Imaginate que estás embarazada de nueve meses, a punto de dar a luz. Sentís que empiezan las contracciones. Estás feliz y llena de miedo al mismo tiempo, pero sobre todo tienes fuertes dolores y rezas para que todo vaya bien. Ahora imagínate que vas a tardar dos, tres, cuatro o incluso más horas en llegar al centro de salud más cercano donde poder dar a luz con ayuda profesional. Imaginate un terreno montañoso, y tener que hacer casi todo el camino a pie.
Lo que parece una de las peores pesadillas que uno pueda tener es una realidad para muchas mujeres de Lesoto. Mantebaleng Ntelekoa, una joven madre de una zona rural en las montañas del país, recuerda: Para los tres partos que he tenido, tuve que caminar dos horas hasta la carretera principal y después seguir en minibús hasta el hospital. Generalmente empecé a caminar al sentir las primeras contracciones y tardé mucho tiempo, porque tenía que sentarme cada vez que me venía una contracción. Uno de mis hijos fue sietemesino, así que estoy contenta de haber podido llegar a tiempo.
Pero no todo el mundo tiene tanta suerte como Mantebaleng. Un elevado número de personas VIH positivas con poco acceso a servicios de maternidad ha hecho que Lesoto registre una de las tasas de mortalidad materna más altas del mundo, con 620 muertes por cada 100.000 nacidos vivos. Una estadística que dobla la media mundial. Más del 50 por ciento de esas muertes se atribuyen a complicaciones asociadas al VIH. El gobierno de Lesoto se ha fijado el objetivo de reducir la mortalidad materna a 300 muertes por cada 100.000 nacidos vivos de aquí al año 2015, y está trabajando en un plan de acción acelerado para alcanzar la todavía lejana Meta de Desarrollo para el Milenio en lo que a salud materna se refiere. No obstante, en la actualidad, la situación sanitaria para muchas madres embarazadas en este pequeño reino en las montañas del sur de África sigue siendo incierta.
Las tasas de mortalidad en zonas muy rurales y aisladas son especialmente altas. Largas distancias al centro de salud más cercano, la falta de transporte, terrenos a menudo impracticables en invierno así como las tarifas que se cobran a los usuarios de los servicios de salud en los principales hospitales hacen que muchas mujeres no accedan a controles prenatales, a tratamientos vitales para el VIH o a los servicios de prevención de la transmisión del VIH de madre a hijo.
El equipo de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Lesoto está apoyando a instalaciones de salud rurales para asegurar que más mujeres de zonas remotas tienen acceso a controles prenatales y a partos seguros. Un médico, una comadrona y varias enfermeras prestan apoyo a instalaciones sanitarias en diez lugares diferentes de los distritos de Roma y Semonkong. En la clínica de St.Leonard en Semonkong, hay una pequeña maternidad y una casa de espera para madres, que permite a las madres embarazadas venir aquí cuando se acerca la fecha de dar a luz, asegurando que puedan tener a sus bebés con la asistencia de una comadrona calificada. Las nuevas madres pueden si quieren quedarse después de dar a luz hasta que se sienten preparadas para regresar a casa con su bebé recién nacido.
Duermo en la casa de espera con las madres cuando estoy en Semonkong, y el ambiente es increíble, afirma la comadrona de MSF, Marleen Dermaut. Todo son risas y cháchara, las mujeres se sienten seguras y disfrutan de la compañía de las demás. Después de todo, todas se encuentran en la misma situación, mientras experimentan el milagro de dar a luz a nueva vida y, lejos de sus deberes cotidianos durante unos días, pueden centrase solamente en sí mismas y sus bebés recién nacidos.
Como media, hay siempre seis mujeres en el centro de una vez. Desde el año pasado, el número de partos asistidos en St. Leonard casi se ha triplicado pasando de siete a veinte al mes. Probablemente, esto se debe a una mezcla de una mayor promoción de la salud por parte del personal del centro en la zona y a la donación de una ambulancia por parte de MSF. La ambulancia lleva a las mujeres al hospital en caso de urgencia durante los dolores de parto o después de dar a luz. El hospital se encuentra a dos horas en coche de St. Leonard, lo que puede ser mucho tiempo en caso de urgencia. En realidad, ya se ha dado el caso de bebés nacidos dentro de la ambulancia, añade Dermaut.
Además del apoyo específico a los servicios de maternidad en Lesoto, un equipo de promotores MSF se desplaza a las comunidades regularmente para hacer pruebas del VIH y de la TB y mejorar la educación para la salud en zonas remotas. En lugares con altas tasas de VIH y TB, el primer paso es crucial para que las personas entiendan cómo detectar las enfermedades, hacerse las pruebas oportunas y poder empezar el tratamiento necesario lo antes posible. Para llegar a la mayor cantidad posible de pacientes e implicar directamente a los que viven en estas zonas, MSF forma a personas de a pie en las comunidades o promotores de salud comunitarios para que puedan hacer las pruebas del VIH y sepan cuándo referir a los miembros de la comunidad a las instalaciones sanitarias.
La motivación de muchas personas con las que trabajamos, ya sean enfermeras o asesores comunitarios, y la voluntad de cambiar las cosas hace que mi trabajo aquí todavía valga más la pena, concluye Dermaut.