Exactamente un mes después de las inundaciones repentinas del 11 de abril en KwaZulu-Natal, un grupo de hombres y mujeres se reunió junto a un pequeño río en el extremo sur de Tongaat para analizar el problema del agua en la ciudad. Las inundaciones habían destruido las obras hidráulicas, y las primeras estimaciones indicaban que la reconstrucción se realizaría en un plazo de entre cinco y seis meses. A menos que surgieran alternativas, se seguiría transportando el agua en camiones desde depósitos lejanos durante todo ese tiempo, con un costo muy elevado.
Buscando soluciones alternativas
El grupo, conformado por líderes comunitarios y funcionarios, representantes de ONG y técnicos del agua, se había reunido para analizar una posibilidad concreta: el tratamiento de las aguas superficiales, ya sea de los ríos locales, de las represas o de ambos. Una empresa privada ya había establecido una planta de tratamiento de agua prefabricada sobre los cimientos de una casa en ruinas junto al arroyo de Brake Village. Una tubería, parecida a la trompa de un mosquito, aspiraba el agua de un tambor metálico colocado en el centro del arroyo, y esta se trataba mediante filtración de arena, asistida por coagulación y floculación. ¿Ayudaría la adición de una segunda, y tal vez una tercera, planta de tratamiento de agua a saciar la sed de los ciudadanos?
“Me rehúso a marcar esta agua como potable”, dijo el técnico, mientras comprobaba la conductividad del agua. “Es demasiado alta”, dijo negando con la cabeza. El día anterior, el río se había vuelto de color rojo debido a la tierra de la capa superficial del suelo procedente de las obras de construcción río arriba, cerca del aeropuerto King Shaka. Nadie se atrevía a decirlo, pero el tratamiento de las aguas superficiales parecía una opción cada vez menos viable, al menos en este lugar.
Alguien que no parecía demasiado sorprendido era el ingeniero del agua del municipio de eThekwini para la zona, Ashan Nandal, quien explicó que la ciudad había estado utilizando 15 millones de litros de agua tratada al día antes del desastre.
“¿Cuántos litros por hora producen estas unidades de tratamiento de agua? ¿10.000?”.
“Hasta el momento, producen 6.000”, intervino el operador de la planta.
Muy poco. Estaban todos pensativos.
“Aunque sí ayuda. Desde luego, cada gota constituye una gran ayuda”, dijo Nandal. La reunión terminó con promesas de nuevos debates, aunque muchos se marcharon creyendo que una mayor inversión en el tratamiento de las aguas superficiales sería un desperdicio.
Cuando el hidrogeólogo Jeremy Lhoir voló a Durban desde Portugal para unirse al equipo de respuesta a emergencias de nuestra organización, percibió que muchas comunidades del municipio de eThekwini estaban al límite de aguante por el agua.
“Se podía sentir la tensión, como si algo malo fuera a suceder si no se abordaba la situación”, recordó Lhoir. De hecho, hubo protestas por el agua en varias comunidades de la costa de KwaZulu-Natal en los meses siguientes.
La situación también era preocupante desde el punto de vista de la salud pública, ya que una cantidad cada vez mayor de personas, sobre todo en las comunidades preurbanas, no tenían más remedio que extraer el agua de los ríos y otras fuentes de agua superficiales. Las inundaciones del 11 de abril habían causado daños graves en más de una quinta parte de las estaciones de bombeo de aguas residuales del municipio y miles de kilómetros de tuberías de alcantarillado, lo que provocó la contaminación de ríos y aguas subterráneas.
En Tongaat, el ruido de las plataformas de perforación de pozos se convirtió en un sonido característico.
“Las ONG, las organizaciones religiosas y el propio municipio estaban perforando para obtener agua, eran más de 15 pozos, pero lo hacían en lugares estratégicos, como los templos y las escuelas. Esto tiene sentido desde el punto de vista de la propiedad y la seguridad, pero el enfoque no tuvo en cuenta la realidad hidrogeológica subyacente, y, como consecuencia, casi ningún pozo dio agua de buena calidad”, cuenta Lhoir.
Un enfoque más estratégico
Nuestro coordinador del equipo de respuesta a emergencias en Durban, Danish Malik, consideró que su equipo podría ayudar demostrando un enfoque más estratégico de la perforación.
“En lugar de perforar muchos pozos adicionales, pensamos que la contribución más significativa sería demostrar, con unos pocos pozos, que es posible obtener una buena cantidad de agua potable de buena calidad”, cuenta Malik, que no perdió tiempo en traer a miembros de nuestro equipo de salud ambiental, cuya sede estaba situada en Harare (Zimbabue), donde el suministro público de agua no es confiable y existen brotes recurrentes de cólera y fiebre tifoidea.
Utilizando equipos de diagnóstico sofisticados, nuestro equipo, en colaboración con el Departamento de Agua y Saneamiento de eThekwini, comenzó una investigación de la hidrogeología local en dos zonas clave pero muy diferentes: Tongaat, al norte de Durban, y Ndwedwe, al noroeste.
“Investigamos en ambos lugares, consultando a expertos, leyendo estudios geológicos y probando los pozos existentes”, afirma Lhoir.
La situación en Ndwedwe
En junio, un equipo de nuestra organización visitó Ndwedwe, 60 kilómetros al noreste de Durban, y se encontró con Phumzile Ngcobo, quien iba a buscar agua a un arroyo cercano con sus dos hijos pequeños.
“Durante 7 u 8 años, nos han traído agua en camiones cada domingo, pero los camiones no han venido desde hace cuatro semanas. Y cuando esto sucede, debemos ir al río, el cual queda lejos de casa y el camino no está en buenas condiciones”, dijo ella.
Los residentes de Ndwedwe tienen motivos para estar enfadados.
“Las personas se me han acercado para quejarse. Necesitamos pozos aquí, por situaciones como esta. Hay una gran crisis relacionada con el agua en África del Sur, no solo aquí”, dijo Jerusalem Bongukwenza Ngcobo, un induna (líder en su cultura) del consejo tradicional de Qhadi.
“Por lo que hemos observado, estamos seguros de que los problemas asociados a estos pozos, como el bajo volumen y la contaminación bacteriana, se deben a una construcción deficiente, y de que las aguas subterráneas de la zona, especialmente cuando se encuentran en formaciones de granito meteorizado a mayor profundidad, son probablemente de gran calidad”, verificó Lhoir.
Tras este análisis, perforamos dos pozos cerca del río Kwazini y los tratamos con sellado sanitario hasta una profundidad de 13 metros.
“El sellado sanitario es una técnica que perfeccionó nuestro equipo en Zimbabue, el cual evita que los organismos contaminantes antropogénicos entren en el pozo. En una zona urbana densa, o incluso en un lugar periurbano como Ndwedwe, suele haber mucha contaminación superficial, y el sellado sanitario brinda protección. Sorprendentemente, los perforadores de la provincia no utilizan esta y otras técnicas que podrían considerarse buenas prácticas”, cuenta Malik.
La autoridades del municipio enviaron técnicos para que observaran el establecimiento de los pozos de Ndwedwe, que resultaron muy eficaces. Cada uno dio alrededor de 4.000 litros por hora. Los análisis realizados demuestran que los parámetros químicos del agua están dentro de los altos estándares de África del Sur para el agua potable.
“Nos complace esto, pero lo importante ahora es que el gobierno perfore más pozos. Harán falta muchos para aliviar este problema”, sostiene Ngcobo.
© MSF.
Capacitación para el futuro
Se dice que muchos de los pozos perforados anteriormente en eThekwini han fracasado como consecuencia del robo o el vandalismo de las piezas de los pozos. En Zimbabue y Malaui, nos encontramos con preocupaciones similares y respondimos enviando promotores de salud para que se comprometieran con los residentes de la comunidad en relación con los problemas del agua.
“El compromiso comunitario es la clave para garantizar la sostenibilidad de los pozos. En Malaui, cuando perforamos pozos en 2015 tras las inundaciones, involucramos a la comunidad, y esos pozos se siguen utilizando”, nos relata Gloria Mambazi, promotora de salud de nuestra organización.
Después de llevar a miembros de la comunidad y al personal sanitario del Departamento de Salud a una capacitación participativa de cuatro días sobre salud y educación en higiene, los promotores de salud de MSF trabajaron con los líderes locales para establecer un comité que estará a cargo de los pozos.
“El comité toma decisiones sobre asuntos como el horario de apertura, y si el horario es de 6:00 a. m. a 6:00 p. m., el comité debe asegurarse de que se abra y se cierre el pozo en esos horarios. Si existe una avería, alguien debe encargarse de llamar al municipio para que se solucione el problema”, dijo Mambazi.
Los pozos, equipados cada uno con bombas sumergibles alimentadas por electricidad, cloradores en línea, dos tanques de almacenamiento de agua de 10.000 litros, seis grifos de distribución de agua y un pozo con robador para el drenaje de aguas residuales, fueron entregados oficialmente a la comunidad y al municipio de eThekwini el 6 de septiembre de este año.