La situación en la isla de Kos durante las últimas dos semanas se ha vuelto completamente insostenible. Más de 7.000 nuevos refugiados, solicitantes de asilo y migrantes llegaron a la isla durante el mes de julio; el doble de los que había llegado el mes anterior. A falta de instalaciones de recepción adecuadas, la mayoría armó carpas en parques públicos de la ciudad, o duermen en los alrededores de la comisaría. Todos ellos están sin acceso a letrinas ni duchas desde que llegaron.
Desde el pasado abril, las autoridades no les han proporcionado ningún tipo de alimento (los únicos que se han encargado de ello son las organizaciones de voluntarios que se han creado en Kos) ni han habilitado ningún recinto para acogerlos; a pesar de que hay espacios de sobra para ello. Hasta ahora, la única decisión que han tomado es la de empujarlos de un lugar a otro y desentenderse de ellos.
En el transcurso de los últimos dos días la policía ha estado llevando a cabo operaciones para desalojar a los emigrantes de las zonas públicas y dirigirlos a un estadio situado a las afueras de la ciudad, que no ofrece instalación sanitaria alguna y en el que ni siquiera hay un lugar a la sombra en el que refugiarse del sol. Las autoridades locales han llevado a cabo estas acciones sin voluntad alguna de instalar una infraestructura de recepción adecuada.
En paralelo, los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) han sido testigos del acoso a los migrantes y refugiados que se habían instalado en los espacios públicos. Ha habido episodios de hostigamiento en los que también ha participado la seguridad privada, prohibiendo incluso a los emigrantes sentarse en los bancos de un parque del centro de la ciudad. La mañana del 11 de agosto, alrededor de 2.000 personas estaban haciendo cola en el estadio mientras soportaban temperaturas de 32 grados. Entre ellos había muchas familias con bebés y niños pequeños. Esperaban a ser registrados por la Policía, pero ésta fue incapaz de gestionar a la enorme cantidad de personas que había y acabó rociándolos con matafuegos para dispersarlos. La noche del 11 al 12 de agosto, la Policía forzó a unas 1000 personas a permanecer en el estadio, donde no se les permitió tener ningún tipo de acceso a bienes de primera necesidad. Un equipo de MSF les prestó asistencia sanitaria durante toda la noche.
«Lo que antes era una situación de inacción del Estado es ahora una situación de abuso por parte del Estado, ejercido por una Policía que ha incrementado su política de mano dura contra las personas vulnerables. La gran mayoría de la gente que llega aquí son refugiados que llegan de Siria y Afganistán. Las autoridades de Kos han dejado claro que no tienen intención alguna de mejorar la situación de estas personas. Creen que esto constituiría un «efecto llamada», pero, lo quieran ver o no, lo cierto es que estas personas huyen de la guerra y seguirán viniendo aquí, tanto si se las trata de detener como si no”, explica Brice de le Vingne, Director de Operaciones de MSF.
MSF está proporcionando asistencia médica en el antiguo hotel Captain Elias, un edificio en ruinas y sin electricidad donde cientos de refugiados buscan guarecerse durante los 10 o 15 que la Policía griega suele tardar en registrarlos y entregarles el documento que les autoriza a moverse fuera de la isla, la mayoría sin ser informados adecuadamente sobre el proceso en sí. MSF también ha estado proporcionando consultas médicas a través de clínicas móviles y efectuando una distribución de artículos no alimentarios a los refugiados que permanecen en los parques y otros lugares públicos.
«Han pasado ocho meses desde el primer llamamiento de MSFi y Grecia y la UE no han hecho nada para organizar una recepción digna y humanitaria de los migrantes y refugiados en las islas del Dodecaneso; particularmente en la isla de Kos«, afirma Brice de la Vingne. «No se ha designado un emplazamiento lo suficientemente grande y preparado para acoger a todas estas personas bajo unos estándares mínimos de salubridad. Uno se pregunta qué más necesitan las autoridades griegas para actuar, asumir sus responsabilidades y recibir estas personas de una manera digna y humana”.