Desde el año 2000, la mortalidad por malaria se ha reducido un 47% a nivel mundial, y un 54% en la región africana, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). El uso de pruebas rápidas de diagnóstico y el tratamiento con terapias combinadas con artemisinina (TCA) han jugado un papel clave en este gran avance. Sin embargo, la malaria sigue matando en África, donde se dan el 90% de las muertes mundiales, a más de 430.000 niños al año.
La malaria es la enfermedad que más tratamos en los proyectos de MSF; más de 1.800.000 casos en 2013. Nuestra prioridad es que los niños menores de 5 años y las mujeres embarazadas, los más débiles a la hora de enfrentarse al parásito, sean diagnosticados y tratados lo antes posible y así evitar complicaciones. También es vital el buen uso de mosquiteras tratadas con insecticida de larga duración. Y además, en los últimos años, hemos dado un paso más allá y en varios países africanos hemos apostado por estrategias preventivas que eviten que los niños caigan enfermos.
En 2014, MSF proporcionó tratamiento preventivo a unos 735.000 niños de entre 3 meses a 5 años en Níger, Chad y Mali. Esta estrategia, conocida como quimioprevención de la malaria estacional (SMC, por sus siglas en inglés), está recomendada por la OMS para los países del Sahel, donde la mayoría de casos de malaria se concentran en unos pocos meses del año. Durante el periodo de mayor transmisión, los niños reciben tratamiento con sulfadoxina-pirimetamina (SP) y de amodiaquina (AQ) que toman durante tres días, una vez cada mes.
Varios estudios demuestran el impacto de esta estrategia en la reducción de casos de malaria simple y severa. El año pasado, conseguimos llegar hasta más niños y también pudimos implementar esta actividad en lugares más inseguros y de difícil acceso como el norte de Mali, donde la población civil se ve atrapada por los intereses de los diferentes grupos beligerantes.
Adaptarnos a la población que queremos atender
En República Centroafricana, donde hay casos de malaria durante todo el año y el pico de transmisión de unos cuatro meses es mucho menos pronunciado, MSF puso en marcha una campaña que consistió en administrar antimaláricos a todos los niños menores de 15 años en la zona de Kabo, en el norte del país, en dos ciclos durante el pico. 17.000 menores fueron cubiertos con una TCA.
Decidimos hacer esta campaña porque se trata de una población extremadamente vulnerable, que se ve obligada a desplazarse regularmente, como consecuencia del conflicto que se recrudeció en 2013 y sigue activo. Ante esta situación, dar un tratamiento a todos los niños –enfermos o no– que sabemos que les protege durante la época más difícil es pertinente porque en un contexto tan volátil, no estamos seguros si luego vamos a poder tratarlos si caen enfermos.
Nuestras estadísticas muestran un descenso de casos simples, de las transfusiones de sangre que habitualmente se necesitan para los casos graves y de las hospitalizaciones relacionadas por malaria en Kabo. Llevamos años trabajando en esta zona, y aunque no podemos decir que esta estrategia sea la principal causa de esta bajada, sí pensamos que ha tenido un impacto indirecto por la reducción de casos en las consultas y en el hospital.
Por otra parte, en la República Democrática de Congo, MSF quiere introducir otra medida de protección con antimaláricos: tres veces al año, coincidiendo con el programa de vacunación, los niños menores de 1 año recibirán una dosis de SP. Esta estrategia está también recomendada por la OMS y validada en el país. El reto aquí es conseguir que funcione correctamente el programa de vacunación, que es muy inestable, para poder proporcionar los antimaláricos a esta población, la más vulnerable dentro del grupo de niños menores de 5 años.
Poner freno a la malaria en medio del Ébola
En 2014, la epidemia de Ébola en el oeste de África, que debilitó mucho los sistemas de salud de los países afectados, nos hizo reforzar la prevención de malaria en la región. Los síntomas de malaria –fiebre alta, mareos, dolores de cabeza, osteo-musculares y gastro-intestinales– se pueden confundir con la etapa temprana del Ébola.
En Sierra Leona, uno de los países con mayor prevalencia de malaria del mundo, MSF junto al Ministerio de Salud, realizó la mayor campaña de distribución masiva de antimaláricos en el país: 1,8 millones de tratamientos fueron repartidos en Freetown, y en cinco distritos de la periférica Zona Occidental. La campaña duró cuatro días y el medicamento administrado fue artesunato-amodiaquina, que servía tanto para tratar los casos en curso como para prevenir la enfermedad en el momento de mayor transmisión. Además, al conseguir reducir la fiebre por malaria, también evitamos que muchas personas fueran a los centros de tratamiento de Ébola por pensar que podían sufrir la enfermedad.
Todas estas estrategias de prevención farmacéutica nos están ayudando en contextos complejos a poder organizarnos mejor y lidiar con la malaria en todos los niveles de atención de salud. Y esto, sin olvidarnos de implementar los paquetes básicos: el buen uso de mosquiteras, y el correcto diagnóstico y tratamiento de los casos simples y severos. Además, estaremos listos a implementar otras herramientas recomendadas en los próximos años para seguir contribuyendo a la reducción de casos allá de donde trabajamos.