Entre agosto de 2017 y diciembre de 2018, los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) han brindado un millón de consultas médicas a los refugiados rohingya y la comunidad local en Bangladesh. La coordinadora médica de MSF, Jessica Patti, describe lo que encontraron nuestros equipos y dónde planeamos enfocar nuestros esfuerzos a continuación.
Agosto de 2017 marcó el inicio del éxodo de más de 700.000 refugiados rohingyas que huían de la violencia en Myanmar en busca de seguridad en Bangladesh, uniéndose a aquellos que habían marchado del país anteriormente.
Hoy en día, casi un millón de refugiados rohingyas viven en campamentos y asentamientos improvisados en la península de Cox´s Bazar en Bangladesh. Entre agosto de 2017 y diciembre de 2018, los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) han brindado un millón de consultas médicas a los refugiados y la comunidad local. La coordinadora médica de MSF, Jessica Patti, describe lo que encontraron nuestros equipos y dónde planeamos enfocar nuestros esfuerzos a continuación.
1- Todas las enfermedades principales están relacionadas con las malas condiciones de vida de las personas
Casi el 9 por ciento (92.766) de los 1,05 millones de consultas fueron a pacientes tratados por diarrea acuosa aguda, la mayoría de ellos niños menores de cinco años, que son particularmente vulnerables a la enfermedad y que pueden morir si no se trata. Si bien los casos graves deben ser ingresados en el hospital, la mayoría de las personas pueden irse a casa después de haber sido rehidratadas adecuadamente.
La diarrea está relacionada con las malas condiciones de vida y el hacinamiento en los campamentos. A menudo, los refugiados viven en pequeños refugios construidos con bambú y plástico y compartidos con muchos miembros de la familia. Tener acceso a agua potable limpia y a las letrinas bien mantenidas es clave para prevenir la diarrea, por lo que las actividades de promoción de la salud centradas en mejorar la higiene son cruciales.
Las malas condiciones de vida también son el detonante principal en el resto de enfermedades que tratamos con mayor frecuencia. Estas son infecciones del tracto respiratorio superior e inferior; enfermedades de la piel; y fiebres de origen desconocido, que pueden ser difíciles de diagnosticar cuando los servicios de laboratorio no están siempre fácilmente disponibles.
La gente necesita más espacio en los campamentos. Esto mitigaría la propagación de algunas infecciones virales. La simple práctica de lavarse las manos con agua y jabón ayudaría a prevenir muchas de las afecciones de la piel que tratamos, como los hongos y la sarna. Pero cuando vives en un asentamiento de refugiados, donde el agua limpia es escasa, lavarse las manos no es tan simple. Es por eso que las actividades de agua y saneamiento han sido una parte tan importante del trabajo de MSF. Hasta el momento, nuestros equipos han distribuido 87,8 millones de litros de agua limpia en los campamentos.
2- A pesar de las campañas de vacunación, todavía existe el riesgo de brotes de enfermedades
En los primeros meses de la emergencia, las organizaciones médicas y el Ministerio de Salud de Bangladesh respondieron a varios brotes de enfermedades, fruto de la baja cobertura de inmunización de los rohingyas y el acceso limitado a vacunaciones rutinarias y a atención médica en el estado de Rakhine de Myanmar. Desde agosto de 2017, los equipos de MSF han tratado a 6.547 personas por difteria y 4.885 por sarampión. Si bien estos pacientes representan apenas el 1 por ciento de nuestras consultas totales, la respuesta rápida a estos brotes fue crucial. Desde entonces, se han llevado a cabo varias campañas de vacunación contra la difteria, el sarampión y el cólera.
En cualquier emergencia relacionada con desplazamientos masivos de población, lo primero que se intenta hacer es vacunar contra el sarampión, ya que es una enfermedad recurrente. La aparición de la difteria fue más desafiante, ya que los brotes son inhabituales y la mayoría de nuestro personal médico tuvo que aprender a tratarla desde cero.
Hoy en día, los refugiados están mejor protegidos contra los brotes de enfermedades y nuestros equipos continúan realizando vacunaciones de rutina, pero el riesgo sigue existiendo. En las últimas semanas, por ejemplo, hemos tratado varios cientos de casos de varicela, una enfermedad que no es común en el sur de Asia y que puede tener complicaciones en mujeres embarazadas, o cuando la persona que la contrae también padece otras enfermedades.
3- Con un futuro tan incierto, los servicios de salud mental son claves
La mayoría de los rohingyas han experimentado eventos traumáticos. Muchos han sufrido o presenciado violencia y han perdido familiares y amigos cercanos. A mucha gente le gustaría volver a casa, pero eso no es posible. Así que se sienten desesperados. Desde el principio, la prestación de servicios de salud mental ha sido una prioridad. Las consultas de salud mental representan el 4,7% (49.401) de nuestras consultas totales hasta el momento.
Estos servicios no resultan familiares para muchas personas y, a veces, están estigmatizados, por lo que hemos tenido que trabajar en concienciar sobre su beneficio y debemos seguir haciéndolo. Nuestros equipos ofrecen sesiones individuales y grupales, realizan estimulación psicosocial para niños desnutridos y tratan a personas con cuadros psiquiátricos. Y parece que la ayuda surte efecto: las tasas de abandono son bajas y hay un buen número de altas, lo que implica mejoras en la salud mental de las personas.
4- Pacientes crónicos y maternidad: dos ámbitos con necesidades no suficientemente atendidas
Las enfermedades crónicas, como la diabetes y la presión arterial alta, son comunes entre nuestros pacientes, especialmente los ancianos. Sin embargo, esta es un ámbito con importantes necesidades que no están adecuadamente cubiertas. Cuando recibimos pacientes que necesitan tratamiento urgente para enfermedades crónicas, los estabilizamos y luego los remitimos a otra organización médica para recibir atención a largo plazo. Entre los niños, también hay una prevalencia significativa de talasemia, una enfermedad congénita que es difícil de tratar y requiere transfusiones de sangre.
A diferencia de otros contextos en los que trabaja MSF, los partos representan una pequeña proporción de nuestras consultas: nuestros equipos han asistido solo 2.192 nacimientos. Esto se debe a que la mayoría de las mujeres eligen no dar a luz en el hospital. Por lo general, dan a luz en casa, ayudadas por parteras tradicionales, como hacían en Myanmar. Pero cuando el hogar es un refugio básico en un campamento superpoblado, esta es una tendencia preocupante que nos gustaría cambiar. Aquellas mujeres que viene al hospital para dar a luz a menudo lo hacen tarde, sin buscar atención prenatal de antemano. Las consultas prenatales representaron solo el 3,36% (35.392) del total de consultas. Como resultado, nuestro personal médico ve a menudo a mujeres con afecciones como preclamsia, eclampsia, con partos prolongados y casos de retención de placentas.
5- Paso de situación de emergencia a crisis prolongada
Al comienzo de nuestra respuesta de emergencia, tratamos a algunas personas por heridas relacionadas con la violencia sufrida en Myanmar, y la atención médica básica era muy necesaria. Hoy en día, los pacientes que tratamos por violencia son más a menudo heridos en incidentes que ocurren en la comunidad o la familia y en casos de violencia sexual de género. Las principales necesidades médicas se encuentran en el plano de la atención secundaria, incluidas las enfermedades no transmisibles. Igual que al inicio de la emergencia, aunque ahora por diferentes razones, la violencia sexual sigue siendo un foco importante. Varias mujeres llegan a nuestras instalaciones con infecciones de transmisión sexual que no han recibido tratamiento durante mucho tiempo.
La prolongada presencia de MSF en la península de Cox´s Bazar también está llevando a un aumento en las consultas de miembros de la comunidad local de Bangladesh, particularmente en aquellos centros de salud que no están ubicados en medio de los campamentos.