La campaña de vacunación de más de 5.000 niños que hemos llevado a cabo en los campos de refugiados de Cacanda y Mussungue, en el norte de Angola y justo en la frontera con República Democrática del Congo (RDC), ha finalizado.
Allí se refugian más de 27.000 personas que huyen del conflicto desatado en la provincia vecina de Kasai, en RDC.
Además de la provisión de servicios médicos en los campos y en el hospital pediátrico de Chitato, hemos colaborado en la lucha contra la malaria con el reparto de 5.600 mosquiteros y asistido en la distribución de agua y la construcción de letrinas.
La vacunación contra la polio, la fiebre amarilla, el sarampión, el rotavirus y otras cinco enfermedades prevenibles tuvo lugar entre finales de mayo y principios de junio, y llegó a más de 5,000 niños en ambos campos.
A partir de ahora, la vacunación rutinaria de los niños que vayan llegando a los campos correrá a cargo del Ministerio de Salud en colaboración con otras organizaciones.
Campos hacinados
Los campos de Cacanda y Mussungue, donde desde el pasado mes de abril los refugiados se reagrupan tras huir de Kasai, están ya al límite de sus capacidades.
“Estamos valorando abrir un campo más estable, en Lovua, a unos 100 kilómetros, pero, ahora mismo, si no se crea más espacio, las condiciones de hacinamiento en ambos campos son preocupantes”, explica nuestro coordinador en Angola, Joao Martins.
Para hacer frente a esta situación, hemos dispuesto dos clínicas de asistencia primera, donde recibimos una media de entre 350 y 400 pacientes por día.
También disponemos de programas de nutrición para los niños y servicios de salud reproductiva. En estos últimos, cada vez más mujeres se inscriben tanto en atención prenatal como en los de postparto.
Nuestros equipos en el país también están presentes en el Hospital Pediátrico de Chitato, en dos salas destinadas a acoger a los niños con desnutrición severa procedentes tanto de los campos como de la población de Dundo.
Asimismo, y en colaboración con el personal existente del Ministerio de Salud, se encargan de atender a los enfermos adultos más graves, prestando especial atención en reforzar las actividades relacionadas con la salud mental.
De momento, uno de los grandes retos pendientes y que requieren una solución urgente son la provisión de agua potable suficiente y la construcción de letrinas para toda la población.
Colaboramos en la distribución de agua y en los trabajos iniciales de construcción de letrinas, “pero todavía falta mucho por hacer; la población de los campos sigue aumentando y ya no hay espacio para más. Tenemos una letrina por cada 40 ó 50 personas. Como mínimo, debería ser una por cada 20 personas”, describe Martins.
Vistas las urgentes necesidades en el terreno, hemos reforzado nuestros equipos: hasta la fecha, somos cerca de 90 trabajadores en esta zona de Angola.