El 2 de diciembre de 2023 ante la COP28 se expresó Christos Christou, nuestro presidente internacional:
«Señor presidente, Excelencias, distinguidos delegados,
«Aquellos que se preguntan cómo será el cambio climático deberían venir a Mozambique. Somos los más afectados por las acciones de los países más contaminantes del mundo.
Ahora tenemos malaria todo el año y nos golpea un ciclón tras otro”. Esas son las palabras de mi colega Adamo. Y, lamentablemente, lo que describe es una realidad que se repite en muchos otros lugares.
Como organización médica y humanitaria que trabaja en algunos de los entornos del mundo más vulnerables al clima, en Médicos Sin Fronteras tratamos de primera mano a los pacientes que experimentan en su salud los impactos de la emergencia climática.
Las personas más vulnerables son las que sufren el impacto de esta crisis de manera más dura. Lo sabemos porque los vemos en nuestras salas de espera.
Desde Níger hasta Mozambique, desde Honduras hasta Bangladesh, tratamos a pacientes con enfermedades infecciosas como la malaria y el dengue, a pacientes con desnutrición y a pacientes con problemas de salud relacionados con fenómenos meteorológicos extremos.
Desde la COP27, hemos respondido a inundaciones generalizadas en Sudán del Sur y Kenia, a ciclones severos en Myanmar y Madagascar, y al calor y la sequía implacables que han llevado a millones de personas al borde de la hambruna en el Cuerno de África.
También hemos respondido a brotes simultáneos de cólera en varios países y a tasas alarmantemente altas de dengue en toda América.
La combinación mortal de malaria y desnutrición ha mantenido nuestras salas de pediatría llenas en todo el Sahel, donde, en Chad, nuestros equipos ahora brindan prevención y tratamiento para la desnutrición durante todo el año.
Se está haciendo muy poco para proteger a las personas vulnerables contra los impactos negativos del cambio climático. Muchas comunidades se enfrentan a múltiples crisis que están aumentando en escala e intensidad.
La gente está pagando con su salud y su vida un problema que ellos no crearon.
Es a la vez absurdo y trágico que quienes son menos responsables de las emisiones que generan la emergencia climática tengan que sufrir las consecuencias.
En este balance global, queda claro que las acciones tomadas hasta la fecha no logran satisfacer las necesidades actuales, y mucho menos el creciente desafío que se avecina.
El liderazgo político mundial no ha cumplido sus compromisos de frenar las emisiones ni las promesas de ayudar a los países más afectados a adaptarse.
Esto debe cambiar.
Estas comunidades necesitan ver una acción climática que iguale la escala de la emergencia climática. Necesitan un compromiso real para tomar las medidas urgentes, esenciales y atrasadas que son necesarias para reducir drásticamente las emisiones. Necesitan apoyo financiero y técnico concreto para adaptarse a las consecuencias y afrontarlas.
Existe una necesidad cada vez mayor de colocar la salud firmemente en primer plano de las políticas, de las negociaciones y de las acciones climáticas.
El mundo no puede seguir observando cómo las crisis humanitarias se vuelven más graves.
¿Cuántos años más pasarán, cuántas COP más se realizarán, cuántas vidas más se verán afectadas –o se perderán–antes de que se decidan y apliquen medidas concretas?
No podemos permitirnos más fracasos catastróficos«.