Más de doscientos heridos, víctimas de actos violentos, ingresaron la semana pasada en el Hospital Comunitario y en el centro de Salud Castors, gestionados por Médicos Sin Fronteras (MSF) en Bangui, la capital de la República Centroafricana (RCA), convertida, desde el pasado mes de diciembre, en el epicentro del conflicto que asola el país hace ya casi un año. Noventa de los pacientes intervenidos presentaban heridas por bala, granada o machete y requirieron cirugía de urgencia.
El número de casos que recibimos cada día sigue siendo muy elevado. Nuestros equipos son testigos del uso de una violencia extrema: los heridos por bala, las mutilaciones por arma blanca o los linchamientos son ahora realidades cotidianas en Bangui, explica Sylvain Groulx, coordinador general de MSF en RCA.
El pánico sembrado entre la población hace que se cuenten por miles las personas que huyen de la ciudad o permanecen en campos de desplazados, donde las condiciones de vida son extremadamente difíciles. La ayuda humanitaria continúa siendo claramente insuficiente ante la enormidad de las necesidades existentes.
MSF ha aumentado sus actividades y ofrece servicios médicos gratuitos en tres campos de desplazados de la ciudad. En el campo M’Poko, situado en el aeropuerto y donde se hacinan 100.000 personas, ha puesto en marcha una clínica con una capacidad de sesenta camas. En los campos del monasterio de Boy-Rabe, donde viven 28.000 personas, y de Don Bosco, donde se refugian 30.000, se cubren las necesidades médicas de la población, con transferencia de los heridos y enfermos más graves a los hospitales. Además, los equipos de MSF apoyan diversos centros médicos en la ciudad y recientemente han iniciado actividades en el lado congoleño de la frontera, en Zongo, para atender a aquellos que han cruzado el río Oubangui huyendo de los combates.
Así, cada semana se realizan en Bangui cerca de 12.000 consultas médicas y se atienden 300 partos. El hospital Comunitario, en cuyo patio se han instalado tiendas de campaña de gran magnitud para aumentar su capacidad, se reciben a los enfermos más graves: heridos en el conflicto con traumatismos graves, enfermos graves de malaria, -la primera causa de mortalidad en el país-, o con infecciones respiratorias agudas o diarreas, estas dos últimas muy ligadas a las difíciles condiciones de vida de los desplazados.
Dada la lentitud en la llegada de la ayuda humanitaria, los equipos de MSF se han aprestado también a construir letrinas, a distribuir agua y, en la medida de lo posible, artículos de primera necesidad en los campos de desplazados del aeropuerto, de Don Bosco, de la escuela coránica en el barrio PK5 (punto kilométrico 5, a cinco kilómetros del centro) y en la parroquia del Santo Salvador.
Se agrava la situación en el interior
Los combates y los actos de represalias continúan entre la disuelta Séléka y las milicias de autodefensa conocidas como Antibalaka (Antimachete). Una estimación de Naciones Unidas sitúa en 900.000 el número de personas desplazadas en el país: más del 20% de la población. La mayoría de los desplazados busca protección en los bosques, sin acceso a servicios médicos, fuentes de alimentación o agua adecuadas.
Ante el aumento de la violencia, MSF ha iniciado operaciones en el hospital de Berberati, en el sudoeste del país, con programas de nutrición y una mayor atención al servicio de pediatría. En el noroeste, MSF ha puesto en marcha nuevos programas: en las últimas fechas ha llegado a Bouar un equipo para tratar emergencias quirúrgicas y generales. En Bozoum, además de colaborar con el hospital, se han organizado clínicas móviles a las más de 2.500 personas desplazadas en la ciudad por la violencia.
Los equipos de emergencia también han llegado a las poblaciones de Bossemptélé, Baoro y Bocaranga: Bocaranga es un pueblo fantasma, vacío, saqueado, destruido, explica Groulx. La población da testimonio de violencia brutal y de mucha población desplazada. Están aterrorizados. Por desgracia, en un momento en el que hace falta responder con urgencia y con operaciones de envergadura debido a la magnitud de las necesidades, la inseguridad también provoca un retraso considerable de nuestro despliegue.
MSF continúa dando servicios médicos en Bossangoa, Boguila y Bouca, donde además de cubrir necesidades médicas en hospitales y campos de desplazados, se organizan clínicas móviles para poder dar acceso sanitario a la población que ha huido a los bosques.
MSF trabaja en la República Centroafricana (RCA) desde 1997. Mantiene siete proyectos regulares (Batangafo, Carnot, Kabo, Ndélé, Paoua, Bria y Zémio) y ocho proyectos de emergencia (Bangui, Bozoum, Berbérati, Bouar, Boguila, Bossangoa y Bouca). Un equipo quirúrgico móvil de emergencia se dirige a Bossemptélé y se apresta a iniciar actividades en los hospitales de Bangassou y Ouango. En total, más de 400.000 personas reciben atención médica en 12 hospitales, 16 centros de salud y 40 puestos de salud, en los que intervienen cerca de 200 trabajadores internacionales y más de 1.800 empleados locales.