Los enfrentamientos que se renovaron hace una semana entre jóvenes cristianos y musulmanes en Bangui, capital de la República Centroafricana, están dejando nuevas víctimas. Algunas de ellas reciben tratamiento en el hospital General, donde Médicos Sin Fronteras trabaja en el servicio quirúrgico de urgencias.
Miércoles 28 de mayo, 16:00 h. Hospital General de Bangui.
«Hay combates en PK5.
La noticia corrió como la pólvora en el servicio de urgencias. No en vano: unos minutos después llegaba el primer herido, que había sido trasladado al hospital en motocicleta subido en medio de dos de sus amigos. Estaba herido en la mejilla. Después llegaba un segundo, herido de bala, que fue atendido de inmediato por el médico de urgencias. A la media hora llegaba un tercer hombre, que había recibido el impacto de una granada. La adrenalina va aumentando, la sala de operaciones está a punto y así lo hacen saber los cirujanos y anestesistas.
MSF lleva trabajando en este hospital desde el mes de febrero para tratar a los heridos. Es un edificio de tres plantas, siempre lleno. Ahora mismo, la ocupación llega al 90% y es raro encontrar camas libres. Llevaba sin funcionar unos veinte años. MSF se hace cargo de todas las actividades en este bloque hospitalario, explica Pascal Muhitira, coordinador de MSF en el hospital. Tenemos 108 camas, cuatro de ellas en cuidados intensivos. Aunque a veces tenemos que añadir más, dependiendo de la situación.
En algunas áreas de la ciudad el conflicto es cotidiano y brutal. En febrero, los heridos suponían el 80% de las heridas que recibimos. Desde entonces este porcentaje ha ido bajando y se ha estabilizado. Tenemos más accidentes de coche, lo que supone un cierto retorno a la vida normal en algunos barrios de Bangui. Pero en los últimos días, los enfrentamientos entre grupos de jóvenes musulmanes y cristianos en los barrios de PK5 y Boeing, han supuesto volver a ver heridos por machete o bala. El domingo, recibimos 16 heridos y al día siguiente, cuatro, dice Pascal Muhitira.
En la primera planta, el quirófano: cirujano, anestesista, enfermero. Un paciente de unos treinta años, la pierna amputada. Herida de bala, sangraba por la cadera. Como vive fuera de Bangui, sus vecinos le hicieron un torniquete antes de que saliera hacia aquí. Tardaron siete horas en llegar. Se quedó sin circulación sanguínea en parte de su pierna durante demasiado tiempo. Le abrimos para atajar la herida y la hemorragia. Pero la pierna comenzó a gangrenarse. Tuvimos que amputar primero hasta el muslo, luego hasta la cadera, cuenta Joel Bost, cirujano de MSF.
El siguiente paciente, Casimir, tiene 68 años y quemaduras en el torso y la cara. Era la noche del domingo, el día de la Madre, a las once y media, cuando me despertó una explosión ., explica Jules-Stéphane, su hijo. La casa estaba ardiendo con mi padre dentro. Eché la puerta abajo y lo vi allí, en el suelo. Sólo tuvo tiempo a decirme que salvara a mi madre antes de desmayarse. El matrimonio fue ingresado con quemaduras graves. No queda nada de la casa, sólo una pila de ladrillos quemados que Jules-Stéphane muestra en fotos hechas con su móvil.
17:00 h. De Nuevo en el quirófano.
Los logistas de MSF disponen colchones en la entrada del hospital y se preparan para una nueva oleada de heridos. Las noticias se confirman: el atentado ha sido en el barrio de la iglesia de Fátima. Nadie sabe cuántos muertos y heridos ha habido. Unas horas después, los enfrentamientos suponen que nueve heridos lleguen al hospital en Bangui.
MSF trabaja en el Hospital General, en el departamento de cirugía de urgencias, con un equipo de más de 270 personas. En abril se llevaron a cabo 421 procedimientos quirúrgicos y 150 pacientes fueron atendidos por traumatismos producto de la violencia. En el resto del país, MSF emplea a más de 2300 personas que operan en 15 ciudades diferentes de la República Centrofricana, así como a los refugiados centroafricanos en Chad, Camerún y la República Democrática del Congo (RDC).