Hoy 18 de marzo, en el tercer aniversario de la firma del acuerdo entre la UE y Turquía en Grecia, demandamos a los líderes europeos que tomen medidas para acabar con las nocivas políticas de contención en los ‘centros de tránsito’ de las islas griegas.
También instamos a que garanticen la evacuación inmediata de estos centros de todas las personas vulnerables, especialmente de los niños, a alojamientos adecuados en la Grecia continental o a otros Estados miembros de la UE.
En los últimos tres años, el acuerdo entre la UE y Turquía ha mantenido atrapados a miles de hombres, mujeres y niños en condiciones insalubres, inseguras, degradantes, de hacinamiento y con escaso acceso a servicios básicos de salud. Todo ello ha provocado un deterioro de su salud y bienestar, causando un sufrimiento generalizado.
«Grecia se ha convertido en el patio trasero de la UE para los hombres, mujeres y niños que la propia Unión Europea no ha protegido», denuncia Emmanuel Goué, nuestro coordinador general en Grecia.
«Lo que una vez se proclamó como una ‘emergencia de refugiados’ ha dado lugar a niveles inadmisibles de sufrimiento humano, tanto en las islas griegas, como en la Grecia continental. Las autoridades europeas y griegas continúan despojando a las personas vulnerables de su dignidad y su salud, aparentemente en un esfuerzo por disuadir a otros de venir a Europa. Esta política es cruel, inhumana y cínica, y debe terminar».
Como resultado del acuerdo entre la UE y Turquía, unos de 12.000 hombres, mujeres y niños se encuentran atrapados en la actualidad en terribles condiciones en los cinco supuestos centros de tránsito de las islas.
En el centro de Vathy, en la isla de Samos, las condiciones se han deteriorado de manera drástica en los últimos meses debido a la grave masificación, lo que nos ha llevado a enviar un equipo médico a la isla.
En estos momentos, el campo alberga a más de 4.100 personas en un espacio destinado para solo 648, lo que significa que miles de personas languidecen sin protección en una zona sucia e insegura en el exterior del campo oficial.
Entre aquellos que se refugian fuera del centro hay, al menos, 79 niños no acompañados, mujeres embarazadas, ancianos, personas con enfermedades crónicas -incluidas enfermedades mentales graves, como psicosis- y supervivientes de tortura y violencia sexual.
Nuestros equipos también trabajan en las islas de Lesbos y Quíos, donde los campos están muy por encima de su capacidad. Es el caso del centro de Moria en Lesbos, que alberga a 5.200 personas en un espacio destinado a un máximo de 3.100; y del campo Vial en Quíos con 1.361 personas en un espacio con capacidad para 1.014.
Allí, como en Samos, atendemos a pacientes con una gran variedad de enfermedades físicas y psicológicas relacionadas con las condiciones de vida, los largos períodos de espera para la tramitación de sus solicitudes de asilo y con las razones que los llevaron a huir de sus países en un primer momento.
«Tres años después, la UE y el Gobierno griego siguen sin proporcionar condiciones de vida dignas y humanas, y una atención médica adecuada para las personas atrapadas en las islas griegas», explica Goué. “Hoy, en Vathy, en Samos, más de la mitad de la población del campamento vive en tiendas de campaña de verano o bajo lonas de plástico, rodeadas de basura y excrementos humanos. En el mes que llevamos desde regresamos a Samos, hemos tratado a mujeres embarazadas y personas con enfermedades crónicas, y realizado sesiones grupales de salud mental. En las próximas semanas, planeamos ampliar nuestras actividades para poder ofrecer atención a más personas».
Situación crítica en la Grecia continental
En la Grecia continental, miles de migrantes que llegaron después de que se aplicara el acuerdo entre la UE y Turquía, viven en campos o en alojamientos temporales administrados por la ONU o por organizaciones no gubernamentales, mientras que otros residen en edificios abandonados o duermen en las calles.
Todos enfrentan obstáculos para acceder a la atención médica. Nuestros equipos de psicólogos trabajan para atender a quienes padecen problemas de salud mental, como depresión, ansiedad y psicosis, y para rehabilitar a los sobrevivientes de tortura. Nuestros psicólogos describen la situación de la vivienda de los pacientes como su mayor reto.
«¿Cómo podemos ayudar a una mujer a superar un trauma relacionado con agresiones sexuales anteriores cuando vive en la calle?», se pregunta Emmanuel Goué, nuestro coordinador general en Grecia. “No solo vive con el temor constante de sufrir otra agresión, sino que también sería peligroso para ella tomar su medicación dado que le provoca somnolencia. No hay recuperación sin una vivienda segura y, sin embargo, en toda Grecia hay una seria escasez de viviendas seguras para nuestros pacientes con grandes necesidades».
Si bien el número total de llegadas ha disminuido considerablemente desde 2016, más de 6.000 hombres, mujeres y niños han llegado a Grecia desde principios de 2019. La gran mayoría de las personas proceden de países devastados por la guerra y generadores de refugiados, como Afganistán, Siria, Irak y República Democrática del Congo; y más de la mitad son mujeres y niños. Esto demuestra que el enfoque de contención y disuasión de la UE para gestionar la migración ha fracasado a la hora de crear vías alternativas hacia un lugar seguro para quienes se ven obligadas a huir.