Juba/Barcelona, 26 de febrero de 2014. Pueblos enteros se han visto completamente devastados por los violentos ataques que asolan Sudán del Sur desde hace dos meses y medio. Al mismo tiempo, el personal y las estructuras médicas también han sufrido las consecuencias del conflicto, varios pacientes han sido asesinados en las camas de los hospitales, decenas de salas hospitalarias han sido quemadas, el material médico de muchas clínicas, puestos de salud y hospitales ha sido robado, e incluso ha habido un caso en el que uno de los hospitales de MSF fue completamente destrozado. Este el triste balance que la organización Médicos Sin Fronteras (MSF) ha hecho público hoy desde Juba, la capital de un país en el que cientos de miles de personas se han visto privadas de una asistencia médica que en estos momentos resulta de vital importancia para ellos.
Malakal es un ejemplo que ilustra a la perfección el grado de violencia que se está alcanzando en Sudán del Sur. En esta ciudad del estado del Alto Nilo, el personal de MSF es testigo de las terribles consecuencias que tienen todos estos ataques para la población civil. Tras los incidentes del pasado mes, por los cuales los equipos de la organización se vieron obligados a evacuar temporalmente el proyecto, estos días se han vuelto a producir nuevas violaciones de las estructuras médicas. A su regreso al hospital después de varias semanas de ausencia obligada, los trabajadores de la organi-zación médico humanitaria se encontraron a varios pacientes asesinados en sus propias camas. En Leer, ciudad perteneciente al estado de Unidad en la que MSF también tuvo que suspender tempo-ralmente sus actividades, el hospital había sido saqueado, quemado y completamente destrozado. Muchas zonas de la ciudad han corrido la misma suerte que el hospital y han sido completamente arrasadas.
Los ataques a estructuras médicas y pacientes son el telón de fondo de las agresiones indiscriminadas que se están llevando a cabo en ciudades, mercados y lugares públicos, afirma Raphael Gorgeu, coordinador general de MSF en Sudán del Sur. Estos ataques demuestran una falta total de respeto a la misión médica y deja a las personas más vulnerables sin una asistencia sanitaria que es vital para ellos.
Escenas de horror en Malakal
El 22 de febrero, los equipos de MSF descubrieron 14 cuerpos sin vida en el interior de las instala-ciones del hospital de Malakal. Allí quedaban otros 75 pacientes con vida que estaban demasiado débiles o que eran muy mayores y que no pudieron escapar. Varios pacientes muertos tenían signos de haber sido tiroteados mientras estaban en sus camas. Muchas salas del hospital, incluyendo el centro para tratar a los niños desnutridos, estaban quemadas. Además, el hospital había sido saqueado. MSF ha evacuado a los pacientes más graves a la base de las Naciones Unidas en Malakal para poder tratarlos en condiciones de seguridad. 13 de ellos presentan heridas de bala.
Malakal está desierto, con casas quemadas y muchos cuerpos por las calles, cuenta Carlos Fran-cisco, coordinador de la emergencia en Malakal. No tengo palabras para describir las escenas de brutalidad que estamos viendo. La ciudad está saqueada y la gente se encuentra muy traumatiza-da.
Algunos de los pacientes evacuados por MSF a la base de la ONU afirman que varios grupos arma-dos entraron en el hospital el 19 de febrero y mataron a aquellos que no tenían dinero ni teléfonos móviles. Esa misma tarde, más hombres armados volvieron y mataron a algunos pacientes en sus camas. También asesinaron a otras personas que se habían refugiado en el quirófano. Los mismos supervivientes afirman que decenas de mujeres y niñas fueron violadas.
Cientos de miles de personas se quedan sin asistencia médica en Leer
Cientos de miles de personas se quedaron sin asistencia médica cuando el hospital de Leer fue arra-sado y destrozado entre finales de enero y principios de febrero.
Cuando el equipo de MSF pudo por fin volver a la zona tras varias semanas de inseguridad y tiroteos, las escenas que se encontraron fueron desoladoras: el hospital y todo el material médico había quedado reducido a cenizas, multitud de viales de medicamentos inyectables estaban esparcidos por el suelo y los materiales quirúrgicos esterilizados estaban rotos y desperdigados por todas partes. Además, medicinas, camas hospitalarias y otros suministros habían sido saqueados. No queda ni una sola cama en el hospital.
La población de Leer y del estado de Unidad contaban con MSF para recibir asistencia médica. Sin embargo, la confianza, básica para poder llevar a cabo nuestro trabajo, se ha roto. Lo más triste de todo es que al final quien paga el precio más alto de esta violencia son todas estas personas que sufrirán, y probablemente morirán, porque se han quedado sin acceso a los cuidados médicos.
El hospital en Leer, que abrió hace 25 años, era la única estructura de segundo nivel en la región, lo cual explica el duro golpe que esto supone para las casi 300.000 personas que viven en la zona. Sólo en 2013 se hicieron más de 68.000 consultas médicas, se operaron a unas 400 personas y se trataron a más de 2.100 niños desnutridos. Desde el 15 de diciembre pasado, cuando la violencia empezó en el país, hasta el 15 de enero de este año, cuando se tuvo que cerrar el hospital, se hicie-ron más de 4.000 consultas y casi 170 operaciones.
Leer está vacío, los civiles han huido a causa de la inseguridad y están viviendo en condiciones infrahumanas en el bosque, aterrados ante la mera idea de volver a casa, cuenta Sarah Maynard, coordinadora del proyecto de MSF en Leer. Si volvieran mañana, o en un mes, se encontrarían con sus casas en ruinas y sin asistencia médica. Esto es una catástrofe para la población.
Los 240 trabajadores locales de MSF que se vieron obligados a huir al bosque siguen refugiados en el interior del mismo, luchando para tratar a los pacientes con los pocos suministros que les quedan. El personal cuenta que están reutilizando el material para curar heridas e intentado asistir a la po-blación desplazada, que cada vez está más enferma por beber agua sucia del rio y por comer las plantas que encuentran ante la falta de comida. MSF está intentando asistir a esta población y enviar suministros a su personal.
La asistencia médica en Sudán del Sur está en el punto de mira, afirma Gorgeu. Los hospitales ya nos son lugares seguros donde recibir tratamiento, sino objetivo de ataques brutales e indiscrimi-nados. Son lugares temidos y no en los que confiar. Su rol ha sido completamente invertido. Cientos de miles de personas necesitan urgentemente refugio, comida, agua y asistencia médica en Sudán del Sur, pero la pregunta que nos hacemos nosotros en este momento es cómo podemos proporcionar una asistencia efectiva y neutral en medio de este clima de falta de respeto y miedo.
Patrón de ataques a la asistencia médica en Sudán del Sur
Las atrocidades en el hospital de Malakal y la destrucción en el hospital de Leer han tenido lugar en un marco de incidentes que afectan al personal médico, pacientes, y estructuras apoyadas por MSF:
– A mediados de enero, hombres armados robaron y amenazaron al personal de MSF en su casa en Malakal, lo que obligó a la organización a interrumpir temporalmente sus actividades médicas en la ciudad.
– A mediados de enero, la casa de MSF en Bentiu, capital del estado de Unidad, fue saqueado durante los enfrentamientos caóticos en la ciudad, forzando a MSF a evacuar el Hospital Estatal de Bentiu, donde se dejaron medicamentos y suministros a los pacientes y los que les cuidaban. Miles de personas se quedaron sin acceso a la salud en Bentiu durante varias semanas.
– Hay informes de pacientes asesinados en sus camas en el hospital de Bor, capital del estado de Jonglei, durante los enfrentamientos de diciembre. A principios de febrero, el personal de MSF visitó el hospital y descubrió los cuerpos en descomposición de una madre y su hijo ahogados en el tanque de agua. El hospital está hoy funcionando pero hay pocos pacientes ya que la ciudad está vacía.
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MSF trabaja en lo que hoy constituye la República de Sudán del Sur desde 1983, y actualmente gestiona 16 proyectos en nueve de los diez estados del país: en Agok, Aweil, Bentiu,Gogrial, Gumuruk, Leer, Maban, Malakal, Nasir, Yambio, Lankien, Yuai y Yida. Además, ha puesto en marcha tres proyectos de emergencia en Juba, Awerial y Malakal. MSF responde a las emergencias, incluyendo desplazamientos a gran escala, flujos de refugiados, situaciones alarmantes de nutrición y picos de enfermedades como sarampión, malaria, diarrea acuosa y kala azar, además de dar servicios de salud básicos y especializados. En las primeras diez semanas de la crisis, MSF ha hecho 103.614 consultas, 3.767 ingresos, ha tratado a 1.393 heridos de guerra, ha hecho 755 cirugías y ha asistido 2.157 partos. Cuenta actualmente con 333 trabajadores internacionales y 3.330 trabajadores locales en sus proyectos en Sudán del Sur.