La expectativa de entrar en una segunda catástrofe por el COVID-19 en la región del Amazonas en Brasil está ocurriendo, hoy, día tras días. En la capital del Estado del Amazonas, Manaos, todas las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) tienen las camas completas, y las listas de espera de pacientes en estado severo o crítico se ha mantenido en un nivel muy alto las últimas semanas.
Datos oficiales de Manaos muestran que el número de muertes por COVID-19 en enero (2.522) casi iguala el número combinado de las muertes registradas en Abril y en Mayo (2.850) durante el pico anterior, y es más de cinco veces que la estadística de diciembre (460). La completa saturación del sistema de salud en Manaos significa que otras ciudades río arriba están enfrentando demoras o simplemente no pueden derivar a sus pacientes críticos a los hospitales de las ciudades más grandes, y están debiendo tomar medidas de emergencia para tratar de hacer frente a un número de pacientes enfermos cada vez mayor.
“Nuestro plan A era tratar de desacelerar el caudal de pacientes críticos al impulsar la atención intermedia para casos moderados y severos, pero ahora ese plan se ha ido por la borda”, dice Pierre Van Heddegem, coordinador de emergencias de MSF en Brasil. “Ahora dependemos completamente del plan B, dando atención para salvar las vidas en estado crítico, en instalaciones que no cuentan con Unidades de Cuidados Intensivos y con la preocupación diaria de quedarnos sin oxígeno. Esta segunda ola de COVID está arrollando todo y a todos y estamos haciendo todo lo que podemos para atravesar cada día. Nuestro miedo es que no seamos capaces de seguirle el ritmo”.
En Tefé, a unos pocos días de viaje en barco río arriba de la capital del estado, estamos ayudando a que el hospital tenga algunos cambios radicales. Se están trasladando todos los departamentos médicos cerca de edificios cercanos como la escuela, y convirtiendo lo más posible al hospital regional en un centro de referencia dedicado al tratamiento de COVID-19. Bajo circunstancias normales, este hospital rural enviaría a todos los pacientes críticos a Manaos a través de una ambulancia aérea, pero con casi todas las camas de COVID-19 en Manaos llenas, el hospital de Tefé está teniendo que encontrar formas de tratar allí a sus pacientes en estado grave. Hasta ahora su capacidad de tratamiento de COVID-19 ha crecido de 27 a 67 camas, pero esto está alcanzando el máximo posible. Nuestro equipo ha puesto un enorme esfuerzo en entrenar y capacitar a los doctores y enfermeros que atienden a los pacientes de COVID-19 en estado crítico con oxígeno. Pero los suministros de oxígeno en sí mismos son una preocupación permanente.
“Pasábamos arañando cada día en Tefé”, dice Van Heddegem. “Había días en los que estábamos muy cerca de llegar a una situación desastrosa”. Una nueva planta de generación de oxígeno fue instalada recientemente por las autoridades, pero al ritmo actual en que se usa, incluso la nueva planta puede no llegar a proporcionar suficiente oxígeno para todos los pacientes. Estamos trabajando con urgencia para importar montones de concentradores de oxígeno individuales para cubrir algunos de los huecos, tanto para Tefé como para Manaos.
En Manaos, estamos apoyando la Unidad de Emergencias José Rodrigues (UPA), la cual debería en teoría proporcionar un nivel de cuidado intermedio, estabilizando pacientes antes de que necesiten ir a un hospital de mayor nivel. Como en Tefé, con las camas de COVID-19 del hospital de Manaos sobrepasadas, este centro tiene ahora que encontrar maneras de proporcionar su propio tratamiento de COVID-19 de alto nivel.
“La UPA fue totalmente sobrecargada, con falta de doctores, enfermeros y protocolos de cuidados intensivos”, dice el coordinador de MSF en Manaos, Fabio Biolchini Duarte. “Cuando llegamos por primera vez, la unidad tenía 18 camas y había 45 pacientes. Prácticamente todo el lugar se había vuelto un hospital de COVID-19. Fue uno de los establecimientos de salud en los que varios pacientes murieron por la falta de oxígeno”.
El personal – tanto medico como no médico – que trabaja en esta Unidad de Emergencia y en los hospitales más grandes está siendo abrumado gradualmente por la carga emocional que significa tener múltiples pacientes que mueren cada día. Hemos llevado especialistas en salud mental para proporcionar apoyo psicosocial, incluyendo en el centro de salud pública más grande Manaos, el Hospital 28 de Agosto, donde uno de nuestros equipos médicos había brindado atención durante la primera ola el año pasado.
“Vemos que los trabajadores están increíblemente comprometidos, pero además nos damos cuenta de que están absolutamente exhaustos”, dice la psicóloga de MSF Andréa Chagas. “En muchos casos, ni siquiera es posible para ellos encontrar alivio en sus casas de la angustia experimentada en el trabajo, dado que muchos tienen familiares enfermos o han perdido seres queridos. La velocidad e intensidad de lo que está sucediendo no les da espacio para procesar tantas emociones”.
En el Estado de Amazonas, estamos manejando o apoyando cerca de 100 camas de COVID-19. Esto ocupa la mayor parte de la capacidad de nuestro equipo de emergencia, pero además hay algunas iniciativas para ayudar en la prevención.
Los equipos de Promoción de la Salud se están preparando para trabajar en puntos estratégicos de Manaos, con testeos y lineamientos de higiene y distanciamiento social. El objetivo es permitir diagnósticos rápidos y hacer un seguimiento de los pacientes que dan positivo para prevenir que los casos sean detectados cuando ya están en condiciones críticas.
También estamos presionando fuertemente para un uso más extendido del test rápido de antígenos de COVID-19 – aquel que indica si una persona tiene el virus activo ahora, en tiempo real. Genera asombro y frustración en el equipo que el test de anticuerpos siga siendo el de principal uso en Brasil; este test sólo puede indicar si se ha tenido la enfermedad en el pasado, por lo que puede detectar personas que tuvieron COVID-19 semanas o meses atrás, pero ya no lo tienen hoy. Usando el test de antígenos, sólo los pacientes enfermos son puestos en aislamiento, lo que evita hospitalizaciones innecesarias en un momento de enorme escasez de personal y recursos materiales. Hemos alentado con éxito a las autoridades sanitarias de Tefé y de otro pueblo rural del Amazonas, São Gabriel da Cachoeira, para que usen este test, y continuamos instando a las autoridades de Manaos y otras áreas afectadas para que hagan el cambio.
También tenemos un equipo en la localidad rural amazónica de São Gabriel da Cachoeira, donde la situación parece más estable por el momento, pero en el que se necesita vigilancia continua. El equipo está apoyando el centro de salud para la atención de pacientes con COVID-19, y los educadores de salud están dando pautas de higiene y distanciamiento social en los barracões, utilizados como alojamiento cuando los miembros de la población indígena llegan al pueblo. Esto debería permitirnos monitorear, hasta cierto punto, cualquier tendencia en las poblaciones indígenas que muestren síntomas de la enfermedad.
Nuestros equipos también se encuentran en una etapa inicial de preparación en caso de un aumento repentino de casos de COVID-19 en Boa Vista, la capital del vecino estado de Roraima.