Miles de personas siguen llegando diariamente al campo de Dadaab, en Kenia, huyendo del hambre en la vecina Somalia, asolada por 20 años de conflicto. La sequía que afecta a su país, luego de dos estaciones de lluvias prácticamente inexistentes, ha empeorado todavía más su situación. Los refugiados, que dejan Somalia ya con un estado frágil de salud, llegan a los campos exhaustos tras días o semanas de viaje, y la atención médica que reciben es insuficiente.
El complejo de Dadaab está compuesto por los campos de Ifo, Hagadera y Dagahaley. Es el campo de refugiados más grande del mundo, pero se ha quedado pequeño. Los recién llegados se ven obligados a asentarse en refugios improvisados en la periferia. Pese a reiteradas demandas de una solución para descongestionar los campos de Dadaab, Médicos Sin Fronteras (MSF) no ha obtenido respuesta alguna. El número de refugiados asciende ahora a casi 400.000, aunque los campos fueron construidos para albergar a 90.000.
MSF dispensa atención médica a los 113.000 residentes de Dagahaley. Pero el número de refugiados aumenta sin cesar, sobre una media de 500 nuevas llegadas cada día. Unas 25.000 personas viven actualmente en la periferia del campo, y se espera que esta cifra aumente todavía más. Desde principios de año, los equipos de MSF atienden a los recién llegados asentados en la periferia de Ifo, mientras esperan la apertura de la extensión de este campo (Ifo 2), lo que permitirá ampliar y mejorar la atención médica prestada.
Tasas de desnutrición extremadamente altas
A principios de junio se abrió un nuevo centro de acogida en Dagahaley, gestionado por las autoridades de Kenia y la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados (ACNUR), con el objetivo de mejorar la asistencia a los recién llegados.
Diariamente, un equipo de MSF evalúa el estado de salud de las personas que llegan al centro. Todos los niños menores de 5 años pasan un control nutricional mediante la medición del perímetro del brazo (MUAC, por sus siglas en inglés). Las alarmantes tasas de desnutrición detectadas en estos controles rutinarios llevaron a MSF a realizar una evaluación rápida (de tres días) del estatus nutricional en la zona a mediados de junio.
La combinación de calor extremo, falta de agua, deficientes condiciones de saneamiento, retraso en el registro de los recién llegados y en la provisión de raciones de alimentos, dificulta las condiciones de vida de estas personas. Durante la rápida evaluación nutricional del mes pasado, 500 niños de edades comprendidas entre los 6 meses y los 5 años fueron medidos y pesados: el 37,7% sufría desnutrición aguda y de éstos, un 17,5% presentaba la forma severa, con alto riesgo de mortalidad. Los niños hasta los 10 años también mostraban elevadas tasas de desnutrición.
Los niveles de desnutrición son altos. Estamos muy preocupados, afirma Mónica Rull, coordinadora del proyecto de MSF en Kenia y Somalia. «Esperaba encontrar una situación difícil pero no catastrófica», explica Anita Sackl, coordinadora de la evaluación nutricional. La mayoría de los recién llegados huyeron de Somalia porque no tenían nada que llevarse a la boca, no sólo porque su país haya estado sumido en la guerra durante décadas, añade.
En vista de los resultados de la evaluación, MSF decidió incluir a los niños mayores de 5 años en sus programas nutricionales del campo de Dagahaley.
La ayuda humanitaria, demasiado lenta
Los constantes retrasos en la provisión de ayuda humanitaria agravan el problema. Los refugiados deben esperar 40 días antes de ser registrados oficialmente por el ACNUR y recibir una cartilla que les permite acceder a distribuciones regulares de alimentos. Antes, recibían una ración de alimentos para dos días y una garrafa de plástico de cinco litros para almacenar agua durante el periodo de espera. Desde principios de julio, reciben comida para dos semanas.
«Era totalmente inaceptable», declara Mónica Rull, que ha acogido con satisfacción las mejoras más recientes: Ahora reciben comida para 15 días. Sin embargo, todavía no basta. El Programa Mundial de Alimentos debe asegurar más distribuciones regulares. Hay que llevar a cabo una encuesta nutricional en todos los campos de Dadaab. Los niños de hasta 10 años también deberían incluirse para confirmar tasas de desnutrición en niños más mayores y así poder adaptar los programas nutricionales».
MSF demanda también que se agilice el procedimiento de registro de refugiados: sólo hay un centro de inscripción para todo Dadaab, ubicado en el campo de Ifo.
En determinadas zonas de los campos improvisados en los alrededores de Dagahaley, MSF encontró que algunos refugiados no recibían siquiera tres litros de agua al día, una cantidad suficiente para el consumo humano diario en climas cálidos, pero insuficiente para garantizar condiciones higiénicas adecuadas. Es necesario incrementar el suministro de agua entre los refugiados. Los equipos de MSF han empezado a distribuir más de 100 metros cúbicos de agua diarios.
Ampliación del programa médico de MSF
La presión sobre el hospital de Dagahaley, gestionado por MSF, y sobre sus cinco puestos de salud va en aumento. Más de 1.600 niños con desnutrición aguda severa reciben tratamiento en programas nutricionales ambulatorios. La mayoría de éstos niños proceden de la periferia del campo, donde la mayoría de los recién llegados se asientan y donde MSF ha abierto un centro de salud.
Sólo la semana pasada, el personal de MSF registró una media de 107 nuevos ingresos en cuidados nutricionales intensivos en el hospital, que ya operaba por encima de su capacidad y que ha tenido que ampliarse en 60 camas sólo para casos pediátricos, incluyendo desnutridos.
MSF reitera la necesidad de que todos los actores que trabajan en el campo amplíen sus actividades para atender adecuadamente a los refugiados. Esto incluye llegar antes a los refugiados mediante una asistencia inmediata en la zona de la frontera, así como solucionar de forma efectiva las condiciones de hacinamiento en los campos actuales.
___________________________________________________________________
MSF ofrece atención médica en Kenia desde 1992, y ha trabajado en los campos de Dadaab durante un total de 14 años. Desde 2009, MSF ha sido el único proveedor de servicios médicos en el campo de Dagahaley, a través de un hospital general de 170 camas y cinco puestos de salud para dispensar atención sanitaria a los 113.000 residentes del campo.