Bogovadja, Serbia – Tras haber arriesgado sus vidas tratando de llegar a Europa, los solicitantes de asilo, refugiados y migrantes que consiguen entrar en Serbia se quedan abandonados a su suerte en los bosques del país o en el interior de edificios en ruinas, soportando temperaturas invernales extremas, y sin comida ni refugio suficiente. Médicos sin Fronteras (MSF), organización que les está proporcionando artículos de primera necesidad y asistencia médica de urgencia, pide a las autoridades serbias y a los estados miembros de la Unión Europea que garantice ayuda y protección para todos ellos y que se hagan cargo de la situación de los solicitantes de asilo.
El Reglamento de Dublín requiere que todas las personas que entren de manera irregular y quieran solicitar asilo, lo hagan en el país a través del cual han entrado en la UE. Sin embargo, tanto los migrantes como los solicitantes de asilo se ven obligados, cada vez con más frecuencia, a cruzar los Balcanes para huir de las duras condiciones de vida a las que se enfrentan en Grecia y Bulgaria. Según la Oficina de Asilo de Serbia, unos 16.500 solicitantes de asilo entraron en el país en 2014. La mayoría de ellos provenían de Siria, de Afganistán o de los países de África Subsahariana, e intentaban encontrar refugio y unas condiciones de vida dignas en el norte de Europa.
«Los estados miembros de la UE deben asumir las indignantes e intolerables consecuencias que tienen sus políticas y ponerse manos a la obra para mejorar los actuales procedimientos de asilo. También deben trabajar para solventar las enormes dificultades que sufren miles de refugiados y solicitantes de asilo para integrarse y mejorar las condiciones de acogida en las que se encuentran», explica Stuart Alexander Zimble, coordinador de MSF en la región de los Balcanes. “Grecia y Bulgaria son dos de los países que deberían tomarse en serio estas obligaciones”.
El sistema de asilo en Grecia sigue siendo completamente disfuncional, ya que obliga a que unas personas que lo que necesitan es protección, permanezcan en el país en unas condiciones espantosas. Este hecho está haciendo que la gente tome más riesgos y que muchos opten por recurrir a las redes de contrabando para salir de Grecia en busca de una mejor asistencia y protección. «La situación en Grecia es muy mala. Es imposible permanecer allí como solicitante de asilo», explica un refugiado afgano que pasó 18 meses en un centro de detención de Grecia antes de salir del país en dirección a Macedonia y Serbia.
A su llegada a Serbia, muchos solicitantes de asilo se encuentran con que la única opción que tienen es la de dormir a la intemperie. Pasan la noche bajo cubiertas de plástico o en tiendas de campaña hechas de manera improvisada y tienen que soportar las duras temperaturas invernales, que en esta zona de Serbia pueden alcanzar los 20 grados bajo cero. Todos los días en el pueblo de Bogovadja, decenas de personas esperan a que sus solicitudes de asilo sean registradas. Sin embargo, la oficina local sólo procesa un puñado de registros cada jornada, obligando a la gente -entre quienes se incluyen mujeres embarazadas y niños – a que esperen mientras tanto en el bosque que rodea el pueblo. En la ciudad de Subotica, cerca de la frontera con Hungría, los migrantes pasan las noches en el interior de edificios abandonados y en ruinas. También hay quienes prefieren dormir fuera, escondidos en el campo, para evitar encontrarse con la policía.
MSF pide a los Estados miembros de la UE, y en particular a Hungría, que se abstengan de expulsar a los nacionales de terceros países a Serbia. Serbia, con el apoyo del ACNUR, debe a su vez proporcionar una asistencia adecuada y protección internacional a los solicitantes de asilo, y debería incrementar su capacidad para registrar y dar cabida a todas aquellas personas que solicitan asilo, haciéndolo además de una manera segura, respetuosa y eficiente.
Desde el pasado mes de diciembre, un equipo de MSF ha estado llevando a cabo clínicas móviles y distribución de artículos de primera necesidad para todas aquellas personas que se encuentran en una situación de extrema vulnerabilidad en Bogovadja y Subotica. Los problemas de salud más comunes entre los migrantes son los resfriados, las enfermedades respiratorias y las enfermedades cutáneas; en gran parte debido al frío clima y a las malas condiciones sanitarias del lugar.
«En general, todos tienen poca ropa, no disponen de lugares en los que poder contar con unas condiciones mínimas de higiene, y pasan mucha hambre», explica el coordinador médico de MSF Vasiliki Armeniakou. «Muchos tienen lesiones musculares y óseas, sufren fuertes dolores en el cuerpo, y presentan cortes, magulladuras y congelaciones como resultado de muchos días caminando o corriendo por el bosque».