MSF en Honduras: epidemia de violencia urbana

A simple vista, las calles de la capital Tegucigalpa parecen más bien tranquilas. Sin embargo, Honduras presenta la tasa de homicidios más elevada del mundo. Este triste récord se debe en gran parte al tráfico de drogas: la mayor parte de la cocaína que se consume en Estados Unidos transita por la región. Las pandillas […]

A simple vista, las calles de la capital Tegucigalpa parecen más bien tranquilas. Sin embargo, Honduras presenta la tasa de homicidios más elevada del mundo. Este triste récord se debe en gran parte al tráfico de drogas: la mayor parte de la cocaína que se consume en Estados Unidos transita por la región. Las pandillas actúan como revendedores al menudeo, extorsionan a los comercios, aterrorizan a la población y libran una guerra sin misericordia por el territorio.

Médicos Sin Fronteras decidió brindar atención a las víctimas de esta «epidemia de violencia», como la describe Javier Rio Navarro, quien realizó el estudio previo sobre la exposición a la violencia en las calles de Tegucigalpa. «La violencia es la forma de arreglar cualquier problema, esté o no asociado a las drogas,» analiza.

Según el estudio preliminar realizado por MSF en 2010, cerca de 59% de los jóvenes menores de 18 años viviendo o subsistiendo en la calle señalaron haber sufrido violencia física en el curso del año pasado, mientras que 45% de ellos revelaron haber sido víctimas de violencia sexual. La mayoría de las víctimas decidieron no hacer la denuncia, por falta de confianza en las autoridades o por considerarlo inútil.

Un gran avance

Entre 2005 y 2010, MSF dirigió primero un centro que recibía a los jóvenes sin hogar. Luego, la organización humanitaria amplió sus actividades para dar atender a todas las personas víctimas de la violencia privadas de la atención médica de urgencia. Esto comprende a la población de la calle, que es la más expuesta a la violencia, pero también a los habitantes de los barrios controlados por las pandillas.

Desde finales de marzo de 2011, un equipo de MSF recorre cada día las calles de los barrios más desfavorecidos y violentos, para ir al encuentro de las personas viviendo o subsistiendo en la calle, que no tienen la posibilidad o la voluntad de atenderse. La mayoría de ellos sufre de adicción a los solventes, a la cocaína, al crack o al alcohol; subsisten separando o reciclando basura, vendiendo drogas o prostituyéndose.

A más de un año de iniciar las actividades, los trabajadores de la organización humanitaria registran sus primeros triunfos. «Nos hemos ganado la confianza de las personas que viven en la calle y logramos convencerlos de que se atiendan. Es un gran avance,» señala el Dr. Gustavo Fernández, responsable de los programas MSF en Honduras, al regresar de una visita a la calles.

MSF interviene en una zona de 95,000 habitantes y estima que alrededor de 9,000 de ellos son víctimas de la violencia.

En la calle, los médicos diagnostican a las personas que encuentran o les proporcionan primeros auxilios, como por ejemplo suturar y vendar una herida. Los psicólogos se toman el tiempo para escucharlos. Los casos más graves o crónicos son referidos hacia cuatro centros de salud en los que MSF está presente. Un médico y un psicólogo de la organización trabajan para mejorar y reforzar el manejo médico de los casos de violencia de naturaleza física, sexual o psicológica. También tienen como objetivo facilitar el acceso a la atención médica de las personas desfavorecidas referidas por el equipo de calle, acompañándolas a lo largo del proceso de recibir atención.

Retos enormes

Sin embargo, en los casos más graves que requieren de atención médica de urgencia, MSF se enfrenta a la insuficiencia del sistema de salud hondureño. Las ambulancias ya no se dirigen a los barrios más peligrosos y la única sala pública de urgencias de Tegucigalpa se encuentra totalmente desbordada. También se ha dado el cierre de algunos centros de salud que, al no poder pagar las cuotas que les imponían las pandillas, fueron abandonados por el personal ya que su seguridad no estaba garantizada.

En el área de violencia sexual, hay todo por hacer. En Honduras no existe un protocolo nacional de manejo de estos casos y la pastilla del día después está estrictamente prohibida desde 2009. El miedo a la policía y al agresor impide a los pacientes buscar atención médica. La obligación impuesta a los médicos de notificar los casos ante la justicia tampoco favorece el tratamiento inmediato de las víctimas, que podría prevenir una infección de VIH/sida o de otras enfermedades sexualmente transmisibles.

Entre enero y septiembre de 2012, el equipo móvil multidisciplinario realizó 4.500 consultas en la calle, de las cuales 850 respondían a necesidades psicológicas. Se detectaron, trataron y orientaron a alrededor de 600 víctimas de violencia, de las cuales 68 fueron víctimas de violencia sexual.

Video: En las calles de Tegucigalpa


Este nuevo foto-video de Médicos Sin Fronteras expone el testimonio del fotógrafo de Getty Images, Spencer Platt, ilustrado por las imágenes que tomó durante su visita a Tegucigalpa, donde conoció uno de los proyectos de MSF de asistencia a las poblaciones más vulnerables sometidas a niveles extremos de violencia.

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