Hace un año, la familia de Hadji Charmeed tuvo que tomar la decisión más difícil de su vida. «Soy incapaz de caminar debido a una lesión anterior en la guerra«, explica Hadji mientras observa su pie amputado parcialmente, «pero mi familia no quería dejarme atrás y decidimos que íbamos a estar todos juntos«. Ese día, grupos armados irrumpieron en el distrito Sinjar, en la provincia iraquí de Nínive, matando y provocando el desplazamiento de miles de personas.
Algunos huyeron y se refugiaron en las montañas de Sinjar. Otros, como Hadji, fueron capturados. Tras pasar meses encerrados, Hadji y parte de su familia consiguieron salir y encontrar un lugar más seguro en el norte del Kurdistán iraquí. Tuvieron que dejarlo todo atrás y huir con las manos vacías. Ahora tienen su hogar cerca de la ciudad de Zakho donde ocupan una casa sin terminar.
Viviendas inconclusas y esqueletos de edificios de apartamentos se han convertido en la morada de unas 700 familias (cada una tiene al menos seis miembros). Las condiciones de vida en estos bloques a medio construir son terribles. Se trata de construcciones de hormigón donde la mayoría de los pisos carecen de ventanas y puertas. Las viviendas no protegen del frío y de la humedad en invierno ni del calor en un verano como el actual en el que las temperaturas superan en ocasiones los 50 ° C. A esto se une la dificultad para acceder a agua y la falta de electricidad en un entorno complicado. La suma de estos factores tiene un impacto decisivo en el deterioro de las condiciones de vida y de la salud de los habitantes del asentamiento.
(Médicos Sin Fronteras) MSF trabaja con clínicas móviles en el área próxima a Zakho desde agosto del año pasado. En los seis primeros meses de 2015, los equipos médicos de MSF han proporcionado 15.788 consultas a personas desplazadas que habitan en estos edificios. «El 10% de los casos que vemos son psicosomáticos, lo que supone un número muy alto«, explica Jalal Alyas, una de las enfermeras de MSF. «El 40% de los pacientes sufren enfermedades crónicas como diabetes o hipertensión y el resto padece infecciones virales y respiratorias, diarrea y enfermedades cutáneas«. Estas últimas patologías están estrechamente relacionadas con las condiciones de vida. Muchos de los habitantes del asentamiento también presentan abscesos y heridas infectadas a causa de la falta de higiene.
Un año después de su huida en masa, las familias desplazadas se enfrentan a la misma situación que el día que llegaron y a la incertidumbre de no saber qué les deparará el futuro. No pueden regresar a sus hogares y algunas reciben amenazas por parte de los propietarios que quieren recuperar sus propiedades. Además, los campos de desplazados están repletos y los fondos para proporcionarles apoyo están disminuyendo. «Muchas familias requieren asistencia humanitaria y viven en condiciones lamentables en edificios a medio construir. Los donantes han empezado a darles la espalda y los desplazados que viven fuera de los campamentos siguen desatendidos«, explica Caroline Voûte, coordinadora de proyecto de MSF.
Farhan Khala vive en uno de los pisos de uno de los edificios cerca de Zakho, apenas un armazón de cemento. Farhan comparte deseo con muchas de las personas desplazadas: “Espero que mi familia encuentre un lugar seguro para vivir. Si pudiéramos, daríamos todo lo que hemos tenido que dejar atrás poder reunirnos de nuevo, juntos, como una familia”.
La escalada del conflicto armado en los últimos dos años ha causado un desplazamiento masivo de población. Según cifras oficiales, solo desde enero de 2014 más de tres millones de personas han tenido que abandonar sus hogares a causa de la violencia en todo el país.
MSF trata de dar respuesta a las necesidades humanitarias de los desplazados que han huido de las gobernaciones de Ambar, Saladino y de Nínive. Equipos médicos de MSF se afanan en facilitar atención sanitaria en diferentes zonas del país, servicios de agua y saneamiento, abrigo y artículos no alimenticios de primera necesidad. Desde enero, MSF ha brindado 55.598 consultas médicas a la población desplazada.
Médicos Sin Fronteras (MSF) trabaja de forma continuada en Irak desde 2006. Actualmente impulsa proyectos en el sur y norte del país. Con el fin de garantizar su independencia, MSF no acepta fondos de ningún gobierno, comité religioso o agencia internacional para sus programas en Irak que se financian, exclusivamente, con donaciones particulares procedentes de todo el mundo. En la actualidad, MSF cuenta con más de 300 trabajadores humanitarios en el país.