Tras más de 20 años de conflicto, la población somalí sufre los efectos de la sequía y la falta de servicios de salud, lo que se traduce en hambre, desplazamiento y una total desprotección ante enfermedades como el sarampión. La estación de lluvias aumenta el riesgo de epidemias como el cólera, mientras se recrudece la violencia en varias zonas del país.
Incluso para la población somalí que lleva años de sufrimiento, los sucesos del año pasado han supuesto todo un reto. El conflicto que empezó hace dos décadas continúa, y sus consecuencias se ven agravadas por la sequía, una de las peores en la historia del país. Miles de personas se han visto obligadas a huir de Somalia para buscar ayuda humanitaria en campos de refugiados de Kenia y Etiopía. Entretanto se está propagando una epidemia de sarampión y la falta de infraestructuras y servicios está empeorando la vulnerabilidad de la población. En las últimas semanas, los civiles han soportado nuevas ofensivas militares lanzadas en el sur de Somalia y en la capital, Mogadiscio.
Es en este contexto que Médicos Sin Fronteras (MSF), en menos de seis meses, ha proporcionado atención médica intensiva a más de 10.000 niños con desnutrición severa. La organización tiene proyectos en el norte de Kenia (principalmente en Dadaab), en el este de Etiopía (en los campos de refugiados de Malkadida, Kobe, Bokolmayo, Hilleweyn y Dolo Ado) y en casi todo el sur y el centro de Somalia: Marere, Beletweyne, Dinsor, Daynile, Mogadishu, Jowhar, Guriel y Galkayo. En estos tres países, MSF ha atendido a un total de 54.000 niños severamente desnutridos en sus programas nutricionales ambulatorios en más de 30 emplazamientos.
Contener las epidemias
Al mismo tiempo, los equipos de MSF han estado luchando contra la mortal combinación de sarampión y desnutrición aguda, que afecta especialmente a los niños. Una gran proporción de la población no ha sido vacunada ni contra el sarampión ni contra ninguna otra enfermedad porque años de inestabilidad, falta de gobierno efectivo y un Estado disfuncional han causado que el sistema de salud se derrumbe. El sarampión, si no se trata, puede ser mortal para los niños.
Los equipos de MSF han vacunado de sarampión a más de 150.000 personas en Somalia y sus alrededores, y este año han tratado a más de 5.000 pacientes con esta enfermedad. No obstante, todavía queda mucho por hacer. Hay que ampliar las actividades de vacunación en Mogadiscio, adonde siguen llegando oleadas de personas en busca de asistencia. En algunos lugares del país, la presencia de grupos armados ha limitado mucho el acceso. Los equipos de MSF no han podido llegar a estas poblaciones ni siquiera para evaluar su situación, y las campañas de vacunación de sarampión se han visto obstaculizadas.
La llegada de la estación de lluvias puede empeorar todavía más el estado de los niños y los adultos que viven en campos improvisados en Mogadiscio y otros emplazamientos. En la capital somalí está creciendo la proporción de niños que padecen enfermedades transmitidas por el agua como la diarrea, que también contribuyen a la desnutrición. MSF se está preparando para atender posibles brotes de cólera, cuyos efectos sobre cientos de miles de personas ya desnutridas en condiciones de hacinamiento podrían ser devastadores.
Violencia y desplazamiento
Todo esto ocurre en un contexto de inseguridad y enfrentamientos por el que la población somalí tiene que pagar un muy alto precio. El 30 de octubre, MSF atendió a 52 heridos, incluidos 31 niños, en la ciudad meridional de Jilib, tras un ataque que causó víctimas civiles entre los desplazados. Diez días antes de este suceso, los equipos de MSF en Daynille, a las afueras de Mogadiscio, prestaron asistencia a 83 heridos por disparos y explosiones, y se vieron obligados a suspender la campaña de vacunación que estaban llevando a cabo. Sin embargo, miles de personas desplazadas por el conflicto y la sequía siguen llegando a Mogadiscio.
Desde hace años, los somalíes cruzan la frontera en busca de refugio en la vecina Kenia, alcanzando un pico histórico en junio de 2011 con la llegada de más de 40.000 personas. MSF, que trabaja en el campo desde 2009, está ofreciendo un paquete integral de atención sanitaria a la población del campo de Dagahaley. En el campo de Ifo, las actividades tuvieron que interrumpirse tras el secuestro de dos miembros del personal de MSF el 13 de octubre. La inseguridad también obligó a MSF a reducir temporalmente sus actividades en Dagahaley, que ahora están aumentando de nuevo.
Los enfrentamientos en el sur de Somalia y a lo largo de la frontera con Kenia y las intensas lluvias e inundaciones han reducido la afluencia de refugiados a un número insignificante de personas que se presentan a las autoridades en el campo de Dadaab. Mientras tanto, el número de personas que huyen a Etiopía va en aumento.
En estos últimos seis meses, la intervención de emergencia de MSF ha resultado ser difícil de traducir en acciones concretas para la población somalí, debido a la falta de seguridad tanto en el país como en las fronteras, y también debido a las continuas restricciones impuestas a las operaciones de MSF en algunas partes de Somalia. A pesar de esto, la organización todavía ha podido ampliar sus actividades y abrir nuevos proyectos, además de gestionar nueve estructuras médicas en el sur y el centro de Somalia, siendo el principal proveedor de atención sanitaria gratuita en la región.