Los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Batangafo, República Centroafricana (RCA) finalizaron hace días la distribución de material de supervivencia carpas, mosquiteras, mantas a más de 5.000 personas que tuvieron que huir de sus pueblos después de que éstos fueran incendiados tras duros enfrentamientos mantenidos con ganaderos nómadas procedentes de Chad.
Aunque las disputas entre trashumantes y agricultores suelen producirse anualmente, la inexistencia de fuerzas del orden en la zona tras el golpe de Estado del mes de abril de las fuerzas de oposición Séléka (Coalición) contra el gobierno de François Bozizé ha propiciado que tanto la duración como la intensidad de los enfrentamientos fuera mayor: entre febrero y mayo una treintena de pueblos fueron pasto de las llamas y sus habitantes tuvieron que huir a los bosques con lo puesto. La distribución es aprovechada asimismo por el equipo médico para controlar el estado nutricional de los niños, en un año en el que se teme un aumento de la desnutrición dado que los campesinos no han podido ocuparse de sus cultivos durante el período de caos y revuelta política.
Las disputas entre los agricultores centroafricanos y las tribus ganaderas nómadas (en este caso Mbararas, procedentes del vecino Chad) se han producido con frecuencia en la última década, cuando estas últimas descienden a la RCA en busca de pastos para sus rebaños de vacas. Los rebaños, de centenares de cabezas, invaden tierras de cultivos (los de mandioca, alimento base en la zona, pero también maizales o cultivos de cacahuete) y los agricultores procuran defenderse matando alguna res para forzar a los rebaños a retirarse. Los Mbarara entonces reaccionan con el uso de la fuerza. Si otros año, las fuerzas armadas centroafricanas (FACA) se hacían cargo de la situación y procuraban contener la disputa, este año no había nadie para limitar a los Mbarara, explica el coordinador de terreno de MSF en Batangafo, Carlos Francisco. La primera aldea fue incendiada a finales de febrero y la última en el mes de mayo, y otras cuatro aldeas más y 25 pueblos fueron incinerados en un radio de entre catorce y 89 kilómetros de Batangafo. La población se refugió o bien en áreas boscosas o en sus propios campos de cultivo en cabañas improvisadas o en pueblos aledaños donde son acogidos por parientes o vecinos.
La distribución realizada por MSF, diez camiones cargados de material, ha supuesto dotar a más de mil familias (5.000 personas), de material de abrigo y techo, de mosquiteras para prevenir la malaria, de bidones para la recolección y almacenaje de agua y de productos de limpieza personal. «Son gente que lo han perdido todo, todo lo que se tiene suele estar dentro de las casas y todo ha ardido, las casas tienen techo de paja y quedan inutilizables, explica Francisco, y agrega: para pasar la época de lluvias, además de los bidones para recoger el agua, la necesidad primordial es dotarse de un abrigo, que es lo que hemos facilitado. De acuerdo con el coordinador de terreno, los trashumantes ya han abandonado la zona, por lo que algunos de los desplazados están regresando a sus casas. En aquellos pueblos que no han sido totalmente destruidos hemos visto que algunos retornados utilizan la carpa para hacerse un techo provisional. Pero aquellos procedentes de aldeas y poblaciones destruidas totalmente, todavía tardarán en regresar, tienen miedo de reconstruir si el año que viene les pueden volver a arrasar el pueblo.
Además de la distribución de materiales, los equipos de MSF realizan tres clínicas móviles por semana, para atender a una población de 2.100 desplazados.
Monitoreo de la desnutrición infantil
Los agentes de salud comunitaria de MSF, en contacto con la población local, hicieron un llamamiento para que las madres acudieran con sus niños a la distribución, lo que posibilitó a los equipos médicos evaluar el estado de salud de la población infantil, la más vulnerable ante la desnutrición. Hemos detectado entre los desplazados un aumento en la tasa de desnutrición. Y debemos tener en cuenta que muchas familias han perdido sus almacenes de grano. La próxima cosecha no será hasta dentro de tres o cuatro meses y todo indica que en los próximos meses nos podríamos enfrentar a un aumento alarmante de desnutrición, añade Cabello. Al aumento de la desnutrición se teme igualmente que se sume el incremento en casos de malaria, endémica en el país, dado que la población huyó a los bosques y campos de cultivo de la rebelión de Séléka y fue más expuesta a los mosquitos transmisores de la enfermedad. El aumento de casos de malaria se está haciendo patente en los hospitales y centros de salud donde trabaja MSF.
Los equipos se preparan en la actualidad para una nueva distribución en la zona vecina de Kabo.