Desde que comenzó la guerra en Gaza hace cuatro meses, pocas infraestructuras se han salvado de los casi incesantes ataques aéreos que han golpeado el enclave, incluidas las tuberías de agua.
Según Unicef, al menos la mitad de las instalaciones de agua y saneamiento de Gaza han quedado destruidas o dañadas, mientras que la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNWRA) informa que alrededor del 70% de la población de Gaza bebe agua salinizada o contaminada.
¿Cómo se abastece de agua la población de Gaza?
Cientos de personas de todas las edades, la mayoría con sus característicos bidones amarillos o azules de 40 litros, hacen largas filas para conseguir agua limpia.
Algunas viven en tiendas de campaña cerca del camión cisterna que atrajo a la multitud a este punto de Rafah, ciudad al sur de la Franja de Gaza.
Otros viven en refugios situados a varios kilómetros de distancia, y han traído sillas de ruedas, carretillas de mano, carritos de la compra e incluso cochecitos para llevar el preciado y vital recurso a sus refugios.
Un hombre con discapacidad visual ha venido con su hija pequeña: la niña va delante y su padre lleva el agua. Caminaron dos kilómetros para llegar hasta aquí, ya que no hay agua potable en Al-Mawasi, la zona costera donde viven.
Del mismo modo, los palestinos de Rafah —una ciudad cerca de la frontera egipcia de unos 300.000 habitantes antes de la guerra, pero que ahora acoge a 1.5 millones de desplazados de toda Gaza— hacen lo imposible por encontrar agua limpia para beber, cocinar o lavarse.
Las condiciones de vida de los habitantes de esta parte del enclave son desesperadas, como consecuencia del hacinamiento y de la falta de agua potable, aseos, duchas y sistemas de alcantarillado, condiciones agravadas, además, por el frío invierno.
Sin agua potable en Gaza: ¿qué enfermedades aparecen?
«Hemos observado que, debido a la falta de agua limpia para beber u otros usos, los pacientes sufren trastornos intestinales. Además, el virus de la gripe circula ampliamente», explica Mohammad Abu Zayed, responsable de promoción de la salud de nuestra organización. «Últimamente, también hemos visto que los niños sufren erupciones cutáneas debido a la escasez de agua limpia para asearse«.
Otros riesgos para la salud son la deshidratación y la hepatitis A.
«La falta de agua limpia puede provocar muchas enfermedades relacionadas con la calidad del agua, como diarrea y enfermedades de la piel, pero el solo hecho de no tener suficiente agua también puede provocar deshidratación», explica Marina Pomares, nuestra responsable médica en Gaza.
Hasta el 2 de febrero, casi el 30% de las dolencias de los pacientes menores de cinco años que acudían a nuestra clínica en Shaboura y al puesto de salud de Al-Mawasi eran por diarrea o enfermedades de la piel. En las últimas semanas, nuestros equipos en Rafah también han recibido a 43 pacientes con sospecha de hepatitis A.
Todas estas afecciones médicas están relacionadas con la escasez de agua limpia y se ven agravadas por la falta de instalaciones médicas operativas en la zona.
La cocina y la higiene personal también se ven afectadas, lo que aumenta el riesgo de infección. «Los efectos son peores en los niños, que tienen un sistema inmunitario más débil que los adultos y están más expuestos a enfermedades y alergias», añade.
¿Cómo responde Médicos Sin Fronteras?
Nuestros equipos prestan atención sanitaria básica en dos puntos de Rafa. Para responder a algunas de las necesidades más urgentes de los desplazados de la región, pusimos en marcha un programa de distribución de agua en diciembre de 2023.
Hoy, nuestros equipos de agua y saneamiento suministran una media de 110.000 litros de agua potable al día a unas 20.000 personas. Sin embargo, esto no es suficiente.
«En una situación normal, una persona necesita entre dos y tres litros de agua potable al día», explica Youssef Al-Khishawi, agente de agua y saneamiento de nuestra organización. «Ahora, con la escasez actual, la media para una familia de seis miembros es de un galón de agua (3,8 litros)».
Estamos preparados para aumentar la cantidad de agua distribuida, pero el proceso se ve obstaculizado por otro tipo de carencias, como el limitado número de camiones autorizados a entrar en el enclave con ayuda y combustible.
«El principal problema al que nos enfrentamos para distribuir agua es la falta de combustible para bombearla y transportarla«, expone Al-Khishawi.
«El segundo es la falta de carreteras adecuadas por las que puedan circular nuestros camiones, porque hay tiendas de campaña incluso sobre el asfalto. El tercero es que no hay puntos de distribución de agua, incluso estos han sido bombardeados. Las tuberías de agua, las calles y las infraestructuras están destruidas», recalca.