principios básicos y al derecho internacional humanitario; concretamente, que podemos proporcionar tratamiento con seguridad a todas las personas que lo requieren, sin importar quiénes son o de qué lado pueden combatir. Nuestra capacidad para operar hospitales en primera línea en Afganistán y en zonas de conflicto en cualquier lugar depende de la reafirmación de estos principios básicos.
Las consecuencias, seis meses después:
Testimonio de la Dr Thomas, un día común de trabajo en el hospital de Kunduz