Existen enormes desigualdades en el acceso a la detección y el tratamiento del cáncer en África subsahariana. El cáncer de mama y el cáncer de cuello uterino son los tipo de cáncer más comunes en el continente. En 2018, Médicos Sin Fronteras (MSF) puso en marcha proyectos piloto para mujeres que padecen esta enfermedad en Mali y Malaui.
Mientras que la tasa de supervivencia a 5 años de las mujeres con cáncer de mama en los países de altos ingresos es superior al 85%, en África no supera el 15%.
«Aunque algunos países cuentan con médicos capacitados, instalaciones bien equipadas y suministros de medicamentos de quimioterapia, todavía hay varios problemas. El primero es la falta de una detección sistemática, que hace que los tumores se diagnostiquen demasiado tarde. Más del 80% de las mujeres llegan en una fase muy avanzada de la enfermedad«, explica la responsable del proyecto de oncología de MSF, Claire Rieux.
Detección tardía
El conocimiento insuficiente de la enfermedad, la conciencia de la población, el personal capacitado y la infraestructura de las zonas más remotas son algunas de las razones del diagnóstico tardío. Las pacientes llegan con cáncer en etapa III o IV, lo que reduce considerablemente sus posibilidades de recuperación.
«Había oído hablar del cáncer de cuello uterino porque una compañera de clase lo tenía y murió. La enviaron al hospital para que la examinaran y le diagnosticaron un cáncer. Pero la enfermedad ya se había extendido a su útero y otros órganos y no se le dio ningún tratamiento. Sólo esperó a morir. Tenía 24 años», dice una paciente tratada por los equipos de MSF en Blantyre, la segunda ciudad más grande de Malaui.
Estas barreras se ven agravadas por las creencias, tabúes y miedos que a menudo acompañan al cáncer y que desalientan a las pacientes a buscar tratamiento.
«Las personas que tienen la enfermedad a menudo se enfrentan a un gran estigma, que empuja a las mujeres y a sus familias a ocultarlo. Esa es otra razón por la que muchas mujeres llegan demasiado tarde», explica Petra Becker, responsable del proyecto de oncología de MSF en Malí.
Algunas esperan a ver si los síntomas persisten antes de acudir a los curanderos tradicionales con la esperanza de que puedan curarlos. Desde los primeros síntomas hasta el diagnóstico, pueden pasar fácilmente entre 4 y 18 meses.
Obstáculos para acceder al tratamiento
En algunos países del África subsahariana el Estado cubre el costo de algunos medicamentos contra el cáncer y de radioterapia, pero dada la magnitud de las necesidades, suelen escasear. Las pacientes pagan sus consultas y exámenes médicos, incluso cuando la enfermedad les obliga a dejar de trabajar.
En Malí, una simple ecografía puede costar más de 100.000 francos CFA (unos 152 euros). «Las familias a menudo reúnen recursos para pagar parte del tratamiento hasta que no les queda dinero. Entonces todo habrá sido en vano. Pueden pasar varios meses antes de que el paciente vuelva, y para entonces el tumor pudo haberse extendido», continúa Becker.
MSF y el Ministerio de Salud realizan un proyecto de oncología en el Hospital Universitario Point G de Bamako, la capital de Malí. El proyecto presta asistencia a mujeres con cáncer de mama y de cuello uterino que, con un tratamiento curativo, tienen buenas posibilidades de recuperarse.
«Cuando aceptamos a una paciente nos ocupamos de todo, lo que significa que pagamos por todo su tratamiento», dice Rieux.
Los equipos de MSF en Malaui ayudan a las autoridades sanitarias nacionales a mejorar el screening, ofrecen consultas médicas y tratamiento ambulatorio de lesiones precancerosas y cancerosas y organizan campañas de promoción de la salud comunitaria. En 2018, los equipos iniciaron un proyecto de cirugía especializada y atención médica de pacientes ingresados. MSF también ayuda al Ministerio de Salud con campañas de vacunación contra el virus del papiloma humano (VPH).
Aliviar el dolor
«La quimioterapia puede tener efectos secundarios graves e incapacitantes, como dolor y náuseas. En algunos países, los medicamentos no están disponibles o tienen que ser pagados. Así que nuestros equipos proporcionan cuidados adicionales para ayudar a las mujeres a tolerar el tratamiento«, continúa Rieux.
Hay menos tratamientos curativos disponibles para los pacientes con cáncer en etapa 3 o 4, y a menudo ninguno. La remisión no es entonces una opción. Para el equipo de atención, ya no se trata de curar al paciente, sino de proporcionarle cuidados paliativos para reconfortarlo y apoyarlo en el hospital o en su casa.
«Los cuidados paliativos tanto en el hospital como en el hogar son realmente importantes para asegurar que el paciente tenga el mejor apoyo posible al final de su vida.»
«Nuestro enfoque está centrado en el paciente, así que el objetivo es tener un equipo que proporcione a las mujeres apoyo somático, psicológico y social. Tanto la familia como la comunidad del paciente son parte de nuestro paquete de cuidados. No sólo nos ocupamos de la enfermedad, sino de todo lo que conlleva», continúa el responsable del proyecto de oncología de MSF.
Para algunas mujeres, abandonadas por sus maridos y familias, el impacto psicológico y social del cáncer puede ser devastador. «Recuerdo a una mujer que tenía cáncer y que estaba totalmente desfigurada. Su marido la había abandonado y su hija no quería tener nada que ver con ella. He visto mujeres, incluso con familias cariñosas, que acabaron solas y con una considerable angustia mental y social«, recuerda Rieux.
El tratamiento del dolor y el apoyo psicológico a los pacientes son elementos clave de los programas de MSF en Malí y Malaui.
Rieux concluye: «Tenemos que seguir trabajando y ampliar nuestros proyectos para las mujeres que tienen cáncer. Este es un tema con el que MSF tendrá que lidiar en los próximos años.»
«Se han hecho avances considerables en el tratamiento del cáncer, por lo que es simplemente inaceptable que las personas de países con pocos recursos no tenga acceso a ellos».