El pasado 4 de agosto, decenas de heridos fueron ingresados en el centro de urgencias quirúrgicas de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Adén, en el sur de Yemen, tras un ataque suicida en la ciudad de Jaar. La coordinadora del proyecto de MSF en Adén, Anne Garella, nos habla sobre la continua violencia en el sur del país y de las dificultades de la población para acceder a atención médica adecuada.
El equipo de urgencias de MSF en la localidad de Adén trabajó toda la noche del pasado sábado 4 de agosto para poder atender a 50 civiles heridos en el atentado suicida perpetrado durante un funeral en Jaar y en el que perdieron la vida más de 40 personas. Otras tres personas, dos niños y un adulto, tuvieron que ser atendidos de urgencia al día siguiente tras resultar gravemente heridos por manipular artefactos sin explotar en las ciudades de Jaar y Zinjibar, en la provincia de Abyan. La coordinadora de MSF continúa el relato.
¿Cómo consiguieron atender al gran flujo de heridos tras el ataque?
Todo el equipo gestionó esta afluencia masiva de heridos con mucha profesionalidad, aunque la situación era cuanto menos frenética. Atendimos a 39 pacientes, además de otros 10 que murieron al poco de llegar o llegaron ya sin vida. Muchos presentaban heridas de poca consideración, pero más de 10 estaban en estado crítico y requerían cirugía.
Nos preocupaba mucho la seguridad del hospital y de los pacientes: cuando se produce un ataque de este tipo y estamos atendiendo a las víctimas, el nivel de tensión entre los familiares es muy alto. Gracias a la profesionalidad del equipo, especialmente los guardas, pudimos mantener la situación bajo control.
¿Cómo describirías la relación del hospital con la comunidad local?
Me sorprendió el hecho de que tantos heridos en el atentado fueran trasladados directamente a nuestro centro quirúrgico, sin ser referidos por su hospital local. Esto demuestra que nuestra estructura de salud es bien conocida por la comunidad y que los habitantes de Jaar confían en la calidad de atención dispensada por MSF.
El hecho de que la situación en el hospital, aunque tensa, quedara bajo control, es también un buen signo de respeto a la neutralidad de nuestras instalaciones, especialmente en circunstancias tan difíciles. Dicho esto, ganarse la confianza de la comunidad y negociar nuestro espacio humanitario supone un esfuerzo continuo. Trabajamos para asegurar que se entienden claramente nuestros principios éticos.
¿Cómo ha evolucionado la situación en Abyan en los últimos tres meses?
Los niveles de violencia no han disminuido, sino que más bien el tipo de violencia en Abyan ha cambiado. En ciudades como Jaar, los enfrentamientos armados han sido sustituidos por actos de violencia y accidentes relacionados con el conflicto, que van desde atentados con bomba a explosiones de minas terrestres.
Aunque la actividad en nuestro hospital en Aden ha disminuido en relación al mes de junio, el número de ingresos sigue siendo alto. Siempre suele haber unas 40 camas ocupadas y es raro tener menos de 35 pacientes en el hospital.
La carretera entre Jaar y Adén vuelve a estar abierta, y nuestro servicio de ambulancias ya puede trasladar a los pacientes a Adén sin problemas. Antes había bloqueos de carretera y había que ir por un camino de montaña largo y peligroso, con lo que muchos pacientes preferían quedarse en casa en lugar de arriesgarse a viajar.
Aunque los desplazados por el conflicto han regresado a Jaar en las últimas semanas, y el Gobierno de Yemen ha reanudado servicios clave, muchos habitantes de Zinjibar, la capital provincial de Abyan, todavía no han regresado y no está claro cuándo podrán hacerlo. Gran parte de la ciudad quedó destruida por los intensos combates del año pasado, y el terreno está plagado de minas y otros artefactos sin explotar. Los servicios de agua y electricidad todavía no se han restablecido.
¿Cómo afectan las minas terrestres y los artefactos sin explotar a la población?
Los niños son los principales afectados. Juegan con objetos que encuentran, aunque saben que es peligroso, y a veces sus vidas quedan destrozadas para siempre.
El día después del atentado con bomba en Jaar, recibimos a tres pacientes que habían resultado heridos por artefactos sin explotar. Dos de ellos eran niños a quienes tuvimos que amputar las extremidades. Procedían de la zona de Al Rawda, que había sido declarada oficialmente desminada el día antes. Desde junio, hemos tratado 22 casos de este tipo, tres de los cuales no sobrevivieron a sus heridas.
Además de los efectos físicos, también hay que prestar atención al sufrimiento psicológico para que estos niños y sus padres puedan volver en lo posible a su vida normal. El Gobierno y la comunidad internacional deben hacer mayores esfuerzos para desminar las zonas afectadas y educar a las comunidades locales para evitar riesgos.
¿Cuáles son los retos médicos clave en el sur de Yemen?
La atención primaria y secundaria de salud sigue siendo deficiente por falta de mantenimiento de las infraestructuras necesarias y porque la corrupción es endémica.
La inseguridad sigue siendo un problema clave que dificulta el acceso de la población a la atención sanitaria. Más violencia significa que la gente tiene miedo de desplazarse hasta su puesto de salud más cercano y, cuando lo hace, a veces se encuentra que no hay médicos.
Las dificultades económicas también obligan en ocasiones a elegir entre buscar atención médica o alimentarse. La escasez de agua, las disputas territoriales entre grupos tribales y los altos precios del combustible aumentan los niveles de inseguridad alimentaria de las poblaciones rurales, agravando los niveles de desnutrición crónica.
MSF trabaja en Yemen desde 1986 y de forma continuada desde 2007. Además de en las gobernaciones meridionales de Adén, Ad Dhali, Abyan y Al Bayda, la organización lleva a cabo actividades médicas y quirúrgicas en las gobernaciones de Amran y Hajja, en el norte del país. MSF no acepta fondos de ningún gobierno y depende solamente de donaciones privadas para financiar sus operaciones en el país.