Médicos Sin Fronteras tiene equipos médicos trabajando en Yemen desde el inicio del conflicto, por lo que es testigo día a día de la crisis humanitaria que enfrenta la población en este país. A más de dos años de la escalada del conflicto armado, miles de personas han sido heridas, mutiladas y asesinadas.
Nuestros equipos han atendido a más de 60.800 pacientes por trauma, incluyendo a heridos de guerra o personas con heridas relacionadas con la violencia. Nuestros pacientes han sido bombardeados en sus hogares, heridos por los ataques aéreos mientras caminaban hacia sus campos, mutilados por las minas terrestres mientras pastoreaban a su ganado, y han sido atacados por francotiradores en las calles aledañas a sus casas.
Millones de personas en Yemen necesitan urgentemente ayuda para sobrevivir en un país en el que la economía ha colapsado, los servicios básicos funcionan a duras penas y las redes de seguridad social están sobrepasadas. Muchos de los pacientes a los que atendemos, y las familias del personal médico que trabaja con nosotros han perdido sus trabajos y se enfrentan no solo a enfermedades sino también al aumento de los precios y a la escasez de productos esenciales como la comida, el combustible y la electricidad.
Los servidores públicos, incluyendo al personal médico, no han recibido su salario desde hace meses. El agua potable, los básicos sanitarios y artículos de higiene no siempre están disponibles. Un gran número de personas ha tenido que dejar sus hogares a causa de la violencia, y muchas familias han sido forzadas a asentarse en lugares inseguros y hacinados.
Para hacer frente a las crecientes necesidades médicas, hemos ampliado nuestras operaciones médicas en el terreno y el año pasado alcanzamos un presupuesto de 70 millones de dólares. Actualmente, MSF tiene más de 1.600 trabajadores internacionales y nacionales yemeníes como parte de su personal, está presente en 12 hospitales y 18 centros de salud a lo largo del país; demostrando así que es posible proporcionar ayuda humanitaria de forma directa y eficiente.
La ayuda humanitaria debe aumentar urgentemente. Los donantes deben incrementar los fondos inmediatamente y priorizar las intervenciones que salvan vidas. En tal dinámica y en un contexto tan desafiante, necesitarán demostrar, más que nunca, una flexibilidad inusual en las reglas con que dirigen sus aportes. Mientras tanto, Naciones Unidas tiene que poner en práctica efectivamente los acuerdos alcanzados en la declaración de nivel 3, aportando asesoramiento experto y de alto nivel para situaciones de emergencia y contextos de alta inseguridad, y con una fuerte coordinación y apoyo técnico tanto a sus agencias como a las ONG que ya trabajan en el país.
Para evitar el colapso total, el sistema sanitario yemení necesita desesperadamente ser apuntalado. En las diez gobernaciones en las que trabajamos, hemos visto la escasez de instalaciones médicas en funcionamiento, de cuidados especializados, equipo técnico, personal médico y suministros, que comprometen el acceso de la población a una atención médica vital. Los heridos y los pacientes que tienen enfermedades crónicas están muriendo por causas evitables, y los grupos más vulnerables –mujeres embarazadas, niños y ancianos-, están en riesgo de contraer enfermedades. Reanudar el pago de los salarios a los servidores públicos, y en específico al personal médico, es vital para detener el colapso del sistema de salud y prevenir que los hogares que dependen de esos salarios queden en una situación de indigencia.
Sin embargo, incrementar la ayuda humanitaria no basta para aliviar la carga que ha tenido el conflicto armado sobre la población civil. Al reunirse los países donantes para comprometer su ayuda financiera, deben también comprometerse a incrementar los esfuerzos humanitarios para minimizar el impacto mortal y destructivo de la guerra en los hombres, mujeres y niños que ha quedado atrapados en medio del conflicto.
Es de suma importancia facilitar el acceso humanitario para que las organizaciones de ayuda puedan llegar a quienes más lo necesitan. Los puertos y aeropuertos deben volverse a abrir, y se debe agilizar el ingreso al país de personal internacional. La obstrucción deliberada de la ayuda humanitaria mediante la limitación de las importaciones, la desviación de los envíos, la demora en las aduanas, la confiscación de suministros vitales, la no concesión de visados internacionales y las autorizaciones de viaje internos, por mencionar sólo algunas, deben terminar. Se debe permitir que los suministros esenciales, incluidos los medicamentos y los alimentos básicos, entren al país y sean transportados a donde más se necesitan.
Finalmente, urgimos a todas las partes en conflicto y a sus aliados a asegurar que los civiles y las infraestructuras públicas –incluyendo al personal e instalaciones médicas- se beneficien de la protección que se les garantiza bajo el Derecho Internacional Humanitario. Los hospitales han sido alcanzados por bombardeos, ataques aéreos y disparos en repetidas ocasiones. Tal es el caso de los ataques a cuatro instalaciones médicas de MSF en los que 26 integrantes de nuestro personal y nuestros pacientes perdieron la vida. Las ambulancias han recibido disparos, han sido confiscadas y secuestradas por hombres armados. El personal médico ha sido herido en su camino hacia el trabajo, ha sufrido acosos, detenciones, amenazas y ha sido forzado a trabajar a punta de pistola. Las partes en conflicto tienen un patrón consistente en el conflicto yemení: herir y matar a civiles, y obstruir deliberadamente el acceso a la atención médica a quienes lo necesitan.
Hoy volvemos a hacer énfasis en nuestro llamado a todas las partes en conflicto para que garanticen la protección de los civiles y trabajadores sanitarios, y permitan que los enfermos y heridos tengan acceso a la atención médica.