Casi tres semanas después del bombardeo de Estados Unidos al centro de trauma de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Kunduz, Afganistán, el 3 de octubre, MSF anuncia hoy con tristeza que el número de víctimas sigue aún en aumento, luego de confirmarse que un trabajador más de MSF resultó muerto en el ataque. Al 23 de octubre, las cifras revisadas confirman 13 miembros de MSF asesinados y otro presuntamente muerto, 10 pacientes fallecidos y otros 2 que se presumen muertos también. Continúan los esfuerzos para determinar las identidades de otros siete cuerpos irreconocibles encontrados entre los restos del hospital, todos los cuales han sido ya enterrados. Desafortunadamente, estos pueden no ser los números finales.
Hasta el momento MSF confirma 27 trabajadores heridos como así también varios pacientes y cuidadores. Tras el caos del ataque, ha sido extremadamente difícil rastrear a los pacientes y un número preciso de heridos puede resultar imposible de determinar.
Más allá de la cantidad de víctimas inmediata, la destrucción del centro de trauma de 94 camas de MSF tendrá un enorme impacto en el acceso a servicios de cirugía para cientos de miles de personas. Este hospital era el único establecimiento de este tipo en el noreste de Afganistán, con más de 400 trabajadores capaces de proveer atención quirúrgica, post-operatoria y de rehabilitación de muy alta calidad. El año pasado, más de 22.000 pacientes recibieron atención en el hospital y se realizaron más de 5900 cirugías. El personal trataba a cualquier persona que necesitara atención médica, usualmente debido a heridas traumatológicas severas debido a accidentes de tránsito, estallidos de bombas o heridas de armas de fuego.
Los trabajadores de emergencias habían sido entrenados para responder a casos de afluencia masiva de víctimas – cuando se recibe una gran cantidad de heridos en un período corto de tiempo – y eso fue invaluable en la semana anterior al ataque, cuando el conflicto se agudizó en la ciudad y 394 pacientes fueron tratados entre el 28 de septiembre y el 2 de octubre.
Todo lo que ahora queda de los tres quirófanos, la sala de urgencia y los departamentos de consulta externa, y de la unidad de cuidados intensivos son techos derrumbados, paredes ennegrecidas, pisos cubiertos de polvo y piezas torcidas de metal que fueron alguna vez camillas o camas.
Hoy, en una situación que continúa siendo volátil, el Hospital Regional de Kunduz y una clínica en el aeropuerto son las únicas instalaciones que proporcionan atención médica gratuita en la ciudad de Kunduz. Desde el ataque al hospital de MSF, han recibido donaciones de suministros médicos de diversas fuentes, incluyendo de MSF. Además, el personal del Ministerio de Salud ha sido trasladado desde otras provincias para brindar apoyo. La capacidad quirúrgica en estas instalaciones es limitada y los casos médicos complejos no pueden ser gestionados, lo que significa que deben ser transferidos a hospitales de otras ciudades.
Un pequeño equipo de MSF ha vuelto a Kunduz para evaluar los daños, asegurar una colaboración adecuada con respecto a las investigaciones en curso y realizar un seguimiento de la situación de nuestro personal, pero hasta que MSF entienda lo que sucedió la noche del ataque y tenga firmes garantías de que no puede volver a ocurrir, el centro de trauma de Kunduz no podrá volver a abrirse. Nuestro personal y los pacientes deben estar seguros.
MSF comenzó a trabajar en Afganistán en 1980. MSF colabora con el Ministerio de Salud en el hospital público Ahmad Shah Baba en el este de Kabul, en la maternidad Dasht-e-Barchi en el oeste de Kabul y en el hospital Boost de Lashkar Gah, en la provincia de Helmand. En Khost, en el este del país, MSF opera un hospital materno infantil. Para sus operaciones en Afganistán, MSF no acepta fondos de ningún gobierno y cuenta sólo con financiación privada.