La volátil situación de inseguridad en Bambari, en la provincia de Ouaka está ocasionando un gran impacto en la vida de los habitantes de esta región de la República Centroafricana (RCA). Además, la violencia está provocando la reducción de la ayuda proporcionada por las organizaciones humanitarias para atender las necesidades sanitarias más urgentes de la población.
Aunque las barricadas instaladas en los últimos días han sido ya desmanteladas, el robo a mano armada y los episodios de violencia por parte de grupos incontrolados siguen siendo hechos cotidianos de los que la población civil es víctima. El ambiente continúa tenso, tanto en la ciudad como en sus alrededores y los residentes de Bambari viven sumidos en el miedo. Recientemente, un grupo de hombres armados llegó a irrumpir en el hospital de Bambari y provocaron la huida de los pacientes.
En este contexto, prestar atención sanitaria a las personas que más lo necesitan supone todo un reto incluso para una organización humanitaria imparcial como Médicos Sin Fronteras (MSF). El equipo de MSF se vio obligado a restringir temporalmente sus desplazamientos después de que algunos integrantes de su equipo se vieran atrapados por la violencia en una de las riberas del río que divide la localidad. El equipo ha vuelto a restablecer sus actividades médicas mediante clínicas móviles para atender tanto a comunidades cristianas como musulmanas.
Además, personal de MSF ha realizado seguimiento médico de 12 pacientes con lesiones relacionadas con la violencia en el hospital de Bambari, administrado por el Ministerio de Salud y por otros actores humanitarios. La mayoría sufría heridas causadas por granadas y armas de fuego. Un paciente presentaba múltiples lesiones, tres han requerido laparotomía a causa de la gravedad de sus heridas abdominales y otros tres pacientes han sufrido diversas fracturas. Uno de los pacientes ha fallecido debido a las lesiones.
La inseguridad de la región tiene como consecuencia que muchas personas no puedan acceder a los servicios médicos y que las organizaciones humanitarias encuentren numerosos obstáculos para poder prestar asistencia. Durante algunos días, el equipo de MSF no pudo acceder a los cinco centros de salud a los que apoya. Antes del bloqueo, MSF había facilitado a estos centros kits de estabilización para el tratamiento de pacientes heridos para emplearlos en caso de urgencia.
La situación también es tensa en el área que circunda Bambari, donde la atención médica es aún más precaria. Un equipo móvil de MSF pudo llegar a Ngakobo, a 66 kilómetros al sur de Bambari, donde 9.500 personas desplazadas habían buscado refugio. En dos días, el equipo de MSF llevó a cabo 427 consultas en el campo y en una aldea cercana. Fundamentalmente atendieron a pacientes con malaria e infecciones respiratorias. MSF también puso en marcha una iniciativa para aumentar el suministro de agua potable.
“En nuestra recorrido hacia Ngakobo, asistimos a un gran contraste entre la belleza del paisaje y los pueblos fantasmas, completamente en ruinas y donde ya no queda nadie a causa de los ataques”, explica Martin Braaksma, coordinador general de MSF en RCA. “En otras aldeas, la población tiene demasiado miedo a salir de sus casas para ir a los campos a trabajar. Están atrapados por la violencia”.
Las consecuencias médicas de la violencia en RCA vienen a sumarse a las necesidades de salud habituales en un país como muy malos indicadores de salud y sin atención médica gratuita y de calidad. MSF cuenta con seis puestos de malaria en el área de Bambari para diagnosticar y tratar esta enfermedad que constituye uno de los principales problemas de salud, en especial entre los niños. Solo en enero, MSF trató en la zona de Bambari a 3.231 pacientes de malaria; más del 40% eran niños menores de cinco años.
MSF trabaja en Bambari desde mayo de 2014.