El acceso a cuidados médicos esenciales es casi imposible debido a la falta de suministros y de personal médico cualificado, así como a los ataques contra las instalaciones médicas. Los pacientes son dados de alta antes de tiempo debido a las dificultades para llevar a cabo cuidados postoperatorios y a la falta de antibióticos. Esto supone unas altas tasas de morbilidad y de mortalidad asociada a complicaciones quirúrgicas, ya sea en forma de infecciones o de hemorragias.
Los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) han observado un incremento de las complicaciones obstétricas debido al estrés que experimentan las embarazadas y a la falta de atención prenatal para prevenir y tratar complicaciones como la preeclampsia, que aumenta las posibilidades de un parto prematuro, pérdida del bebé o un peso por debajo de lo normal de los recién nacidos.
La terrible situación humanitaria se ha exacerbado a causa de la brutal violencia contra la misión médica y que ha puesto al sistema sanitario de Alepo al borde del colapso. De los aproximadamente 2.500 doctores que trabajaban en Alepo cuando empezó el conflicto, tan solo quedan alrededor de un centenar. El resto han huido, se han convertido en desplazados o refugiados o han sido secuestrados o asesinados.
Desde el principio de las protestas que luego derivaron en guerra civil, los doctores y los trabajadores de la salud han sido amenazados, detenidos y torturados por las fuerzas de seguridad y sus milicias aliadas por ofrecer ayuda médica a los manifestantes y por ser percibidos como simpatizantes de la oposición. Muchas instalaciones médicas en las áreas bajo control de la oposición han sido el objetivo de repetidos bombardeos por parte de las fuerzas gubernamentales, y han causado su destrucción total o parcial, así como muertes y heridos entre el personal médico y los pacientes.
En las áreas controladas por la oposición, el acceso humanitario está en peligro debido a la creciente atomización entre la oposición armada, los cambiantes frentes de batalla, la aparición de múltiples facciones y las dinámicas cambiantes entre los grupos armados. MSF ha sido testigo de la falta de respeto a las instalaciones y personal médico y de ataques dirigidos y motivados por ideologías o afiliaciones individuales. Muchos profesionales de la salud y pacientes han sido perseguidos, detenidos, torturados y ejecutados al margen de cualquier proceso legal. Uno de los casos más trágicos fue el asesinato de un cirujano sirio de MSF.
“En un contexto de violaciones masivas contra la misión médica, los equipos de MSF se han aferrado de forma inequívoca a los principios humanitarios como única forma de preservar el espacio humanitario”, afirma Raquel Ayora, directora de Operaciones de MSF. “Este enfoque ha sido también adoptado por centros médicos locales y redes con las que MSF colabora. Tenemos la esperanza de que los grupos armados entiendan la necesidad imperiosa de respetar la misión médica y asegurarse de que los enfermos y los heridos, sin excepciones, reciben el mejor tratamiento posible”, añade.
Pero la capacidad de dar asistencia en Siria se ha reducido más aún en el último año debido a que el Estado Islámico (EI) ha puesto al personal sanitario en su punto de mira. MSF, como otras organizaciones de ayuda humanitaria, lo sufrió en sus propias carnes en enero de 2014 cuando 13 de sus trabajadores fueron secuestrados y cinco de ellos estuvieron retenidos durante cinco meses, sin ninguna explicación. Como resultado, cuatro hospitales del norte de Siria cerraron, y los suministros médicos para centenares de centros médicos en Siria se redujeron significativamente o se detuvo por completo su distribución en las zonas bajo control del EI.
En agosto de 2014, MSF decidió suspender la presencia de personal internacional dentro de Siria hasta que la organización tuviera garantías de seguridad creíbles por parte de los grupos armados, particularmente aquellos que manifestaban sospecha e intolerancia por lo que percibían como ayuda extranjera. Sin embargo, el cambio hacia un modus operandi con solo equipos nacionales dentro del país ha permitido a la organización humanitaria seguir proporcionando una asistencia médica que hoy se antoja vital en Alepo. Además, el sostenido y creciente apoyo a los equipos médicos locales y a los centros de salud es una importante contribución de MSF en Alepo.
Pese a ello, decenas de miles de personas siguen aisladas de cualquier forma de ayuda, y los enfermos y los heridos están desprovistos de atención médica, a la vez que miles de ciudadanos siguen huyendo de Alepo. De los 97.000 refugiados sirios en la ciudad turca de Kilis, fronteriza con Siria, un 20 por ciento (19.400) han llegado en los últimos seis meses. El éxodo sirio continúa y el número total de refugiados sirios está cada vez más cerca de los cuatro millones, pero el mundo parece incapaz de lidiar con esta crisis humanitaria.
MSF gestiona dos hospitales en la provincia de Alepo. Uno de ellos, situado cerca de la frontera turca, tiene 28 camas, sala de emergencias y ofrece cuidados obstétricos y consultas regulares (unas 50 al día). El segundo hospital se ubica en las afueras de Alepo y el año pasado se realizaron unas 16.000 consultas y 410 ingresos de pacientes. MSF también facilita apoyo a diez hospitales de campaña, cinco puestos de salud y tres centros de salud de la provincia.