El 15 de diciembre, las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) lanzaron un ataque contra Wad Madani, Sudán, y en cuestión de días tomaron el control de otras ciudades y zonas del estado de Al Jazeerah.
Desde entonces, más de medio millón de personas han huido de los combates y la consiguiente inseguridad, entre ellas unas 234. 000 personas internamente desplazadas que anteriormente habían buscado refugio en Wad Madani cuando se intensificó la violencia en Jartum.
El caos derivado de la evolución de la dinámica del conflicto y la grave inseguridad y la violencia generalizada crearon un entorno en el que en nos impidió trabajar en Wad Madani.
Tuvimos que suspender todas nuestras actividades y evacuar a nuestro personal de Wad Madani el 19 de diciembre, dejando atrás a una población con aún menos acceso a servicios médicos básicos.
También tuvimos que evacuar al personal de Damazine, Um Rakuba en el estado de Gedaref y Doka. En Damazine, redujimos nuestras actividades.
Crisis en Sudán: más de 6 millones de personas abandonaron sus hogares
Estábamos presentes en Wad Madani desde mayo de 2023. Las condiciones ya eran terribles para el medio millón de personas internamente desplazadas que vivían allí, lo que representaba el 8 por ciento de todos los desplazados internos en Sudán.
Esta ya es la mayor crisis de desplazamiento interno del mundo, con más de 6 millones de personas que se vieron obligadas a abandonar sus hogares dentro del país, además de más de 1. 4 millones que han huido a través de sus fronteras.
Entre mayo y noviembre, nuestros equipos realizaron 18.390 consultas médicas (el 40% de ellas a niñas y niños menores de 15 años) en varios de los cientos de lugares que acogen a personas desplazadas en todo el estado, algunos en escuelas o antiguos edificios públicos.
“A través de nuestras clínicas móviles, diagnosticamos y derivamos a 66 niñas y niños que sufrían desnutrición aguda severa con complicaciones graves en los últimos seis meses, casos que podrían ser mortales si no se tratan urgentemente en un hospital”, explica Slaymen Ammar, nuestro coordinador médico en Sudán.
“Pero las instalaciones de salud estaban desbordadas. Como la población de la ciudad había aumentado en un 30 por ciento, cada vez había más pacientes, y considerables desafíos de suministro y de personal.
Y a medida que los precios de todos los productos se dispararon, el acceso a los servicios que salvan vidas fue un obstáculo tanto para las personas desplazadas como para los residentes habituales.
Actualmente con la salida de la mayoría de las organizaciones internacionales (y a pesar de los esfuerzos de los trabajadores sanitarios voluntarios locales), sólo podemos suponer que la situación ha empeorado”, concluye.
¿Qué está pasando actualmente en Sudán?
Durante el último mes, nuestros equipos en los estados de Gedaref y Kassala, donde tenemos actividades desde 2021 en respuesta a la crisis de Tigray en Etiopía, fueron testigos de la llegada de miles de personas de Wad Madani y actualmente están, evalúan y responden a las crecientes necesidades sanitarias y humanitarias.
En Tanideba (Gedaref), iniciamos una intervención de emergencia a corto plazo para población refugiada etíope y ciudadanos sudaneses recientemente desplazados, que cubre atención médica básica, agua y saneamiento, y raciones de alimentos.
Esta incluyó distribuciones y donaciones únicas. Sin embargo, es importante señalar que las actividades en Tanideba se redujeron temporalmente durante un breve periodo debido a la escalada del conflicto en Wad Madani.
El conflicto en Sudán ha causado un sufrimiento inconmensurable, ha desplazado a millones de personas, matado a miles y herido a innumerables más.
Para muchas personas desplazadas, Gedaref y Kassala son sólo las últimas paradas de un largo viaje en busca de seguridad, durante el cual han sufrido violencia y soportado la falta de necesidades esenciales como alimentos, agua potable, saneamiento y acceso a atención médica.
“Somos originarios de Darfur, pero debido a los violentos enfrentamientos y la crisis allí, nos fuimos a Jartum. Pero la guerra nos siguió hasta Jartum, así que fuimos a Wad Madani. Y luego, la historia continúa”, afirma Salem, un hombre desplazado que llegó con su familia a un punto de encuentro en la localidad de Al Mufaza, en Gedaref, hace dos semanas desde Wad Madani.
Crece la demanda de atención médica ante la escalada de violencia
En una región donde la atención sanitaria y los medicamentos esenciales ya eran extremadamente limitados, las poblaciones desplazadas sufren ahora una creciente demanda de salud, derivada de los efectos directos e indirectos de la violencia. Las necesidades básicas aumentan exponencialmente y necesitan una respuesta urgente.
“En los puntos de reunión en la ciudad de Kassala, las personas desplazadas dijeron a nuestros equipos que no habían recibido ninguna ayuda desde su llegada a mediados o finales de diciembre”, explica Pauline Lenglart, coordinadora de nuestro proyecto de emergencia en Sudán.
“Las familias duermen en el suelo, el acceso a la atención médica sigue muy restringido, hay pocos centros médicos en funcionamiento y los medicamentos no se proporcionan gratuitamente.
Muchas personas nos han dicho que no pueden permitirse artículos como alimentos y medicinas, lo que les obliga a elegir entre estas necesidades.
Nuestro equipo evalúa constantemente las necesidades en los nuevos sitios que se están abriendo para albergar a personas recientemente desplazadas.
En todos estos lugares, vemos que la cantidad de asistencia humanitaria brindada sigue siendo insuficiente para satisfacer las necesidades básicas de las personas y garantizarles condiciones de vida dignas,” concluye.