Una epidemia de sarampión con más de 7.000 casos está golpeando a varias partes del norte de Siria, prueba de que las necesidades humanitarias están aumentando y de que el sistema de salud del país se ha desmoronado después de más de dos años de guerra civil.
Los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) han vacunado a más de 75.000 niños en las provincias de Alepo, Ar-Raqa e Idlib, en un esfuerzo para contener la epidemia, que está afectando a una población que no estaba acostumbrada a brotes de este tipo.
Los programas rutinarios de vacunación se vieron interrumpidos en 2011 en gran parte del país debido al inicio de la guerra, lo cual dejó desprotegidos a miles de niños. Además, centenares de miles de personas huyeron de sus casas a campos de desplazados u otros lugares superpoblados donde las condiciones sanitarias eran precarias. Aunque la tasa de mortalidad de la epidemia de sarampión se mantiene baja, la enfermedad aumenta la vulnerabilidad de los niños a otras infecciones y las complicaciones derivadas del sarampión pueden amenazar sus vidas.
Llevar a cabo una campaña de vacunación en un conflicto tan polarizado es muy difícil, pero estas campañas y la atención básica de salud son tan necesarias como la cirugía de guerra, dice Teresa Sancristóval, responsable de la Unidad de Emergencias de MSF.
Además de las víctimas directas de la violencia en Siria, las tasas de mortalidad están subiendo (especialmente entre los más vulnerables) debido a la falta de medidas preventivas como la vacunación y la falta de acceso a la salud. MSF se ha puesto como prioridad apoyar a esta parte de la población. Los niños, las embarazadas y las personas mayores, así como las que sufren enfermedades crónicas como el asma y la hipertensión, han sido una prioridad en nuestra respuesta a la crisis humanitaria en Siria, resume Sancristóval.
La epidemia de sarampión es un símbolo del deterioro de la situación humanitaria en el norte de Siria. Aunque MSF ha podido vacunar 15.000 niños en la ciudad de Alepo y más de 22.000 en el resto de la provincia homónima, hacerlo supuso un reto debido al contexto de violencia generalizada y al miedo omnipresente en la vida de muchos sirios. Las colas para vacunarse tuvieron que ser evitadas para que no hubiera bombardeos o ataques con misiles.
En la provincia de Ar-Raqqah, MSF ha vacunado a más de 35.000 niños en uno de sus tres distritos. La cobertura está siendo parcial debido a las restricciones impuestas por la seguridad, que están dejando a miles de niños vulnerables al sarampión.
En la provincia de Idlib se han detectado 164 casos de sarampión en mayo, pese a que MSF ya lanzó una campaña de vacunación en la zona en febrero. Los equipos pudieron vacunar a 1.900 niños de menos de cinco años en un área cercana a la frontera donde vivían más de 40.000 desplazados. MSF está planeando otra campaña de vacunación en la provincia para menores de quince años. El objetivo es vacunar a entre 10.000 y 30.000 niños. Los nuevos casos en Idlib probablemente se deben a la continua llegada de desplazados que huyen de los combates. En otras partes del norte de Siria se vive una situación similar.
Las guerras acostumbran a conllevar una reducción drástica de los servicios médicos básicos justo cuando más se necesitan, apostilla Sancristóval.
MSF tiene cinco hospitales en el norte de Siria, en áreas controladas por los grupos de la oposición armada. La organización médico-humanitaria negocia el acceso con todas las partes, pero todavía no ha recibido autorización oficial para trabajar en Siria.
Desde que el conflicto empezó, los equipos de MSF han llevado a cabo 46.000 consultas y 2.841 intervenciones quirúrgicas y han atendido 854 partos.