En Médicos Sin Fronteras (MSF) hemos centrado la distribución en las comunidades desplazadas que huyeron de sus casas en lo más cruento del conflicto que asoló República Centroafricana hace dos años y que no han podido regresar a sus lugares de procedencia por la aún persistente situación de inseguridad.
La distribución de alimentos, una actividad no habitual para nuestra organización, se realizó como medida preventiva, cuando tuvimos conocimiento de que en las últimas semanas las personas desplazadas estaban recibiendo raciones insuficientes.
Recientemente, el Programa de Alimentos Mundial (PAM) alertó de la falta de fondos a la que se enfrenta y que podría suponer la interrupción de la ayuda a 150.000 desplazados y refugiados. El PAM tenía previsto asistir a 700.000 personas en el país antes de que el déficit de financiación la obligara a reducir las raciones a la mitad y a limitar su objetivo de asistencia a 400.000 personas.
En respuesta, Naciones Unidas ha acordado una ayuda de urgencia de un millón de dólares para el PMA, pero esta únicamente cubre el 10% de las necesidades actuales.
“La distribución de alimentos no es, y no debe ser, una actividad regular de MSF. Hemos detectado una situación de fragilidad evidente en muchas de las familias en los siete campos de desplazados (tres en Kabo, uno en Gbazara y tres en Moyenne Sido). Los combates recientes en Kaga Bandoro y Bambari han forzado a otras organizaciones a derivar sus recursos allí. Esta es la razón que nos ha llevado a actuar en estas zonas. No podemos olvidar que el porcentaje estimado de población en situación de inseguridad alimentaria en República Centroafricana es del 40%, unos dos millones de personas”, explica María Simón, nuestra coordinadora general en el país.
Así, cada una de las 2.049 familias ha recibido 36 kilos de arroz, 5 kilos de judías, aceite, sal y azúcar.
La distribución comenzó el pasado 22 de diciembre y se prolongó hasta la semana pasada. Esta operación se desarrolló como complemento a nuestras actividades sanitarias preventivas, entre ellas, la vacunación de 2.757 niños y niñas de entre 6 semanas y 15 años. Estas actividades también incluyeron el reconocimiento de su estado nutricional, análisis de malaria y la provisión de complementos de Vitamina A. También fueron inmunizadas las mujeres embarazadas que recibieron suplementos de hierro y ácido fólico.
“Muchas de las familias desplazadas huyeron ya en 2009, otras abandonaron Bangui en 2011 y 2014, y a estas se suman retornados que primero huyeron a Chad y luego han regresado. Hablamos de familias cuya capacidad de adaptación se está agotando y para las que la situación no hace sino empeorar”, explica María Simón. “Somos testigos del sufrimiento causado por una crisis humanitaria y un conflicto cuya intensidad, duración y consecuencias a largo plazo no disminuyen. Hay que hacer más y hay que hacerlo ahora. Por parte de todos: donantes, agencias y ONG que actúan en un país al que ya se ha administrado una dosis más que generosa de sufrimiento e indiferencia”.
Trabajamos en RCA desde 1997. En 2016, gestionamos 17 proyectos repartidos en 9 de las 17 provincias del país. Más de 2.900 trabajadores centroafricanos y 230 internacionales asisten a los pacientes en 13 hospitales, 3 maternidades y 47 centros y puestos de salud. Desde 2013 y ante el renovado conflicto que asoló el país, hemos doblado nuestra actividades y los proyectos de atención médica gratuita a la población.