Pese al incremento de los fondos por parte de algunos donantes, el esfuerzo global para luchar contra el sida, la tuberculosis y la malaria ha recibido un duro golpe hoy. La reposición de fondos del Fondo Mundial, el mayor donante para estos proyectos, se ha quedado corto y no ha alcanzado el mínimo objetivo que se había marcado para aumentar programas que salvan vidas. Las personas que viven con el VIH y la tuberculosis (TB) no se pueden permitir que los países donantes no hagan nada y dejen escapar esta oportunidad de frenar nuevas infecciones del VIH y casos de TB. Cada día deberíamos ver a más personas recibir tratamiento para VIH y TB, y eso no va a ser así si la aportación de los países no aumenta o lo hace de forma muy pobre, como es el caso de Alemania, la Unión Europea o Holanda.
Cada día deberíamos ver a más personas recibir tratamiento para VIH y TB, y eso no va a ser así si la aportación de los países no aumenta o lo hace de forma muy pobre, como es el caso de Alemania, la Unión Europea o Holanda. Por su parte, España ha vuelto a dar la espalda al Fondo Mundial sin aportar ni un solo euro. Si bien hasta 2010 había sido uno de los principales donantes del Fondo, con aportaciones de unos 200 millones de euros anuales, desde 2011 ha ido reduciendo sus aportaciones hasta dejarlas a cero. Su último compromiso se remonta a la Cumbre de Washington de 2012, en la que prometió 10 millones de euros que nunca llegó a hacer efectivos.
Cada día vemos en nuestros proyectos médicos cómo el tratamiento efectivo puede salvar vidas y sabemos que el tratamiento también frena la transmisión del VIH y la TB. No es el momento de que los donantes bajen la guardia; tanto los países donantes como aquellos afectados por las epidemias necesitan aumentar el tratamiento que salvará vidas. Y el Fondo Mundial debería comprometerse a comprar medicamentos de calidad al mínimo precio posible para que el tratamiento llegue al mayor número de personas lo antes posible.