La organización médico-humanitaria Médicos Sin Fronteras reclama más atención para los desplazados.
El conflicto armado se está intensificando cada vez más en gran parte del territorio del departamento de Nariño, en el suroeste del país, donde diferentes grupos armados mantienen una cruenta disputa territorial debido a su importancia estratégica, la presencia de cultivos de coca y a intereses económicos. Según cifras oficiales, desde principios de año hasta finales de septiembre, más de 12.400 personas se habían desplazado en Nariño, sobrepasando la capacidad de respuesta del Estado. En la mayoría de las ocasiones, los desplazados reciben muy poca o ninguna asistencia los primeros días después de su llegada a las localidades donde buscan refugio.
Desde el pasado mes de junio, Médicos Sin Fronteras (MSF) ha asistido a las víctimas de ocho desplazamientos masivos en el departamento, donde alrededor de 4.000 personas tuvieron que abandonar sus hogares y huir en busca de seguridad hacia las cabeceras municipales. Atendemos a una población obligada a desplazarse por los continuos enfrentamientos entre todos los actores armados, declara David Cantero, coordinador general de MSF en Colombia.
El último desplazamiento tuvo lugar el pasado 14 de octubre, cuando unas 234 familias cerca de 1.000 personas tuvieron que huir de la zona rural del municipio de Olaya Herrera y se asentaron en una escuela a 30 minutos de la cabecera municipal, sin agua y con la poca comida que el municipio pudo brindarles para los tres primeros días. Es una situación que se repite constantemente y ha desbordado completamente la capacidad de respuesta de las autoridades a todos los niveles. Esto nos deja bastante solos a la labor de atender a esta población en los primeros momentos, explica Ximena Di Lollo, médica argentina responsable de las actividades en Nariño.
Las víctimas del desplazamiento han tenido que dejar su hogar, su trabajo, toda su vida en el campo y huir. En muchas ocasiones han vivido situaciones dramáticas, siendo testigos de la muerte de miembros de su comunidad. Además, cuando llegan a los lugares de acogida viven situaciones de hacinamiento, sin las condiciones mínimas de agua y saneamiento, y en ocasiones sin alimentos ni agua potable. «Las necesidades de los desplazados, sobre todo en los primeros días después del desplazamiento, son enormes: comida, abrigo, agua y saneamiento, pero no hay que olvidar la importancia del apoyo en salud mental que hemos visto muy necesario en todas nuestras intervenciones, afirma la Dra. Di Lollo.
Médicos Sin Fronteras trabaja en Colombia desde 1985 ofreciendo atención médica y psicológica, así como servicios de orientación y apoyo a miles de personas afectadas por el conflicto. La organización también responde puntualmente a epidemias o catástrofes naturales. Actualmente, alrededor de 370 personas trabajan en los proyectos que MSF lleva a cabo en 13 departamentos colombianos.